Europa es la respuesta, Europa es la solución. Esta es la síntesis del mensaje que Felipe VI envió ayer desde el teatro Campoamor de Oviedo durante su discurso en la ceremonia de entrega de los premios Princesa de Asturias. El discurso integró el agradecimiento, sentido, a Luis Fernández-Vega por su servicio de estos últimos años al frente de la Fundación Princesa de Asturias, y concluyó con una defensa cerrada de la Unión Europea, de “un proyecto de progreso, de libertad, de equidad, de dignidad, de respeto, de derechos humanos, de principios democráticos, que merece nuestra lealtad y todo nuestro compromiso en uno de los momentos más cruciales de su historia reciente”, señaló el Rey.

Actuación de la cantaora Carmen Linares y la bailaora María Pagés durante la ceremonia. | // MIKI LÓPEZ

“No olvidemos”, recordó Felipe VI, “que el origen de la actual Unión Europea fue la búsqueda de una paz permanente tras la devastación causada por las dos grandes guerras mundiales”. Por esa misma razón, el Rey insistió en que, en tiempos de zozobra, es una obligación apoyar, con más ahínco incluso, el proyecto europeo: “Momentos adversos como los actuales provocan dudas e inquietudes sobre la propia construcción europea —señaló Felipe VI—. Por eso no podemos desfallecer, debemos perseverar para la consolidación de este proyecto”.

En uno de sus discursos con mayor carga política, Felipe VI no quiso dejar dudas sobre su firme apoyo al proyecto europeo, arrinconado por “la situación económica mundial, la seguridad energética o la crisis medioambiental”, a los que calificó como “enormes desafíos a los que se suma una guerra en Europa”.

A juicio de Felipe VI, en estos momentos hay que apoyar más que nunca ese proyecto europeo, que a su vez refuerza el proyecto común de todos los españoles. “Debemos recordar y reconocer la trascendencia que para España ha tenido y tiene la Unión Europea. Fue en el pasado un anhelo, una ambición, una aspiración histórica. Hoy es una realidad que vivimos día a día. Hoy construimos España construyendo Europa. De ahí, nuestra implicación en ese futuro compartido, que significa mucho más que la creencia de un ideal: significa la lucha por unas convicciones y unos principios para forjar unidos un futuro de paz, justicia, libertad y esperanza”.

“Putin no es Rusia”

En su denuncia de los horrores de la guerra, el discurso de Felipe VI entroncó con el de Adam Michnik, premio de Comunicación y Humanidades, que usó su turno de palabra para denunciar los crímenes del régimen de Vladímir Putin en Ucrania. “La guerra del régimen de Putin contra Ucrania es en realidad una guerra contra todo el mundo democrático”.

Además de Michmik, los galardonados de este año han sido Carmen Linares y María Pagés (Artes), Eduardo Matos Moctezuma (Ciencias Sociales), Shigeru Ban (Concordia), Ellen Macarthur (Cooperación), Equipo Olímpico de Refugiados (Deporte), Geoffrey Hinton, Yann Lecun, Yoshua Bengio y Demis Hassabis (Investigación Científica) y Juan Mayorga (Letras).

Por su parte, la Princesa Leonor en su discurso desembocó en una mínima alusión, muy breve, a las convulsiones de un mundo que “no es fácil”, “que ha cambiado y sigue cambiando”. Después de incitar a “mantener el entusiasmo por conocer”, de exhortar “a equiparnos con responsabilidad y capacidad de esfuerzo” y de alentar a los jóvenes “aprender de los que saben”, la heredera de la Corona terminó asentando sobre el legado de los galardonados la sentencia, como un conjuro, que cerró su alocución: “Las cosas siempre pueden cambiar para bien”. “En días como hoy”, enfatizó, es eso lo que “nos hace sentir” el ejercicio que ella hizo ayer al “escuchar, admirar y reconocer la excelencia de nuestros premiados”.

Fue la culminación pretendidamente alentadora de las 696 palabras y casi cinco minutos clavados de parlamento que la princesa adolescente dedicó sobre todo a entresacar lecciones de las biografías de los distinguidos. Reprodujo el formato del año pasado, una suerte de versión reducida y adaptada del discurso en el que su padre glosa cada año en el Campoamor, una a una, las virtudes de cada galardonado. Leonor, “muy feliz por volver a Asturias un año más”, les recordó a los presentes su edad —“en unos días cumplo 17 años”— antes de asegurar que “descubrir la obra de nuestros premiados me ayuda a entender mejor el mundo que nos rodea”.

Se trabó poco, leyó con miradas alternativas al papel y al auditorio y pronunció los nombres de los premiados británicos con inglés de internado de Gales, ante la sonrisa complacida y los cabeceos de asentimiento de su madre.