La víctima de Oia estaba bajo protección policial y se la consideró de riesgo medio

Los agentes habían efectuado 56 intervenciones de protección con Vanessa desde que en abril denunció a su expareja, guardia civil, por una agresión que la llevó al hospital

Flores, lágrimas y aplausos en memoria de la fallecida. El camping O Muiño fue escenario ayer de un multitudinario minuto de silencio que solo se rompió por los emocionados aplausos de los asistentes. Amigas, trabajadores, familias hospedadas en el establecimiento y vecinos de Oia se unieron para condenar la violencia machista. La alcaldesa de la localidad, Cristina Correa, leyó un comunicado. También acudió hasta allí la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba. En la imagen, la regidora de Oia entre dos amigas de Ana Vanessa y la directora del camping. | ALBA VILLAR

Flores, lágrimas y aplausos en memoria de la fallecida. El camping O Muiño fue escenario ayer de un multitudinario minuto de silencio que solo se rompió por los emocionados aplausos de los asistentes. Amigas, trabajadores, familias hospedadas en el establecimiento y vecinos de Oia se unieron para condenar la violencia machista. La alcaldesa de la localidad, Cristina Correa, leyó un comunicado. También acudió hasta allí la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba. En la imagen, la regidora de Oia entre dos amigas de Ana Vanessa y la directora del camping. | ALBA VILLAR / m. FontánM. F.

m. Fontán M. F.

Ana Vanessa Serén, la mujer de 44 años asesinada por su expareja guardia civil de profesión a la salida del camping de Oia donde ella trabajaba, estaba bajo protección policial desde mediados de abril. El Equipo de Mujer-Menor (Emume) de la Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra se encargaba de este cometido a raíz de que en dicha fecha la víctima denunciase a Víctor G.D. tras sufrir una agresión por la que tuvo que ser trasladada al Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo. Esos hechos dieron lugar a un juicio rápido y a una sentencia que impuso al agresor una orden de alejamiento y de prohibición de comunicación. Desde entonces y hasta que este fin de semana ocurrió el crimen los agentes habían realizado 56 intervenciones de protección con la mujer —a la que se clasificó policialmente como de riesgo medio— consistentes en seguimientos y otro tipo de medidas que, lamentablemente, no pudieron evitar el trágico desenlace.

El presunto asesino, en una imagen de 2007.   | // L. O.

El presunto asesino, en una imagen de 2007. | // L. O. / m. FontánM. F.

Natural de Lugo, Vanessa tuvo una relación de varios años con Víctor, compartiendo vida primero en Asturias, donde él estaba destinado, y después en A Guarda, de donde era originario el guardia civil y donde ambos se asentaron tras ser trasladado al cuartel de Baiona. Desde hacía dos meses vivía en Oia, con una vecina de la localidad que la había acogido en su casa tras romperse la relación. Amigas íntimas cuentan que la mujer les había confiado que ya había habido anteriores rupturas y que hubo una primera denuncia por violencia de género —no trascendió dónde ni cuándo— de la que ella desistió porque, al ir a declarar, no se sintió apoyada como víctima.

En la provincia de Pontevedra, según confirmó ayer la subdelegada del Gobierno, Maica Larriba, la denuncia que consta es la que presentó este pasado abril, hace solo un mes y medio, la que dio lugar al juicio rápido en el que se impuso al hombre la orden de alejamiento. “Ya no estaban juntos, pero él la estaba llevando al médico en el coche por una lesión en una mano y, durante el viaje, le empezó a pedir explicaciones de dónde se iba a ir a vivir y acabó golpeándola en una mano y en un ojo”, concreta una amiga sobre el episodio que dio lugar a dicha reciente actuación policial y judicial. “Ella al final logró bajar del vehículo, vio una roca, se sentó, no sabía ni donde estaba... Una patrulla policial la llevó al hospital, esta vez sí se sintió muy apoyada, y se activaron todos los protocolos de violencia de género”, añade.

“Ella solo quería que él la dejara en paz, quería vivir tranquila; ella no lo exteriorizaba, pero creo que a raíz de este último episodio quizá sí empezó a ser consciente de que corría peligro”, coinciden sus amigas, a las que Vanessa les contó que recientemente Víctor se habría acercado a ella al menos dos veces quebrantando el alejamiento. Este sábado el guardia civil, al que le habían retirado su arma reglamentaria, condujo una furgoneta hasta el camping O Muiño donde su expareja trabajaba y esperó fuera a que acabase su turno laboral. Cuando ella salió, le disparó letalmente con una escopeta de caza y se dio a la fuga. Un amplio operativo por tierra y aire de la Guardia Civil logró acorralarlo horas después a apenas veinte kilómetros del escenario del crimen, en un monte de la misma localidad, concretamente en las inmediaciones del curro de A Valga. Tras acordonar la zona, los agentes intentaron convencerlo de que depusiese su actitud y se entregase, pero el hombre, que ya había amenazado con suicidarse, acabó quitándose la vida con la escopeta.

