La Opinión de A Coruña

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Nieves Concostrina | Periodista y autora de ‘Cualquier tiempo pasado fue anterior’

“Saber leer y escribir y no usarlo para estar informado es analfabetismo”

“Nos dicen que lo que no es halago es insulto, y yo no quiero que me roben el lenguaje”

Nieves Concostrina. | // R. GARCÍA

La periodista y escritora Nieves Concostrina, autora de entre otras obras, de la novela Antonia, de Pretérito Imperfecto, y voz de la historia en La Ventana, de La SER, presenta mañana, 1 de julio, su libro Cualquier tiempo pasado fue anterior, en el Circo de Artesanos, a las 20.00 horas, en un acto organizado por la Comisión para a Recuperación da Memoria Histórica da Coruña.

En Cualquier tiempo pasado fue anterior cuenta pasajes de la historia que no se enseñan en el colegio ni en el instituto, ¿qué importancia tiene conocer la historia para saber leer el presente y cómo puede ser el futuro?

Del futuro no tengo ni idea porque lo veo todo muy negro. No voy a decir aquello de que es importante conocer el pasado para no cometer los mismos errores, porque la gente sigue cometiéndolos a lo largo de los siglos. Lo que me parece lamentable es que, con el acceso a la información y a la cultura que tenemos actualmente, haya gente que se niegue a estar informada de lo que ha ocurrido antes. El regreso de los fascismos es porque la gente no sabe qué es tener el fascismo en casa, salvo los que están interesados en saberlo, porque los fascistas viven muy bien con su fascismo. Antes había un alto porcentaje de analfabetismo, y eso era tremendo porque te podían engañar, pero ahora diría que el 98% sabe leer y escribir y no usarlo para estar informado también es analfabetismo.

¿La sociedad es tan facha como reflejan los resultados electorales?

No lo sé, porque no entiendo qué pasa. Vengo de Almería y cuando les preguntas por la sanidad y se quejan porque les dan cita en dos meses cuando estaban acostumbrados a una respuesta rápida, ya no me corto y les pregunto a quién han votado. Si me dicen que no hay por qué decirlo, ya les digo que no hace falta, que ya lo sé, y que han votado a quienes tienen un objetivo, que es cargarse la sanidad pública para favorecer a los de la privada. A mí no me cabe en la cabeza que una persona pobre pueda votar a quien le cierra los centros de salud, entonces, solo lo puedo achacar a la ignorancia. Hay un alto porcentaje de sanitarios que se quejan de los recortes, pero que votan a la derecha. No sé qué pasa, pero tendrán que solucionarlo ellos porque el mundo que viene es una mierda y yo no tengo la solución. Solo sé que la educación nos hace libres y que hay que saber a quién tenemos enfrente, porque la ultraderecha está haciendo lo que ha hecho siempre, aprovechar la democracia para dinamitarla desde dentro.

¿Qué parte de responsabilidad tienen los medios de comunicación en el auge de la ultraderecha?

Muchísima. Los medios y los periodistas. Una cosa es seguir una línea editorial y otra, mentir. Hay una cláusula de conciencia a la que te puedes acoger para no engañar a la gente. Y hay quien miente sin pudor.

A pesar de que hay quien no se quiere enterar, sus podcast son muy escuchados y sus libros, muy vendidos, ¿cómo se explica?

Hay muchísima gente que sí que se quiere informar. Mucha gente me dice que está descubriendo cosas que nunca antes le habían contado. Y eso es porque no se las querían contar. Yo no digo nada nuevo, lo que cuento lo he leído y lo he leído de historiadores que no tenían tanto predicamento como los que contaban las milongas de la reconquista o de la batalla de Covadonga... pero lo cuento de otra manera. En Galicia tenéis la gran mentira de los huesos de Santiago, y hay historiadores que lo han contado, pero en vez de darles voz a ellos, se les da a los que dicen lo de la tumba y todo ese fraude. Eso se sabe, que la batalla de Clavijo es un invento, que Santiago Matamoros es un invento, que los huesos de Santiago no están ahí... Es una estafa moral porque engañan a la gente con su fe y una gran estafa económica porque hacen negocio.

