Funcionarios de Aduanas y agentes de la Guardia Civil del puerto de Valencia han localizado e intervenido el mayor cargamento de cocaína hallado en España en los últimos cuatro años, 5,5 toneladas.

El cargamento estaba camuflado en un contenedor que traía plátanos de Sudamérica y ha sido posible su incautación gracias a los filtros de seguridad impuestos desde la unidad de análisis de riesgos (UAR), conformada por funcionarios de Aduanas y por guardias civiles de la Odaifi. Desde hace un año, estaban prestando especial atención a la importación de fruta fresca, tras haber detectado varios contenedores anteriores con droga, como, por ejemplo, uno intervenido recientemente en el puerto de Barcelona con 70 kilos de cocaína.

Según la información a la que ha tenido acceso Levante-EMV, los 5.5592 kilos estaban camufladas dentro de las cajas de algunos de los pales, y cubiertos por la fruta para evitar su detección. El contenedor formaba parte de un envío de tres para una empresa valenciana importadora de fruta. Aunque, precisamente, el contenedor contaminado tenía un destino distinto. La droga fue descubierta durante la revisión de esos tres contenedores, llevada a cabo el pasado 14 de noviembre al día siguiente de que fueran desembarcados en el puerto de Valencia.

De momento, no se han producido detenciones, ya que no había una investigación previa, sino que lo primero que ha ocurrido es la detección de la droga, de manera que ahora el caso pasa al Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Comandancia de la Guardia Civil de Valencia para que intenten establecer para quiénes era esa ingente cantidad de cocaína, la mayor aprehendida en un solo contenedor en toda España en los últimos cuatro años, sino qué señores de la droga europeos han financiado su flete y posterior distribución.

Según un comunicado emitido hoy por la Comandancia de Valencia, la droga habría alcanzado un valor en el mercado ilícito de 340 millones de euros, aunque la cantidad final sería mucho mayor, ya que primero se vende por kilos -el precio oscila entre 23.000 y 28.000 por kilo al por mayor- a las organizaciones de mayor nivel (y poder adquisitivo) y estas, a si vez, a las intermedias, que son las que empiezan a adulterar la cocaína con diversas sustancias, lo que les permite obtener tres kilos a partir de uno de los originales. Esos traficantes la vuelven a vender, también a kilos y prácticamente por el mismo precio, para lo cual la prensan para darles la forma de ladrillo que tienen los paquetes enviados desde Suramérica y los precintan en film transparente y en gomas de colores, con la misma intención de camuflaje.

Obviamente, la pureza con la que llega de los laboratorios de la selva, entre un 80 y un 90%, se reduce considerablemente, hasta llegar a entre un 20 y un 30% cuando se vende en la calle por gramos, después de todas las ventas y adulteraciones intermedias, por lo que cada kilo acaba generando muchos más beneficios.