Entrevista | Celia Pérez Sousa Neuróloga del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac)
“El futuro es mucho más prometedor para las siguientes generaciones con alzhéimer”
La neuróloga del Chuac habló de los nuevos fármacos aprobados en EEUU para pacientes en fases iniciales de la enfermedad en el foro interdisciplinar de demencias impulsado por la asociación coruñesa

La doctora Celia Pérez Sousa, en el entorno del Hospital Universitario de A Coruña (Chuac). / Carlos Pardellas
Desde que salieron al mercado los últimos medicamentos para “aliviar un poco” los síntomas del alzhéimer, hace ya más de dos décadas, tanto los investigadores implicados en la búsqueda de un tratamiento farmacológico que ralentice la progresión de esa dolencia neurodegenerativa “devastadora e incurable”, como los especialistas que a diario reciben en sus consultas a los afectados y a sus familiares, han visto “con nihilismo y cierta frustración” cómo se han ido probando posibles alternativas terapéuticas que “no han salido adelante”.
En 2021, la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) dio luz verde, por la vía acelerada, al uso médico de aducanumab, una molécula dirigida contra la supuesta causa de la enfermedad: los depósitos de proteína amiloide, que al acumularse en el cerebro, provocan el mal funcionamiento de las neuronas y su muerte. Sin embargo, su homóloga europea, la EMA, rechazó su aprobación por sus “controvertidos” resultados en los ensayos clínicos [se llevaron a cabo dos, en las mismas condiciones y con pacientes del mismo perfil, y uno determinó que era eficaz y el otro no]. Hace poco más de un mes, la FDA hizo lo propio con otro compuesto del mismo tipo, lecanemab, y aunque la EMA aún no se ha pronunciado al respecto, “es, ahora, un poco la esperanza”, apunta la doctora Celia Pérez Sousa, neuróloga del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien habló ayer de estas posibles novedades terapéuticas en el Foro Interdisciplinar de Estudio de Demencias de A Coruña (Fiedac). Un grupo impulsado por la Asociación de Familiares de enfermos de Alzheimer y otras demencias (Afaco) que reúne, con periodicidad mensual, a profesionales de diversas disciplinas del ámbito sociosanitario para “debatir y buscar soluciones a problemas que aparecen en el cuidado y la atención” de los afectados por esas dolencias.
“Lecanemab ha publicado unos resultados que sí demuestran su eficacia frenando la progresión de la enfermedad en fases iniciales de la demencia tipo alzhéimer o en el deterioro cognitivo leve. En estos estadíos tan precoces es en los que la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA) ha aprobado el fármaco sin restricción por edad”, explica la doctora Pérez Sousa, quien especifica que el medicamento “ha resultado eficaz en todos los objetivos que se monitorizaban” en los ensayos clínicos.
“La FDA le dio el visto bueno el pasado 6 de enero, y ahora falta que se negocien los precios y demás. La estimación es que, entre marzo y abril, este nuevo fármaco se presente a la Agencia Europea del Medicamento (EMA), que tiene un plazo de 90 días para responder si también lo aprueba o no. Con los resultados de eficacia, la previsión es que obtenga un ‘sí’, pero no depende solo de esto. Hay que tener en cuenta la seguridad. Hace unos años se depositaron muchas esperanzas en las llamadas vacunas del alzhéimer, que también eran eficaces llevándose al amiloide, sin embargo, provocaron unos cuadros encefalíticos gravísimos y mortales. No eran seguras, luego esa vía de investigación se agotó. Y con estos fármacos anti-amiloide tenemos que volver a ser igual de prudentes”, insiste la neuróloga del Chuac.
“Hay que ver si son eficaces, pero también seguros. De hecho, hubo bastante polémica, porque dos de los más de 800 pacientes que entraron en el ensayo de lecanemab fallecieron por complicaciones, muy probablemente derivadas del fármaco. Concurrieron otras circunstancias que ahora, a posteriori, a lo mejor sí son evitables o manejables, pero lo cierto es que murieron dos personas”, señala.
La doctora Pérez Sousa considera, asimismo, que en el caso de que la EMA acabe dando el visto bueno a lecanemab [como en principio se prevé], “quizás salga con muchísimas restricciones”. “Incluso hay pacientes con demencia que tienen una variante en el gen de la APoE, y parece que este grupo de enfermos no responderían a este tratamiento —o responderían muy poco—, de modo que, si finalmente es aprobado en Europa, es posible que tengamos que realizar un genotipado a los pacientes, para excluir a los de ese grupo”, avanza la neuróloga del complejo hospitalario coruñés, quien incide en que ni lecanemab ni otras moléculas anti-amiloide que están siendo objeto de estudio son tratamientos curativos, sino que buscan frenar el avance del alzhéimer, “algo a tener muy en cuenta”.
