Redes sociales

Adiós a los filtros: ahora se lleva ser real

'BeReal', la nueva red social que trata de desbancar a Instagram, aúpa un movimiento que se lleva gestando años: "Todo lo que consumimos influye en cómo nos sentimos"

Los filtros ya no están de moda: el fenómeno 'ser real' arrasa.

Los filtros ya no están de moda: el fenómeno 'ser real' arrasa. / Instagram: @beatrizfernandezgar | @danaemercer | @belleafalsa

Me llega una notificación al móvil. Tengo dos minutos para hacer una foto de lo que tengo delante mientras me hago un selfie que no puedo ver. “¡Qué horror! ¡Yo esto no lo subo!”, espeto mientras veo el resultado. Un intento, dos, tres… cinco… al sexto doy el visto bueno. No me gusto, se me ven mucho las ojeras, la cara gorda y algún grano. Lo mejor: solo tengo dos seguidores. El colega que está conmigo en ese momento y otra persona. Aún así me da vergüenza la foto que acabo de subir.

Publicaciones de BeReal.

Publicaciones de BeReal.

Es mi primera vez en BeReal, la nueva red social de moda que aboga por la naturalidad y trata de desbancar al Instagram de los filtros y las caras y cuerpos perfectos. Aunque no es la primera vez que no quiero subir algo por verme natural. Como soy. Real. Cada vez que decido compartir una foto en mis redes sociales hago un estudio pormenorizado de poses, maquillaje, filtros, ropa… ¡ni que fuera yo modelo!

Así es BeReal

Esta plataforma francesa surgió en 2020. Mientras TikTok se popularizaba a ritmos de vértigo durante la pandemia y se convertía en la aplicación más descargada en el primer año COVID, BeReal no era conocida. Sin embargo, en este 2022 ya acumula más de 53 millones de descargas.

La clave de su éxito está en la sorpresa. Es imposible prepararse para publicar contenido porque nunca se sabe cuándo va a llegar el aviso para 'ser real'. La aplicación envía una notificación a todos los usuarios a una hora determinada del día y da solo dos minutos para que hagan las fotografías del momento en el que se encuentra, sin margen para producir la escena.

Vamos a refrescar la memoria. En 1997 nace la primera red social de la historia: SixDegree. En ella se podía crear un perfil, tener un listado de amigos y compartir mensajes con ellos. A partir de entonces el nacimiento de redes de todo tipo es imparable. Fotolog, Messenger, MySpace, Flickr… en 2006 llega Twitter y poco después, en 2010, aparece Instagram (TikTok ve la luz en 2016). Lo que nació para los amantes de la fotografía, para compartir esas imágenes inolvidables del momento, se ha convertido en un reducto de cuerpos de escándalo y caras irreales. En una pasarela Cibeles de andar por casa y, en muchos casos, en una mentira muy gorda.

Según Marta Martínez Novoa, psicóloga y autora del libro 'Que sea amor del bueno', “estar expuestos continuamente a fotos con filtros o retocadas distorsiona la imagen corporal mental que tenemos de los demás y de nosotros mismos”. A lo que añade que “no existe una patología como tal para este problema, también es algo muy nuevo, pero sí que puede constituir un factor de riesgo para patologías que ya existen: trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad, depresión…”.

Influencers del amor propio

Aunque, poco a poco, la tendencia está cambiando. Son muchas las usuarias de Instagram que han decidido dar un golpe sobre la mesa y mostrar la realidad. Algunas de ellas, Beatriz Fernández (@beatrizfernandezgar) o, a nivel internacional, Danae Mercer (@danaemercer). Ambas son modelos profesionales y las dos, desde el altavoz que les da Instagram, muestran la realidad de unos cuerpos de verdad. Preciosos, pero de verdad.

