EE UU da luz verde para que Elon Musk ensaye su chip cerebral en humanos

Recuperar la movilidad en personas con parálisis y la visión en ciegos, entre los objetivos

Imagen de unas manos sosteniendo un cerebro. |  // AGENCIAS

Imagen de unas manos sosteniendo un cerebro. | // AGENCIAS / valentina raffio

valentina raffio

La agencia de medicamentos de Estados Unidos (la FDA en sus siglas en inglés) ha dado luz verde a los primeros ensayos en humanos de los implantes cerebrales diseñados por la compañía Neuralink, propiedad del multimillonario sudafricano Elon Musk. Según ha avanzado la empresa a través de un escueto comunicado publicado en Twitter, las autoridades sanitarias han dado su visto bueno para iniciar las pruebas de estos microchips en humanos y, en breves, se abrirá la primera selección de voluntarios. “Representa un primer paso importante que algún día permitirá que nuestra tecnología ayude a muchas personas”, declaran desde Neuralink.

Hace años que la empresa de Elon Musk afirma que está trabajando en un sistema de microchips capaces de “leer” la actividad cerebral de pacientes que, debido a una enfermedad, han sufrido algún tipo de alteración de sus capacidades. Según afirman desde la compañía, hay al menos tres líneas principales de trabajo. La primera se centra en intentar restaurar la capacidad comunicativa en personas que han perdido esa habilidad tras un infarto o una esclerosis lateral amiotrófica (ELA). La segunda se centra en implantes para “restaurar la visión” en personas que la han perdido (o que nunca la han tenido). Y la tercera estaría enfocada en recuperar la movilidad de pacientes con parálisis o daños en la médula espinal.

Hasta ahora, todas estas líneas de trabajo se han testado (con más o menos éxito) en modelos de animales. En los últimos años, de hecho, la compañía ha puesto a prueba su tecnología en ratones, ovejas, cerdos y monos, ensayos que han prosperado con éxito. Pero según denunciaron varios trabajadores, las pruebas acabaron con la muerte de más de 1.500 especímenes. Una investigación de Reuters desveló que el departamento de Agricultura estadounidense había abierto una investigación por un posible caso de maltrato animal durante estos experimentos. “Las denuncias internas hacen temer que Neuralink haya causado un sufrimiento innecesario a muchos de los animales con los que realiza pruebas”, apunta el informe desvelado por Reuters.

Pese a las polémicas, el estudio de estos implantes cerebrales siguió avanzando. En una de las primeras revisiones técnicas de esta tecnología, las autoridades sanitarias se mostraron preocupadas por el “sobrecalentamiento de los implantes” ya que, eventualmente, podía traducirse en la fuga de elementos químicos desde el implante hacia la masa cerebral. También brotaron las dudas por el uso de las baterías de litio del dispositivo, el riesgo de migración de los cables hacia otras áreas del cerebro y, finalmente, las dudas sobre qué pasa si un paciente decidiera que quiere quitarse el dispositivo.

Las autoridades sanitarias han autorizado lo que sería la primera fase de un estudio clínico. Este proceso suele iniciarse reclutando un reducido grupo de voluntarios para poner a prueba la seguridad y la efectividad de estos dispositivos cerebrales. Todavía no está claro si se seleccionarán pacientes con parálisis, con ceguera o con problemas del habla o si, por el contrario, se optará por empezar con voluntarios sanos. En ambos casos, según dictan los protocolos, las pruebas podrían alargarse meses o incluso años hasta arrojar un resultado concluyente. A partir de ahí, si todo va bien, se iniciarían ensayos en grupos cada vez más grandes y, finalmente, se acabarían probando a gran escala.

Fases del estudio

El proceso de ensayos clínicos podría alargarse años (o hasta una década). Finalmente, si los estudios arrojan buenos resultados en cuanto a seguridad y eficacia, serán las autoridades sanitarias las que tengan la potestad de decidir si el uso de estos implantes se aprueba de forma oficial o no. Solo entonces, si todo va bien, este tipo de herramientas podrían comercializarse y llegar a todos los pacientes que eventualmente pudieran beneficiarse de este tratamiento. Por el contrario, si en algún momento se detecta que el riesgo de estas herramientas es mayor que sus eventuales beneficios, la aventura de Neuralink podría frenarse por el camino.

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