La Opinión de A Coruña

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Terry Virts Astronauta de la NASA

“Al ver salir el sol sobre la Tierra, escuché a Dios”

“Cuando me licencié de las misiones espaciales pensé: ‘No tengo suficiente fe como para ser un ateo’. Alguien tuvo que iniciar todo esto”

El astronauta Terry Virts. // ELISENDA PONS

Terry Virts (Baltimore, 1967) puso su vida en riesgo muchas veces. Al tripular el ensamblaje final de la Estación Espacial Internacional (ISS) como piloto del transbordador Endeavour. Al pasar 200 días en la ISS como comandante de la Expedición 43. Pero no estaba preparado para lo que ocurrió: un viejo amigo de Harvard, Jordi Jové, lo llevaba a ver un observatorio de Girona. Se rompieron los frenos y Jové hizo una maniobra para detener el vehículo que acabó con su vida y se la salvó a él. Virts no quiso cancelar esta ni otras entrevistas, a modo de homenaje.

Pensaba empezar preguntando si se está mejor allá arriba o aquí abajo, pero ahora...

La tragedia forma parte de la vida, tanto en la Tierra como en el espacio. En 2003 vi morir a siete compañeros cuando el Columbia se desintegró al reingresar en la atmósfera. Esta vez Jordi murió para salvarme. Habíamos pasado todo el día juntos, hablando del futuro, y en un momento dado me dijo: !Terry, tienes que vivir cada segundo como si fuera un regalo!.

No deja de ser paradójico. Con la de veces que ha corrido riesgos.

No puedo contar con los dedos de las manos y los pies las veces que he estado a punto de morir. Fui piloto de aviones de combate en Irak y he participado en maniobras complejas en el espacio. No sé por qué sigo estando vivo.

¿Cree en Dios?

Cuando me licencié de las misiones espaciales pensé: “No tengo suficiente fe como para ser un ateo”. Alguien tuvo que iniciar todo esto.

La ciencia trata de explicarlo.

Si usted encuentra un reloj en un bosque, ¿pensaría que el viento, la lluvia y un relámpago lo crearon? Me apasionan el trabajo del CERN (donde está el Gran Colisionador de Hadrones) y del telescopio James Webb, pero a la vez pienso: “Dios tiene que existir”. Y me gustaría ver la creación desde su punto de vista.

¿El espacio exterior le ha dado alguna prueba?

Definitivamente, sí. En un paseo espacial estaba uniendo cables, completamente solo, giré la cabeza, vi la salida del sol sobre la Tierra y escuché a Dios. Se solapó lo prosaico de aquellos cables y la experiencia de lo sublime.

¿Le importa ir a cuestiones más banales?

En absoluto.

¿Se duerme bien?

Es mejor dormir sin gravedad. Te metes en el saco y flotas.

¿Se mantienen relaciones sexuales?

Dedico a esa cuestión un capítulo de mi libro How to Astronaut. Se titula Fueron 200 días larguísimos. No le digo más.

Hay que tener la mente fría.

Los astronautas seguimos lo que en psicología se llama compartimentación. Si estás divorciándote y tienes que pilotar, pones lo primero en una caja y te concentras en la misión. Va muy bien para el trabajo, pero no para la vida.

Entiendo. ¿Cuántas veces dijo aquello de “Houston, tenemos un problema”?

En 2015 viví una fuga de amoníaco del radiador, que es mortífera. En medio de la anexión de Crimea, Dimitri Rogozin, hoy jefe de la Agencia Espacial, nos llamó por radio: “Colegas norteamericanos, os podéis quedar en la parte rusa tanto como necesitéis”. El espacio nos enseñaba cómo debíamos actuar.

Ahora mismo, tres de los seis cosmonautas de la Estación Espacial Internacional son rusos.

Fue decepcionante verles desplegar la bandera de la autoproclamada República Popular de Lugansk. Estoy convencido de que hacían lo que se les ordenaba.

A juzgar por su cuenta de Twitter, Ucrania es una de sus mayores preocupaciones.

Los que van al espacio no vuelven a la Tierra necesariamente para hacer el bien. Tres cosmonautas rusos con los que trabajé fueron a la Duma para apoyar la invasión. Esto es 100 veces peor que lo de Crimea, que pude observar desde el exterior. Ningún demócrata puede tolerar dictaduras como la china o la rusa.

¿Tiene usted ambición política?

Es una de mis actuales pasiones. Pero no soy demócrata ni republicano, soy de centro. Necesitamos una Norteamérica fuerte para ayudar al resto de las democracias. Y para eso hay que poner nuestra casa en orden.

Vista desde fuera, ¿la especie humana es muy estúpida?

La astronauta italiana Samantha Christophetti, un ser humano increíble, me dijo: “Todos estamos en la misma nave y hemos de actuar como parte de la tripulación, no solo como pasajeros”.

Puede que acaben decidiéndolo Elon Musk y Jeff Bezos.

Musk, Bezos y otros inversores privados necesitan lanzar decenas de miles de satélites para conseguir internet desde el espacio y los residuos que generarán se quedaran ahí durante siglos. Las generaciones futuras nos culparán de haberlo consentido.

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