Ningún consumo de alcohol puede considerarse seguro. Porque se relaciona con más de 200 enfermedades, como la cirrosis hepática, pancreatitis, osteoporosis, hipertensión arterial, insuficiencia cardíaca, ictus o demencia, entre otras. El 12% de todos los cánceres tienen relación directa con la bebida. Si, además, existe consumo de tabaco, el riesgo de desarrollar neoplasias -formación anormal en alguna parte del cuerpo de un tejido nuevo de carácter tumoral- se multiplica entre 10 y 100 veces. Lo sostiene la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI) con datos contundentes: hasta 10 de cada 100 pacientes ingresados en sus servicios en los hospitales españoles presentan un consumo excesivo. Preocupan los pocos datos que hay de esa adicción entre los mayores de 80.

Son datos que se darán a conocer en la mesa 'La Medicina Interna y las Adicciones' que tendrá lugar en el 43º Congreso Nacional de Medicina Interna de la SEMI-8º Congreso de la Sociedad Asturiana de Medicina Interna (SAMIN)-8º Congreso Ibérico de Medicina Interna en Gijón (Asturias) y que tendrá lugar del 23 al 25 de noviembre. Con datos de la sociedad científica en España, en 2020, existían 44 Unidades de desintoxicación hospitalaria. Como explica Daniel Fuster, médico internista SEMI y ponente en la mesa, "la desintoxicación es el proceso supervisado médicamente en el que el paciente deja de consumir la sustancia que le produce el trastorno por uso (ya sea el alcohol, la cocaína, el cánnabis, opiáceos u otros)".

En las unidades de desintoxicación se tratan los problemas que aparecen en el síndrome de abstinencia

En este proceso se abordan los problemas que aparecen en el síndrome de abstinencia, se aprovecha para evaluar la presencia de comorbilidad médica y se puede inducir a tratamiento -farmacológico o no farmacológico- para prevenir la recaída en el consumo, detalla el especialista. Las intoxicaciones o sobredosis, la abstinencia aguda y las complicaciones asociadas al consumo como la infección de partes blandas, la encefalopatía de Wernicke o la hepatitis aguda alcohólica, entre otras, son algunos de los motivos de ingreso más frecuentes en cuanto la atención de forma aguda a los pacientes con trastorno por uso de alcohol u otras drogas. Los internistas destacan su papel en el abordaje de estos pacientes.

Por ejemplo, en un hospital de nivel terciario como el Hospital Universitari Germans Trias i Pujol, de Barcelona, la Unidad de Adicciones de Medicina Interna se encarga de la asistencia compartida al servicio de Psiquiatría y recibe también interconsultas de otros servicios. El número es de unas 120 al año, cifra que ha ido creciendo paulatinamente. La sustancia principal que motiva la consulta es el alcohol en un 53%, seguido por los opiáceos en un 14%, el tabaco en un 10%, el cánnabis en un 7% y la cocaína en un 5,2%. 

El estigma de las mujeres

El trastorno por uso de sustancias es un problema con predominio del sexo masculino en una proporción de entre 3-4 hombres por cada mujer, indican los médicos. Esta prevalencia "puede estar mediatizada" por "el mayor estigma en el caso de las mujeres", que les hace que les resulte "más difícil consultar por este motivo". Cuando las unidades hospitalarias abrieron, señalan los especialistas, el perfil era el de un hombre joven (de menos de 35 años) con trastorno por uso de opiáceos.

El perfil ha ido cambiando: con una edad mediana de 50 años, una disminución de la prevalencia de los problemas derivados del consumo de drogas endovenosas (hepatitis víricas, VIH/SIDA y endocarditis infecciosas) y un papel más relevante del alcohol asociado o no al uso de cocaína u otras sustancias. En los pacientes es mayor la prevalencia de problemas hepáticos o de problemas de salud cardiovascular. Según explica el doctor Miguel Marcos, coordinador del Grupo de Alcohol y Alcoholismo de la SEMI: "Ningún consumo de alcohol puede considerarse seguro".

Los mayores de 80 años no aparecen en los estudios y el desarrollo de enfermedades y su posible relación con complicaciones es desconocida

Y un dato muy llamativo: en personas de edad avanzada es, de forma habitual, ese consumo es minimizado tanto por los pacientes como por los médicos. La población de más de 80 años no suele aparecer en los estudios que analizan el consumo y el desarrollo de enfermedades y su posible relación con complicaciones en esta franja de edad es desconocida. Algunos trabajos, apunta la SEMI, sugieren que, entre un 30 y un 50% de esos mayores, consumen alcohol de forma habitual. Se sabe que ese consumo puede provocar interacciones con múltiples fármacos, aumento del riesgo de caídas, desencadenar arritmias cardíacas o aumentar el riesgo de eventos cardiovasculares.

El Registro de Consumo de Alcohol en Pacientes Ancianos (RECALAN) trabaja con la hipótesis de que el consumo de alcohol puede influir en las condiciones de salud previas

Desde el grupo de trabajo de Alcohol y Alcoholismo se planteó, en colaboración con el grupo de trabajo de Pacientes Pluripatológicos y Edad Avanzada también de SEMI, el Registro de Consumo de Alcohol en Pacientes Ancianos (RECALAN), con la hipótesis principal de que el consumo de alcohol puede influir en las condiciones de salud previas, capacidad cognitiva y funcional y complicaciones durante el ingreso hospitalario por cualquier causa en mayores de 80 años. El único criterio de inclusión en este registro es que se trate de un paciente mayor de 80 años ingresado por cualquier causa.

Entre los datos preliminares, destaca que un 30% de los pacientes habían consumido alcohol en algún momento y un 20% de ellos presentaban un consumo activo en el momento del ingreso, en la mayoría de los casos de forma diaria. Esos mayores tenían de forma más frecuente desnutrición y deterioro cognitivo. Durante el ingreso, sufrieron más habitualmente complicaciones relacionadas "con incapacidad para conciliar el sueño y episodios de confusión mental y agitación psicomotriz". Los datos, señala la SEMI, todavía son preliminares y el objetivo es lograr la inclusión de al menos 1.500 personas para poder establecer conclusiones fiables.