“La natación me salvó cuando lo veía todo negro”

El gallego Mario López Payo, a la espera de su tercer trasplante renal, triunfa con cinco medallas en los Juegos Europeos de Trasplantados: “En la piscina somos todos iguales, ‘reseteo’ y eso me sienta genial”

Mario López Payo exhibe la bandera de Galicia, con sus cinco medallas (cuatro de oro y una de plata)  al cuello, en los XII Juegos Europeos de Trasplantados, celebrados a finales de julio en Lisboa.  | // CEDIDA

Mario López Payo exhibe la bandera de Galicia, con sus cinco medallas (cuatro de oro y una de plata) al cuello, en los XII Juegos Europeos de Trasplantados, celebrados a finales de julio en Lisboa. | // CEDIDA

“A mí la natación me salvó la vida, así de claro, porque tenía una depresión que no levantaba cabeza, de estas de caballo. Lo veía todo muy, muy negro. Volver a meterme en la piscina me salvó físicamente, ya que estaba destrozado, y anímicamente también”, resalta Mario López Payo, flamante ganador de cinco medallas (cuatro de oro, y una de plata), en otras tantas categorías de natación, en los XII Juegos Europeos de Trasplantados, celebrados a finales de julio en Lisboa. Mario, de 47 años, forma parte de la junta directiva de la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades de Riñón (Alcer) en A Coruña, y lleva un lustro en tratamiento de diálisis, mientras aguarda a que aparezca un órgano compatible para someterse a su tercer trasplante renal, en el Hospital Universitario coruñés (Chuac). Este estradense es uno de los cinco integrantes de la Asociación Galega de Deportistas Trasplantados e en Diálise (Detradi) que participaron en esa cita deportiva, y el que más metales se llevó. Carlos Iglesias Souto, cullerdense, en golf; Carlos Sánchez Montes, pontevedrés, en atletismo; y Santiago López Chao, viveirense, y Alejandro López Meira, poiense, en ciclismo, le acompañaron en esa gesta. Entre todos, sumaron doce preseas (diez de oro, y dos de plata) en la capital lusa.

“Después de todo lo que he vivido ya, sé que lo único que me puede venir es bueno”, anticipaba Mario, hace un par de meses, en este diario, a cuyas páginas se asomaba, en el Día nacional del donante de órganos y tejidos, para reivindicar el “valor incalculable” de las donaciones. “Curtido en mil batallas”, como él mismo reconoce, explicaba que, para afrontar el tránsito hacia su tercer trasplante renal lo mejor posible, había optado por hacer deporte, en concreto, por la natación. “Compito con anemia, con la hemoglobina bajísima... pero es igual, porque eso me dice que estoy bien. Cuando me meto en la piscina con mis compañeros del club a entrenar, ahí somos todos iguales y eso me sienta genial. Reseteo, y me está ayudando mucho porque, a nivel mental, es muy complicado afrontar la situación en la que estoy. Por eso aconsejo hacer deporte a todo aquel que esté pasando por algo parecido”, destacaba entonces. Hoy lo vuelve a hacer, con cinco nuevas medallas europeas en su palmarés: las de oro en 100 metros braza, 100 metros libres, 50 metros mariposa y 50 metros libres, y la de plata en 50 metros braza. Categoría M4 Diálisis.

“Conseguir la medalla de oro en 100 metros braza me hizo especial ilusión, porque en la anterior edición de los Juegos Europeos de Trasplantados, celebrada hace dos años en Oxford (Reino Unido), me llevé el bronce, así que he podido quitarme esa espinita que se me había quedado clavada. Además, durante esa prueba fue cuando mejor me sentí en la piscina”, subraya Mario, quien admite que llegó a la cita deportiva de Lisboa “un poco tocado de las cervicales”, lo cual le llevó a plantearse “no competir en la prueba de 50 metros mariposa”, donde finalmente se llevó el oro. “Hasta muy poco antes de la prueba, estuve dudando de si participar o no. Allí me animaron a hacerlo y, además, tuve la suerte de que no sentí dolor”, señala, antes de hacer hincapié en que

Su próximo “gran reto”, avanza, es “completar la última etapa de la Triple Corona Illas Atlánticas”, desde la isla de Ons a Combarro. Para lograrlo, deberá nadar una distancia de “24 kilómetros de mar abierto”. Una nueva aventura que afrontará “en septiembre”. Junto a él estarán sus compañeros Miguel Fins y Antonio Duro, del Club Natación y Salvamento de A Estrada. “Que yo sepa, no hay nadie en el mundo, en mi misma situación, que se haya planteado algo así”, reivindica.

