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Los restos de Concha Velasco descansan ya junto a los de Miguel Delibes y José Zorrilla

Miles de personas despidieron a la actriz, enterrada en el cementerio de Valladolid, la ciudad donde nació

El coche fúnebre de Concha Velasco, a su llegada al cementerio de Valladolid.  | // ÁNGEL DÍAZ BRIÑAS

El coche fúnebre de Concha Velasco, a su llegada al cementerio de Valladolid. | // ÁNGEL DÍAZ BRIÑAS / Europa Press

Europa Press

Valladolid

Las calles de Valladolid registraron un lleno completo para recibir a Concha Velasco, que ha regresado a casa, a la ciudad que la vio nacer hace 84 años, a la ciudad de la que siempre presumió esta muchachita de Valladolid y en la que ya descansa para siempre, en el Panteón de Ciudadanos Ilustres del cementerio del Carmen, junto a personalidades como los escritores vallisoletanos Miguel Delibes, Rosa Chacel y José Zorrilla.

Desde primera hora de la mañana miles de personas se agolparon en el entorno de la catedral, donde se celebraron sus exequias, presididas por el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, y en el teatro Calderón, “su teatro”, en el que anunció su retirada y que fue testigo de sus enormes éxitos.

El cortejo fúnebre, procedente del teatro La Latina de Madrid, llegó al Teatro Calderón y cientos de personas homenajearon a la que siempre será “una chica yeyé” con una larga y emotiva ovación y algún grito de “Viva Concha Velasco”.

El cortejo fúnebre se dirigió la Catedral Metropolitana, donde miles de personas abarrotaban las calles adyacentes. Su hijos, Manuel Velasco y Paco Marsó, junto a su único nieto Samuel Marsó, pudieron sentir “la auténtica devoción de cariño” tanto de Valladolid como de España entera, como así lo reconocido el menor de los hijos de la que siempre será recordada por su eterna sonrisa.

Al finalizar las exequias, Manuel Velasco tomó la palabra para agradecer a Valladolid y a España “entera” el reconocimiento que le han brindado a su madre y el cariño de sus paisanos y de su ciudad, tras lo que los restos mortales de Concha Velasco salieron de la Catedral al son de los violines que interpretaron su canción, Una chica yeyé.

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