Llama especialmente la atención, también, la doctora Pérez Sousa en que ninguno de estos fármacos son útiles para pacientes en fase moderada o grave de la enfermedad de Alzhéimer. Un grupo de enfermos “muy difíciles para las familias”, que “sufren mucho por su deterioro, su dependencia, por los trastornos de conducta tan frecuentes...”. “Estos pacientes en estadíos más avanzados son los que siempre nos preguntan más en las consultas si vamos a tener algo que ofrecerles para su enfermedad. Decirles que aún no hay nada para ellos es un jarro de agua fría. Y con estos nuevos medicamentos, nos va a tocar hacerlo. Debemos hilar fino y ser empáticos, no obstante, el mensaje tiene que ir en positivo. Y si bien es cierto que, en el presente, para ellos ya no podemos aportar demasiado, el futuro para las siguientes generaciones sí es mucho más prometedor”, sostiene.
Otra cuestión “muy importante”, que los pacientes “no tienen tan en cuenta” pero que los neurólogos consideran “extremadamente relevante”, es el diagnóstico. “No es posible empezar a dar un tratamiento sin estar seguros de que los pacientes que lo van a recibir tienen alzhéimer. Esta dolencia presenta una serie de síntomas típicos (afectación de la memoria, el lenguaje, apraxias, agnosias…), pero también hay casos en que los afectados no presentan esas manifestaciones clínicas. Y también sucede que no todo lo que parece alzhéimer lo es”, aclara la doctora Pérez Sousa, quien adelanta que, “en certeza diagnóstica”, también “están a punto de producirse grandes avances”.
“Refinar el diagnóstico y alcanzar una alta certeza es tremendamente interesante”, resalta la especialista del complejo hospitalario coruñés, y detalla: “A día de hoy, en la mayoría de los centros hospitalarios, la certeza diagnóstica pasa por hacer una punción lumbar, lo cual genera rechazo a algunos pacientes, al tratarse de una prueba dolorosa que, además, requiere cierta logística. En este sentido, está habiendo también importantes novedades, y es posible que cuando se apruebe y esté disponible lecanemab en España, hayamos avanzado ya en técnicas de diagnóstico un poco más precisas. La idea es que podamos disponer de biomarcadores en plasma, lo cual evitaría realizar una punción lumbar a los pacientes para conseguir esa certeza diagnóstica”.
“Disponer de un biomarcador en plasma —prosigue la doctora Pérez Sousa— será tremendamente útil, ya que nos permitirá cribar a los pacientes sospechosos de alzhéimer mediante un simple análisis de sangre. Y quizás a los que positivos sí haya que hacerles una punción lumbar o un test de amiloide (en los centros donde esta prueba esté disponible). Pero contar con un cribado resultaría muy interesante y nos situaría en un escenario también muy novedoso”, reitera.
“Los pacientes con alzhéimer y sus familiares pueden estar tranquilos. En cuanto haya alguna terapia de eficacia demostrada, y aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), el sistema sanitario español la va a financiar y nosotros se la vamos a dar”, resalta la doctora Celia Pérez Sousa, quien estima que “podría llevar algo más de un año” que “esto empiece a ser una realidad” si la EMA acaba dando luz verde a lecanemab, el fármaco aprobado por la vía acelerada en enero por su homóloga de Estados Unidos (FDA). En cualquier caso, insiste, “tenemos que estar preparados”.
“Hay que ver con qué precio sale al mercado medicamento y afinar muy bien el protocolo de estudio. Lecanemab es un fármaco intravenoso. Si finalmente se aprueba, los pacientes seleccionados para su administración tendrán que acudir a los hospitales de día para ponérselo, y es preciso calibrar qué va a suponer eso para esas instalaciones de los diferentes centros”, señala.
La neuróloga del Chuac incide en que ni lecanemab ni otras moléculas anti-amiloide que están siendo objeto de estudio son tratamientos curativos, sino que buscan frenar el avance del alzhéimer, “algo a tener muy en cuenta”. Además, “los ensayos tienen un tiempo limitado, están hechos a 18 meses”. “La gran incógnita es si, transcurrido ese tiempo, lecanemab sigue frenando la progresión de la enfermedad en aquellos pacientes en los que ha demostrado eficacia”, considera la doctora Pérez Sousa. “Aducanumab, el otro fármaco anti-amiloide aprobado con anterioridad en EEUU, parece que está yendo bien a cuatro años. Toca ir probándolos, quizás restringiendo mucho los pacientes a los que se indican y en condiciones de enorme seguridad (siempre con una resonancia antes y un genotipado), y ver qué ocurre a largo plazo. Puede que estos medicamentos sean solo una primera generación de moléculas anti-amiloide, no obstante, es algo esperanzador porque hablamos de terapias modificadoras del alzhéimer, algo hasta ahora inexistente”, subraya.
“Para los que nos dedicamos a esto —continúa—, es un momento ilusionante, pero tampoco vamos a pensar que estos fármacos son la panacea. Hay que ver, a largo plazo, cómo van”, reitera la neuróloga del Chuac, quien considera que “quizás solo vayan a estar ahí como un complemento a otros medicamentos”. “Incluso puede que, en el futuro, las terapias sean personalizas. Además, falta saber si podremos hacer algo por los pacientes con enfermedad de Alzheimer en fase moderada y grave, porque de momento, para estos enfermos, no hay nada”, lamenta.
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