“A la terapia CAR-T, y al equipo médico que me la administró y que me está llevando en el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) les debo todo, porque yo tenía un pie más en el otro lado que aquí”, resume José Manuel Budiño, coruñés de 62 años y primer paciente en recibir ese novedoso tratamiento contra el cáncer para enfermos hematológicos en el centro de As Xubias. Medio año después de entrar en la red nacional de hospitales autorizados por el Ministerio de Sanidad para el uso de las CAR-T en adultos, en junio de 2022, y tras obtener la aprobación oficial “con enorme esfuerzo y en un tiempo récord”, el Chuac empezó a administrar en noviembre esas terapias a pacientes con alguna de las dos patologías oncohematológicas para las que están indicadas, el linfoma difuso de células B grandes y la leucemia aguda linfoblástica, y solo en caso de recaídas. Desde entonces, las han recibido tres pacientes, un cuarto está a punto de hacerlo y se han valorado ya casos procedentes de otros hospitales gallegos. José Manuel fue el primero. “En noviembre, celebraré dos cumpleaños. El día 5, hará 63 años que nací, y el 21, será el primer aniversario desde que me pusieron la CAR-T y me devolvieron la salud y la vida”, resalta, agradecido.
Una vida que empezó a cambiar en 2019, un año después de jubilarse como empleado de banca, cuando José Manuel notó una “pequeña molestia”, un “bultito” en la zona de la mandíbula, que finalmente resultó ser un linfoma difuso de células B grandes. “En principio, estuve en seguimiento (cada tres meses, aproximadamente) en la sanidad privada con Guillermo Debén, un ‘padre médico’ para mí y que, posteriormente, me ha estado viendo también en el Chuac. En diciembre de 2021, empecé a tener alguna molestia más, que atribuí a cansancio debido a otras circunstancias, pero no era eso. Lo que sucedía es que la enfermedad se había reproducido”, rememora este vecino de A Coruña, quien admite que recibir un diagnóstico de ese tipo fue “un shock”, aunque “lo acabas asumiendo”. “Los primeros días, lo mantuve un poco en stand by y ni siquiera se lo comuniqué a mi mujer, Julia, para no preocuparla en exceso, porque sabía que para ella y nuestros dos hijos el golpe iba a ser aún mayor”, refiere.
“En enero de 2022 —continúa— inicié una primera fase de quimioterapia, ya en el hospital de día del Chuac. Fueron seis sesiones semanales, pero como no funcionaba, en julio pasaron a darme otro tipo de quimio más fuerte, que implicaba estar hospitalizado una semana para recibir el tratamiento durante las 24 horas. Eran tres sesiones, las dos primeras me las dieron en julio y agosto, pero entre medias me realizaron un PET-TAC, y en esa prueba ya se vio que esta segunda línea de tratamiento tampoco estaba resultando efectiva, y se decidió pararlo. A partir de ahí, fue cuando entraron en escena los hematólogos Víctor Noriega y Rubén Vázquez, quienes me plantearon la posibilidad de optar a las terapias CAR-T. Me dijeron que podía ser una alternativa para mí, pero había que reunir unos parámetros y unos requisitos, así que quedé a la espera de las indicaciones que ellos me fueron dando”, explica José Manuel, quien detalla que, después de varias entrevistas con los doctores Noriega y Vázquez, y tras someterse a numerosas pruebas, se puso en marcha el proceso para estrenar las CAR-T en el Chuac.
“Desde el minuto uno, supe que iba a ser el primer paciente al que se iba a administrar estas terapias en A Coruña, que podrían ir bien o no, pero lejos de preocuparme, me sentí afortunado, porque en aquel momento mis expectativas no eran buenas. Los dos tipos de quimioterapia que había recibido no funcionaron, de hecho, tras el segundo tratamiento, en septiembre de 2022, se celebró la boda de mi hijo José Manuel, y yo estaba ya muy hecho polvo, con un pie aquí y otro allá. Cuando te ves en esa situación, te agarras a lo que sea”, destaca.
"Desde el minuto uno, supe que iba a ser el primer paciente al que se iba a administrar estas terapias en A Coruña, que podrían ir bien o no, pero lejos de preocuparme, me sentí afortunado, porque en aquel momento mis expectativas no eran buenas"
“El 18 de octubre —prosigue—, me sometí a la recolecta de células (linfocitos T), por el método de aféresis, para elaborar el tratamiento, y alrededor de un mes después, el 21 de noviembre, en apenas unos minutos, me infundieron mis propios linfocitos ya modificados”, indica este vecino de A Coruña, quien después pasaría “un mes ingresado en aislamiento en el Chuac”, junto a su mujer, como “medida de precaución”. “En mi caso, todo fue bien, más allá de sufrir algo de fiebre y una bajada de defensas. No obstante, el equipo médico optó por mantenerme un mes en el hospital para detectar, inmediatamente, cualquier efecto adverso que se pudiese producir. Me hacían analíticas a diario, incluso a veces más de una, y en todo momento me sentí muy controlado, y también muy cuidado, por el personal del área de Hematología, donde estuve ingresado. Son unos profesionales maravillosos, desde el primero, hasta el último”, subraya.