La modelo española cuenta en sus redes su experiencia en el mundo de la moda, como bajó a los infiernos de los trastornos alimenticios por aceptar los cánones que le pedían en el mundillo. "La presión social que hay y todos estos retoques de las aplicaciones está llegando a unos niveles de distorsionar la realidad. Pero luego, al mismo tiempo, hay un bombardeo de 'Ama y acepta tu cuerpo' que, si no se entiende bien, tan sólo nos hace la picha un lío", sentencia con claridad en una de sus publicaciones.

Es la revolución de la gente de a pie haciendo, en ocasiones, de psicólogos del usuario de redes sociales. Sobre todo entre los jóvenes. Tras la pandemia y con el bombardeo de publicaciones retocadas en Internet, según datos de la Asociación Contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB), en España, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) tienen una prevalencia de alrededor del 4,1 y el 4,5 % entre los 12 y los 21 años y son precisamente estos los principales usuarios de redes.

ACAB anota además que el mayor perfil de riesgo para desarrollar un TCA en nuestro país son las mujeres, adolescentes y que practican deporte con altas exigencias. Estos trastornos son más frecuentes entre la población femenina. En concreto, la proporción de hombres es de uno por cada nueve mujeres. La adolescencia es la etapa de mayor riesgo.

Los trastornos alimentarios son la tercera enfermedad crónica más frecuente en adolescentes, según la Sociedad Española de Médicos de Familia y Generales (SEMG). Aunque los trastornos de la conducta alimentaria afectan a ambos sexos, son dos veces y media más habituales en mujeres, siendo su prevalencia en España de 4,1% a 6,4% en mujeres entre 12 y 21 años, y de 0,3% para los hombres.

“Que los usuarios solo vean gente perfecta en redes hace que se construya de forma implícita un ideal mental de belleza que es totalmente inalcanzable, básicamente porque no es real. Esto nos puede llevar a conductas de riesgo para tratar de conseguirla, a obsesionarnos con partes de nuestra cara o cuerpo, e inevitablemente a una autoestima baja y frágil que se retroalimenta según va distorsionándose cada vez más nuestra imagen corporal”, explica Martínez Novoa. “Afecta en todas las edades, pero a los adolescentes y jóvenes más aún: porque son la población que más presente está en redes sociales y, al mismo tiempo, son edades en las que nuestra autoestima y personalidad está en plena construcción, sufrimos más cambios físicos que en otros momentos vitales, etc. y esto genera muchas más inseguridades”, añade. 

Según la psicóloga, “por mucho que cada vez hablemos más de aceptación, body positive, body neutrality, amor propio… también está la otra cara de la moneda, que es lo que hacemos y no lo que decimos. No vale de mucho que digamos que hay que aceptarse a uno mismo a través de un storie con mil filtros, porque estamos dando un mensaje totalmente incoherente y los seres humanos solemos quedarnos más con los actos que con las palabras”.

Pero, ¿cómo se pone solución a esta tendencia? Martínez Novoa lo tiene claro: “Debemos hacer un uso más honesto de las redes y saber qué clase de contenido queremos consumir en ellas. Creo que son puntos claves para comenzar a reajustar las expectativas tan irreales que construimos a través de lo que vemos, desde los filtros hasta lo que decimos en las mismas, lo veo como un todo”.

Belleza falsa, el origen

Aunque la aparición de BeReal no es el origen de este proceso de acabar con los filtros. En redes se pueden encontrar cuentas de todo tipo y, entre ellas, destaca @bellezafalsa. En el perfil se cuelgan las fotos reales de famosas en contraposición con las que cuelgan en sus cuentas o salen publicadas en las revistas.

Desde @bellezafalsa eluden atender a este periódico. La persona o personas que llevan la cuenta acceden a contestar a unas preguntas, pero después nunca llegan las respuestas. El trabajo de empoderamiento sobre la mujer de a pie se nubla bastante entre el anonimato de quien gestiona las publicaciones, la imposibilidad de comentar las mismas y la negativa a dar información a los medios. Aunque el poso queda ahí: las influencers, actrices y modelos son reales y la comparativa con las mismas entrar en una ficción que no merece la pena.