VIII Foro de Educación Faro Educa | Diana Al Azem y Miriam Al Adib Fundadoras del proyecto 'Que no te la metan'
“No podemos normalizar los problemas sexuales ni la romantización del maltrato”
La profesora Diana Al Azem y la ginecóloga Miriam Al Adib combinarán su experiencia en el VIII Foro de Educación Faro Educa para reivindicar que “Educación sexual no es poner un condón”
“Tenemos que ampliar nuestra mirada, educar en positivo, sin vergüenza y sin tabúes e ir más allá de los riesgos físicos”

La profesora Diana Al Azem y la ginecóloga Miriam Al Adib.
María Bueno
Tenemos que hablar más y sobre todo mejor de sexo y afectos con nuestros hijos, pero ¿cómo? Para responder a esta pregunta y convencidas de la imperiosa necesidad de una educación afectivo - sexual de calidad y en positivo, la profesora, escritora y fundadora de ‘Adolescencia Positiva’ Diana Al Azem; y la ginecóloga, escritora y docente Miriam Al Adib se han unido en el proyecto “Que no te la metan” con el objetivo de dotar a las familias de recursos para el cuidado físico y emocional de sus adolescentes.
Combinando sus experiencias y conocimientos en sanidad y educación, ambas protagonizarán una charla en el VIII Foro de Educación Faro Educa el próximo sábado 21 de septiembre bajo el título “Educación sexual no es poner un condón”. Cercanas, genuinas y naturales, pero también muy claras y sin miedo a llamar a las cosas por su nombre, nos ofrecen en esta entrevista un adelanto de lo que veremos en el foro.
— ¿Existe todavía hoy un concepto erróneo de educación sexual?
Diana: Vemos a muchos adultos con hijos adolescentes que tienen una carencia en este ámbito. Hay mucha vergüenza y mucho tabú que lleva a los jóvenes a buscar información en las redes o en la pornografía y cada vez vemos a más chavales con problemas de afectividad, de gestión emocional o a la hora de mantener relaciones. Por eso es tan necesario que se entienda que educar a un hijo es mucho más que decirle: ‘Oye, ponte un condón’.
— ¿Cómo lo hacemos entonces?
Miriam: Tenemos que ampliar nuestra mirada. Al igual que en salud decimos que tenemos que tener una mirada biopsicosocial, en el ámbito de la educación sexual pasa lo mismo. Está la parte bio: evitar las infecciones, los embarazos no deseados…, que quizás es de lo que más se habla, pero luego están también la parte psico y la parte social. Tenemos que ser conscientes de que hay problemas mentales y relacionales derivados de una mala educación sexual, no solo físicos.
— ¿Cuándo y dónde empieza la educación sexual?
M: La educación sexual empieza desde la cuna, desde que naces. Obviamente, nos les vas a hablar del preservativo, ¿no? Pero ya con una crianza amorosa y atenta estás educando; con el modelo relacional que tienes con tu pareja, con una mirada amplia y limpia, estás educando.
— ¿Qué es lo primero que tenemos que saber?
M: La gente tiene que saber que la educación sexual no es enseñar a mantener sexo ni dar ideas para que se anticipen, todo lo contrario: está demostrado que los chicos y chicas que han tenido una buena educación sexual, llegan a sus primeras relaciones sexuales más tarde porque tienen una visión más consciente y saludable del sexo.
“Cada vez vemos a más chavales con problemas de afectividad o a la hora de mantener relaciones”
— ¿Por qué les cuesta tanto a las familias hablar de sexo con sus hijos?
D: Los padres nunca creen que es el momento. Siempre es pronto: ‘Mi hijo no tiene pareja todavía’; ‘mi hijo todavía es pequeño’, ‘mi hijo todavía no hace estas cosas’.
Me contaba el hijo de una amiga con 12 años que se fue al cine con amigos y que de pronto uno de los niños cogió el móvil y empezó a masturbarse en el cine ¿De qué han hablado en casa para que ese niño piense que esto se puede hacer en cualquier sitio?, ¿dónde está el control parental en ese móvil?
Con esto quiero decirte que no hay que esperar a que el adolescente tenga 16 años y se eche su primer noviete o novieta, hay que estar preparado y hablar con ellos desde bien pequeñitos.
M: Pero antes tienen que adquirir ellos mismos una buena educación sexual, revisarse. Es como decir a una persona ladrona educa a tu hijo en valores: ¿cómo vas a educar sexualmente si estás hasta arriba de mitos y tabúes? Esto se ve en la consulta: no son solo los adolescentes, también los adultos. El problema es generalizado
“Está demostrado que los chicos y chicas que han tenido una buena educación sexual, llegan a sus primeras relaciones sexuales más tarde”
— ¿Cómo damos ese paso?, ¿cómo sacamos el tema?
