Rafael Cadenas, al recoger el premio Cervantes: “Estoy lleno de España”

El escritor venezolano recibió de manos de Felipe VI en Alcalá de Henares el galardón más importante de las letras españolas | En su discurso defendió la democracia

Rafael Cadenas, tras recibir el Premio Cervantes, con los Reyes detrás. |   // BALLESTEROS

Rafael Cadenas, tras recibir el Premio Cervantes, con los Reyes detrás. | // BALLESTEROS

Juan Cruz

Felipe VI agarró su pluma cuando empezaba su discurso el premio Cervantes de Literatura 2022, el poeta venezolano Rafael Cadenas, este lunes en la Universidad de Alcalá de Henares. Lo que escribió fue una frase del poeta: “Estoy lleno de España”. Al estrado lo ayudó a subir su hija Paula, que estaba allí con su hermano Silvio y con los nietos. Él es el primer venezolano que recibe este galardón. A Cadenas, de 91 años, vestido como anuncia en sus poemas, sin corbata, con pantalón claro y camisa azul abotonada hasta el cuello, se le atrabancaron los papeles, de modo que en un instante de confusión al Rey lo llamó “presidente del Gobierno”. El monarca, con la delicadeza que da el rigor de su cargo, saludó luego a los concurrentes haciendo mención al ministro de Cultura, Miquel Iceta, “en representación del presidente del Gobierno”.

Pero don Felipe no tomó la pluma para recordar ese detalle, sino para subrayar la frase con la que Cadenas entró de lleno en su propio discurso. Fue cuando se refirió al país que en este momento lo acoge y lo premia. Esta es la frase que apuntó don Felipe: “Estar frente a ustedes majestades y junto a poetas y escritores que siempre he admirado es mucho para quien lee estas palabras, pero debo añadir, con miras a sosegarme un poco, que estoy lleno de España”.

Los vínculos que están dentro de esa frase son varios, dijo Cadenas. El primero es la literatura, la lengua, que él ha seguido con su esposa, Milena, recientemente fallecida, “cuyo abuelo, por cierto, era de las Canarias, como ocurre a muchos venezolanos que descienden de españoles, merced a la migración que los trajo a América Latina”. “Hoy la desventura es inversa aunque no a causa de guerra alguna”. A él lo enseñaron profesores de aquella emigración. De las cosas que supo extrajo una frase de Karl Jaspers: “No existe ninguna concepción del mundo valedera, lo cual nos deja a la intemperie, pero a la vez nos fuerza a indagar. Él tenía dos temores: uno al totalitarismo y otro a la bomba. En este tiempo, aquel avanza y esta ha crecido”.

Las naciones más civilizadas, subrayó, “se encuentran entre las principales fabricantes de armas”, una industria muy próspera. Su voz fue subiendo, el poeta dedicó al Quijote y a Cervantes la pasión literaria de su discurso, que desprendía también una advertencia: no se olviden del escudero, que a su modo de ver “ha sido subestimado por los quijotistas”. Sancho “representa lo real, probablemente nuestro tiempo lo realce, ya que asistimos a una revolución de la vida corriente, y es que también en ella está el misterio”. Walt Whitman le ayudó a decirlo: “La realidad es más extraña que la ficción”.

El Quijote llevó a creer que “la utopía lo arreglaría todo y terminó en un desengaño. Es sabido que nacionalismos, ideologías y credos dividen a los humanos, pero en este tiempo, gracias al desarrollo de la comunicación, deberían ser cosmopolitas”, pero ahí está el nacionalismo, “que según Einstein es el sarampión de la humanidad”. El “ego nacional” existe, al contrario de lo que fueron Séneca o Goethe, ambos cosmopolitas, a los que Derrida animó con este título: “Cosmopolitas de todos los países, uníos.”

Ahora, entre nosotros, “la lengua está muy maltrecha, por lo que hemos de cuidarla como amadores suyos”, porque los medios dan entrada a lo que antes eran fallas del idioma, los galicismos que ahora son anglicismos.

El poeta estuvo pie a tierra todo el tiempo, no hizo metáfora sino que fue derechamente a las cosas. En este caso abordó el asunto de la democracia. “Es urgente defenderla de todo lo que la acecha, y para ello se requiere recrearla. Esa tarea”, dijo antes de que el Gaudeamus recordara que estábamos en la vieja Universidad de Alcalá de Henares y “le incumbe a la educación, que la ha descuidado. Los demócratas deben pedir a voces su renovación. Ha de interiorizarse, volverse transparente, dar primacía a lo social aboliendo la pobreza”, apoyando la cultura.

Apoyo a Sergio Ramírez

El poeta venezolano, en cuyo país vive y cuyos representantes en España obviaron su presencia en el acto de su premio, envió un mensaje de apoyo a su colega, también premio Cervantes, Sergio Ramírez, expulsado de Nicaragua, su patria, con muchos otros paisanos, por el régimen de Daniel Ortega. A Ramírez, “a quien admiro”, le expresó su deseo de que pronto “pueda volver a su país”. Cervantes, “un gran defensor de la libertad”, lo dejó dicho: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como la honra, se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a un hombre”.

El aplauso fue un subrayado que lo acompañó mientras su hija esperaba a que él fuera a su sitio a escuchar cómo el Rey le respondía resumiendo una vida que “ilumina” la literatura. Cadenas, un escritor cuya poesía, dijo el Rey, es un arma “para entender las razones” que obligan a denunciar la maldad, gracias a la obra de “un gran poeta moderno que no quiere estilo sino honradez”. Miquel Iceta, el ministro de Cultura, situó al Cervantes venezolano en los escenarios de su destierro y de su exilio, hasta los tiempos en que se incorporó a la universidad venezolana. Un hombre de pocas palabras, como en sus versos, consciente de la fragilidad del individuo, defensor del ser humano contra los totalitarismos... Cadenas ha hecho, dijo Iceta, “un viaje largo” en pos del destino de las palabras de la poesía.