Los fármacos antihipertensivos y antidiabéticos empleados en pacientes con síndrome metabólico o diabetes pueden ser de utilidad también para tratar la enfermedad de Párkinson, una enfermedad neurodegenerativa de la que se diagnostican unos 10.000 nuevos casos al año en España. Así lo muestra la tesis de Carmen Labandeira, neuróloga del Complejo Hospitalario Universitario de Ourense (CHUO), dirigida por Ana Isabel Rodríguez desde el grupo de Neurología Molecular y Celular de la Enfermedad de Parkinson del CiMUS de la Universidad de Santiago de Compostela (USC), en el que también participan las investigadoras del CiMUS María Pedrosa y Rita Valenzuela.

Dicho estudio, en el que han participado pacientes gallegos, profundiza en la relación entre el síndrome metabólico y las enfermedades neurodegenerativas, un binomio cuya conexión, abordaje terapéutico y posibles soluciones se vienen analizando en los últimos años desde diferentes enfoques. “Un considerable número de datos apunta en los últimos años hacia la influencia de diversas patologías englobadas en este síndrome, como la obesidad, la hipertensión o la diabetes, en la aparición y la progresión de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson. Se están estudiando posibles mecanismos que expliquen esas conexiones”, explica Labandeira.

Se entiende por síndrome metabólico la existencia de, al menos, tres de las siguientes alteraciones metabólicas: niveles altos de glucosa o triglicéridos, descenso del colesterol HDL (coloquialmente conocido como “colesterol bueno”), hipertensión y obesidad de predominio abdominal. El control de estas enfermedades o tratamientos ya utilizados en las mismas podrían resultar de utilidad para combatir la neurodegeneración.

El estudio gallego se ha centrado en la aparición de determinados autoanticuerpos tanto en pacientes de párkinson como en enfermedades englobadas en el síndrome metabólico. Las investigadoras comprobaron en el laboratorio, usando modelos animales y células en cultivo, que dichos anticuerpos acentúan la muerte de las neuronas que degeneran en el párkinson y promueven la neuroinflamación asociada a la neurodegeneración. “Estos autoanticuerpos sobreestimulan los receptores (tipo 1 de angiotensina, AT1), que juegan un papel importante en la hipertensión y en los problemas derivados de la diabetes. Fármacos que bloquean estos receptores se usan desde hace tiempo contra la hipertensión y los datos sugieren que podrían ser útiles contra la neurodegeneración. Un estudio muy reciente corrobora que estos AT1 son más abundantes en las neuronas que antes degeneran en el párkinson”, explica la autora.

Según Labandeira, este hallazgo no solo abre nuevas vías para tratar la enfermedad de Párkinson a través del bloqueo o regulación de estos receptores con fármacos ya existentes y, por tanto, seguros. “También se podría pensar en futuras estrategias para inhibir la generación de esos autoanticuerpos perjudiciales o usar determinaciones de esos anticuerpos y otros indicadores como marcadores de riesgo que permitiesen poner en marcha tratamientos protectores en personas de riesgo antes del desarrollo clínico de la enfermedad”, añade la neuróloga. Este estudio ha generado publicaciones en prestigiosas revistas internacionales como NPJ Parkinson’s Disease y Frontiers in Neuroendocrinology.