Y es que Mario se encuentra a la espera del que sería su tercer trasplante de riñón, una cirugía a la que ya se sometió a los 18 años y, posteriormente, a los 30. En ambos casos, el órgano que le implantaron funcionó durante doce años. “Fue una casualidad”, apunta Mario quien, desde hace “aproximadamente un lustro”, aguarda una tercera oportunidad que, en esta ocasión, se antoja “más complicada”, al tratarse de un paciente “hiperinmunizado” e incluido, por tanto, en una lista de espera especial, para enfermos con insuficiencia renal en diálisis y con determinadas condiciones específicas para el trasplante, denominada “Pathi” (Plan Nacional de Acceso al Trasplante Renal para Pacientes Hiperinmunizados).

“La enfermedad renal me la diagnosticaron a los 13 años, tras comenzar a encontrarme muy mal, muy fatigado, con una sensación como si mi cuerpo estuviese intoxicado: vómitos, náuseas, visión borrosa, malestar general, una fatiga horrorosa… Junto con toda esta sintomatología, a nivel de apariencia física, empecé a hinchar como un globo, porque te llenan a corticoides para intentar frenar el avance de la enfermedad, y porque la función renal va disminuyendo y orinas menos”, explica Mario, quien detalla que su situación fue “empeorando”, hasta llegar al punto de no poder” levantarse de la cama y “estar vomitando siempre”. “Fue entonces, hacia los 17-18 años, cuando me hicieron una fístula arteriovenosa en el brazo para dializarme, e inicié por primera vez ese tratamiento”, indica.

“Entrar en diálisis, para un chaval de esa edad, a nivel mental, es un choque muy fuerte. Verte con esos síntomas y esa apariencia física siendo un adolescente es muy complicado. En aquel momento, no había internet, te dicen que vas a iniciar ese tratamiento pero tú no sabes en qué consiste, ni te puedes informar…”, explica Mario, quien reconoce haber tenido “suerte” puesto que, en aquella ocasión, ni siquiera estuvo un año dializándose. “El trasplante fue ver la luz. En mi caso, el aspecto físico cambió totalmente, y el psicológico también. Pasas de ver todo oscuro a ver la luz, a saborear cada minuto que vives”, recalca.

A los dos años —prosigue—, sufrí un rechazo agudo de ese primer riñón, pero se controló y continué con ese órgano hasta los 29, cuando tuve que volver a diálisis. En esta ocasión lo llevé mejor, porque inicié ese tratamiento cuando mi salud no estaba tan comprometida como la primera vez, ya sabía lo que era y conocía también qué implica el trasplante y lo que viene después”, señala Mario. Un segundo trasplante al que se sometió “con 30 años” y que, de nuevo, tendría una viabilidad de doce. “Tuve que volver a dializarme, y así continúo, a día de hoy, un lustro después. Estoy hiperinmunizado, porque ya tengo dos trasplantes encima, lo que hace que el organismo genere anticuerpos. Esto significa que, si antes las opciones de que apareciese un órgano compatible para mí eran del cien por cien, ahora son menos. ¿Es difícil? Sí. ¿Imposible? No, porque se está trasplantando a personas en mi misma situación y espero que, en algún momento, me toque a mí esa lotería”, sostiene.

“Detrás de cada donación de órganos hay vida, y calidad de vida”

“Dentro de una situación tan dolorosa como es el fallecimiento de un ser querido, no hay nada más bonito que regalar vida a otras personas, que pueden seguir adelante gracias a todos esos ciudadanos que se hacen donantes de órganos, y a esas familias que dicen ‘sí’ a la donación”, sostiene Mario, quien reivindica que “detrás de cada donación de órganos hay vida, y calidad de vida”. “Gracias a la generosidad de muchos, otros tantos podemos contarlo, de ahí la importancia de que los pacientes trasplantados compartamos nuestra experiencia y traslademos nuestro agradecimiento a todas esas personas que dijeron ‘sí’ a la donación en un momento tan duro”, reitera.

Llama la atención Mario, asimismo, sobre una “realidad” de la que, insiste, “nos tenemos que sentir orgullosos”. Y es que “los españoles somos los más solidarios”, y “los más afortunados, también, de ser tan solidarios”. “Cualquier ciudadano de este país tiene más opciones de ser trasplantado que cualquier otro ciudadano del mundo”, subraya este estradense, integrante de la directiva de Alcer A Coruña, quien hace hincapié en que “eventos como los Juegos Europeos de Trasplantados (o los nacionales y mundiales, que también los hay)” contribuyen a “dar visibilidad” a “cómo personas que podrían estar fallecidas han podido continuar con sus vidas”, e “incluso disfrutan de ellas haciendo deporte”. “A nivel personal, me encantaría que apareciese un órgano compatible para poder someterme a mi tercer trasplante renal, que me permitiría seguir con mi proyecto de vida (y alargar esta, lógicamente), además de continuar compitiendo en estos Juegos, que para mí son un aliciente en mi día a día. El próximo año, de hecho, se celebrarán los mundiales en Dresde (Alemania), y mi sueño es poder competir allí ya como ‘re-trasplantado’ (por tercera vez)”, destaca.

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