“El 21 de diciembre, me realizaron un primer PET-TAC, en el Oncológico, el 20 de febrero me hicieron otro, y el resultado que dieron ambos es que no hay células malignas. Esta semana tuve consulta con los hematólogos, en abril volveré tras someterme a otra analítica y en mayo me han programado un nuevo PET-TAC”, precisa José Manuel, antes de describir su estado actual: “He recuperado mucho, ahora me encuentro con fuerzas, llevo una vida sana, aunque puedo comer de todo, y estoy feliz. Durante las primeras semanas, me aconsejaron estar próximo al hospital por si se produjese cualquier alteración, y es algo que, incluso a día de hoy, estoy respetando”, comenta, “agradecido a todos los niveles” con el equipo que lleva su caso y, en general, con la sanidad pública. “El personal de Hematología del Chuac es de lo mejor, y la sanidad pública, un tesoro”, reivindica. Al futuro le pide “que todo siga yendo como hasta ahora”, mientras tacha los meses que restan para el nacimiento de su primer nieto, Pablo. “Si hace medio año me hubiesen dicho que hoy iba a estar así, no me lo hubiese creído”, concluye.
Se estudian nuevas indicaciones y un uso más precoz
Las terapias CAR-T son una novedosa alternativa para pacientes con linfoma difuso de células B grandes y leucemia aguda linfoblástica, aunque solo en caso de recaídas, y siempre que reúnan determinados requisitos. “La limitación no es tanto de edad, como de estado de salud, puesto que estas terapias pueden desencadenar una serie de efectos secundarios puntuales y específicos que pueden llegar a ser graves”, indica Víctor Noriega, hematólogo del Chuac, quien insiste en que los enfermos a los que se administran las CAR-T han pasado ya por otros tratamientos, “como mínimo, por dos tandas de quimioterapia”, y tienen el riesgo de “haber sufrido ya alguna complicación o toxicidad que les haya dañado alguno de sus órganos” y de que, aunque todo lo demás esté bien, no cumplan alguno de los criterios para recibirlas “por su seguridad”.
El proceso de estas terapias requiere “unos periodos”, denominados “de lavado” , durante los cuales los pacientes “no pueden recibir ningún tratamiento para su enfermedad”. “Esto nos obliga a trabajar de manera muy coordinada con otros servicios médicos y a medir muy bien los tiempos, porque a veces los pacientes precisan esos tratamientos” , refiere el doctor Noriega, quien señala que, una vez recolectadas las células, “se envían al laboratorio donde se ‘fabrican’ las terapias” y, “pasadas unas tres o cuatro semanas”, este las devuelve al hospital “ya en forma de CAR-T”. “En ese periodo de espera, hay que ir valorando a los enfermos para constatar que continúan en condiciones de recibir el tratamiento”, apunta. A partir de ahí, a los pacientes se les infunde un tipo de quimioterapia, denominada de linfodepleción, destinada a ‘destruir’ sus linfocitos para poder administrarles los de la CAR-T.
“La recolecta de las células se lleva a cabo de forma ambulatoria, pero una vez que el medicamento llega al hospital y los pacientes inician esa quimioterapia, tienen que estar ingresados varias semanas, bajo una vigilancia estrecha, con un control muy exhaustivo por parte del personal de enfermería en Hematología; con otras áreas, como Neurología, Cardiología o Farmacia, muy al tanto de su evolución por si se produjese algún evento; y con los compañeros de la UCI prevenidos, también, por si tuviesen que actuar. Hay una gran coordinación entre muchos servicios para garantizar la seguridad de los pacientes”, resalta el hematólogo del Chuac, quien confía en que, en un futuro próximo, puedan incorporarse nuevas indicaciones de las CAR-T, por ejemplo, para el mieloma múltiple, dado que “hay muchos ensayos en marcha con muy buenos resultados”, y también para otros tipos de linfoma.
Además, avanza, “se están publicando resultados de su utilización, de forma más anticipada, en determinados grupos de pacientes”, y “se están viendo ya beneficios”. “Un poco lo que todos sospechamos: que utilizar de manera más precoz estas terapias, en ciertos pacientes con más posibilidades de ir mal, parece mejorar la evolución a largo plazo”, apunta el doctor Noriega, quien espera que, en el futuro, “se pueda identificar” a esos enfermos subsidiarios de recibir antes las CAR-T.