Investigación cerrada

“La investigación está ya muy cerrada, casi todo está escrito”, resumía ayer la subdelegada del Gobierno sobre las pesquisas de un crimen que ya no tendrá recorrido judicial debido a que con la muerte del autor se extingue la responsabilidad criminal, lo que irremediablemente derivará en el archivo de la causa. Larriba condenó y lamentó esta muerte e hizo hincapié en el seguimiento que la Guardia Civil hacía de la víctima tras la denuncia de abril, citando esas 56 intervenciones de protección policial realizadas con ella. “Nunca estuvo desamparada”, afirmó. “Pero por muchos medios y recursos que pongamos esto lamentablemente sucede”, añadió, apelando a la “conciencia” y el “compromiso” de toda la sociedad para luchar contra la violencia de género.

Cinco niños alertaron a gritos tras ser testigos del asesinato: “¡Mataron a la chica del súper!”

Cinco niños jugaban en la explanada del interior del camping cuando ocurrió el crimen. “Lo vieron todo”, afirmaban ayer apesadumbrados los padres de varios de ellos. Desde esa zona se ve perfectamente el parking exterior donde Víctor disparó a Vanessa. Los chavales bajaron gritando hacia donde estaban sus familias, todas alojadas en el establecimiento, y les alertaron. “¡Acaban de matar a la chica del súper!”, dijeron. “Nosotros habíamos escuchado unos ruidos, los de los disparos, pero no pensamos en que fuera eso; y de repente llegaron los niños chillando y diciendo lo que había pasado, al principio no nos lo creíamos...”, cuentan. Uno de los adultos relata que subió en bañador hasta donde yacía la víctima ante la entrada principal del camping. “Intentamos reanimarla, pero ya fue imposible; la tapamos y esperamos a que llegase la ambulancia y la Guardia Civil”, afirma este hombre, que ayer acudió con su familia al minuto de silencio en memoria de la víctima. Otro varón, vecino de Oia, describe el despliegue que hubo tras el asesinato para intentar localizar a Víctor, el guardia civil autor del crimen. “Por la noche supimos que lo tenían rodeado en el monte, no muy lejos de aquí, cerca del curro de A Valga”, cuenta. “Él se había escapado en una furgoneta, no era de él, al parecer era alquilada, y la aparcó antes de adentrarse en el monte”, agrega otro residente. Algunos vecinos se acercaron hasta el punto donde el agresor, acorralado, acabó quitándose la vida: “Había coches de la Guardia Civil, toda la zona estaba acordonada”.

Noble, discreta, trabajadora y apasionada del mar

“Era demasiado noble”, describía ayer entre lágrimas una de las mejores amigas de Vanessa. De 44 años, la víctima de este crimen machista pasó su infancia y juventud en Lugo, donde viven sus padres. Con dos hermanos, trabajaba en el camping O Muiño de Oia en labores de limpieza. Ya había estado el pasado verano y repetía esta temporada. “Era muy trabajadora, una mujer positiva”, dice Beatriz González, directora del establecimiento. “Era agradable, hablaba con todos, conocía a los niños por su nombre...”, agrega una familia que se hospeda con frecuencia en el camping. Además de la limpieza, atendía en el súper de las instalaciones. Sus conocidas cuentan que tuvo varios empleos: “Llegó a estar en otro camping en Barcelona; iba allí donde encontraba trabajo”. Sin hijos, se presentó también a pruebas para celadora del Sergas y para un puesto de atención sociosanitaria a personas dependientes en Lugo. Y sobre las cosas que le gustaban, afirman que “adoraba” el mar y la playa: “Tanto en verano como en invierno, le encantaba ir a las calitas...”. Vanessa, ahora, solo quería dejar atrás la relación que la había unido a Víctor: que la “dejara en paz”. Lamentablemente él no se lo permitió y el sábado, de un disparo, le segó la vida. “Le dio igual, la mató a plena luz del día delante de niños; pedimos a la Justicia que ponga los medios para que esto cambie y que haya siempre máxima empatía con las víctimas”, ruegan sus amigas.

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