Se suele decir que la historia la cuentan los vencedores y nunca los vencidos.

Sí, porque los que no ganaron no tienen la misma voz. Su parte está contada, pero hay que ir a leerla. Dicen que los españoles fueron a salvar a los aztecas porque sacrificaban guerreros, cuando ellos llevaban a la gente a la hoguera en la Inquisición, o les daban garrote, o tenían esclavos. Cada pueblo hacía de las suyas. Los cristianos llevan ejecutando y asesinando gente toda la vida. Desde hace un siglo no, porque no pueden, pero si pudiesen, seguirían haciéndolo. Para mí todas las religiones son sectas, porque cualquier cosa que te obligue a no pensar o a creer en una cosa sin cuestionártela, es una secta destructiva y peligrosa.

Si la historia ya es injusta con los vencidos, ¿cuánto más lo ha sido con las mujeres?

Hay miles de historias de mujeres silenciadas. Incluso Juana I de Castilla, que murió siendo reina, es conocida como Juana La Loca, puede ser que tuviese un punto de esquizofrenia, pero eso no la convierte en una persona que no sea válida. Ella tenía a su padre, a su marido, al cardenal Cisneros y a su hijo Carlos acosándola, es que si no estás loca, te vuelven loca.

El otro día hablaba en la radio de María Pita y decía que no le gustaba llamarla heroína.

Cuando tratas a alguien de héroe o de heroína le restas valor, porque lo elevas a una categoría mística. Eran mujeres que lucharon en la guerra como lo han hecho toda la vida. María Pita también tenía un carácter de mil demonios, que después estuvo metida en juicios, pero era una mujer como tantas. Cuando hablas de heroínas se difumina lo que hicieron. María Pita le echaría valor en un momento y ya parece que fue la leche. Estoy segura de que hubo unas treinta mujeres más igual de valientes que María Pita. Eso ha ocurrido siempre, también en la Primera y en la Segunda Guerra Mundial, que había mujeres que eran pilotos de aviación y que, al terminar la guerra, su historia quedó opacada.

Se suele decir de usted que es la profesora de historia que todos hubiésemos querido tener, ¿es por cómo lo cuenta o porque lo que cuenta interesa más?

Eso me lo dicen mucho, pero yo siempre digo que no soy historiadora y que no tengo ni idea de docencia. Yo cuento las cosas como me dijo un redactor jefe una vez: “Nieves, cuenta las cosas para que te entienda la señora María”. No sabes a quién te estás dirigiendo, así que, te tiene que entender todo el mundo. Hay que contar las cosas con claridad y errores podemos cometer, pero no se puede mentir deliberadamente. Lo cuento como se lo contaría a un amigo, huyendo del lenguaje académico, que es lo que ha separado a algunos historiadores de la gente. Ese lenguaje hace que a la gente le parezca una cosa muy árida, cuando la historia es divertidísima. Es muy extravagante, no entiendo que la gente lea ficción siendo la historia mucho más estrafalaria.

Y con un lenguaje propio, porque mastuerzo, yo no se lo había escuchado nunca a nadie.

Las palabras están en el diccionario, mastuerzo es un insulto que ni siquiera es grave.

Es que Fernando VII...

Es un cretino, es un zopenco... le llamé mastuerzo un día y se le quedó, pero le llamo tarugo, le llamo de todo. Cuando voy a usar un insulto voy al diccionario y digo: “esto no es un insulto, es una definición”. ¿A un mentiroso cómo lo defino? ¿Qué palabra tengo que usar para decir que uno no fue un buen rey? ¿Qué palabra digo para hablar de Juan Carlos? Es un delincuente, aunque no se le pueda juzgar, porque era inviolable. Nos han convencido de que todo lo que no es un halago es un insulto y yo no quiero que me roben el lenguaje. Quiero llamarle inepto al inepto y descerebrada a la descerebrada.

¿Ser tan clara le supone muchos quebraderos de cabeza?

Ninguno, sin embargo, la gente da por hecho que sí que los tengo que tener. No lo entiendo.

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