M: Si como adultos tenemos una buena educación sexual, las conversaciones surgirán de forma natural. No es: ‘Venga, lección uno’. ¿Cuándo hay que hablarle a los niños? Muy fácil: si es que los niños preguntan. Pero si en el momento en el que te hacen las preguntas te ven evitativo o les mientes, ya no te van a hacer las preguntas más. Es que ‘los niños vienen de París’, pues ya empezamos mal.
D: Las películas, las series, la música, las situaciones del día a día… Casi cualquier cosa puede servirnos para hablar con ellos, para fomentar su espíritu crítico, para compartir con ellos las propias experiencias. El problema es cuando no sienten esa confianza porque no ha habido una buena comunicación en casa. Es fundamental que haya conexión con los hijos; no ser críticos, no juzgar…
“Las películas, las series, la música, las situaciones del día a día… Casi cualquier cosa puede servirnos para hablar con ellos”
— La edad de acceso a contenidos pornográficos promedio es de 11 años y siete de cada diez jóvenes consumen pornografía de forma frencuente. Si no hablamos con ellos, ¿corremos el riesgo de que el porno sea su modelo?
M: Tu curiosidad innata va a llevarte a buscar respuestas. Si no las encuentras en casa, las buscarás en internet, en el porno, que es lo opuesto a una sexualidad saludable: adicciones, complejos, presiones, hipersexualización.
El porno es como la comida basura: te lo venden como una cosa super excitante, pero al final te hace sentirte mal, vacío. No va a permitirte tener un desarrollo psicoafectivo ni medianamente saludable. Funciona igual que una droga y genera mucha frustración: lo basas todo en esa inmediatez, en esos fuegos artificiales, en esas expectativas que son ficción absoluta y que luego no llegan.
D: Es muy importante que también sepan como funciona el cerebro: si siempre están viendo la misma escena de pornografía, llega un momento en el que la dopamina necesita más. Esto está haciendo que muchos adolescentes pierdan la capacidad empática, pierdan la sensibilidad. No les afecta nada de lo que está pasando a su alrededor, se hacen de piedra porque están acostumbrados a ver contenidos brutales.
— ¿Cuáles son las consecuencias de la hipersexualización de la mujer y de las expectativas generadas por el porno?
M: La gente dice ‘represión sexual era lo de nuestras abuelas, no lo de ahora, ellas tenían que llegar vírgenes al matrimonio’, pero solo ha cambiado el modelo de sexualidad: antes era sinónimo de reproducción y ahora lo es de placer; pero hay una cosa que sigue siendo exactamente idéntica: la mujer permanece como el objeto. Se ha acentuado muchísimo ese concepto de cosificación de la mujer, de la mujer como objeto de placer del otro.
“Lo primero es revisarnos nosotros ¿Cómo vas a hacer educación sexual si estás hasta arriba de tabúes?”. Es como decirle a una persona ladrona: ‘Educa a tu hijo en valores”
Lo que has visto en el porno o en las pelis se convierte en modelo. Como chica, igual tienes dolor corporal porque o bien has aprendido que tu placer no importa, o bien que quizás sí importa, pero que está en manos del otro. Si eres un varón: eyaculación precoz, disfunción eréctil…No todas, pero sí una parte importante de las disfunciones sexuales provienen de una mala educación sexual. No podemos normalizar los problemas con el sexo al igual que tampoco podemos normalizar las relaciones tóxicas o la romanización del maltrato.
— Precisamente, vemos como distintas entidades están advirtiendo sobre una vuelta de las actitudes de control asociados al romanticismo tóxico…
M: Todo está en las pantallas y no hay que confundir virilidad con maltrato. Cuando vienen a consulta madres con sus hijas, no les advierto solo de los riesgos físicos, sino también emocionales: no hagas nunca nada que no quieras hacer porque es un riesgo que se paga muy caro también a nivel emocional y relacional en el futuro. Se ha demostrado que la infancia y la adolescencia son las dos etapas cruciales que más van a afectar en cómo van a ser tus relaciones sociales en la edad adulta.
D: Bajando todo lo que hemos hablado hasta ahora un poquito a tierra, creo que también es muy importante ayudar a nuestros hijos a construir una buena autoestima, fomentar sus intereses y su motivación intrínseca, informarles y, también fundamental: acompañarlos. Hay muchos niños pasando muchas horas solos en casa sin ningún tipo de control y ellos nos necesitan, necesitan esos empujones por parte de los padres.
“No se trata de una competición por hacerlo mejor que quienes nos precedieron ni de crear seres superiores, sino de disfrutar y aprender de nuestros hijos”
— ¿Cómo les educamos en cuestiones como el consentimiento?
D: Una vez más desde pequeños. Tenemos que dar permiso a nuestros hijos para decir no. Si ni siquiera en un entorno seguro y protegido se te permite decir “no” todo esto va a afectar a tu yo adulto.
M: obligar a dar besos y abrazos a terceras personas… Esto es terrorífico.
— En la práctica, puede parecer complicado el equilibrio entre ese permiso para decir no y el poner límites…
D: La diferencia es muy clara: qué es lo que le hace daño a él/ella o a los demás y qué no. Si se empeña en llevar las zapatillas de deporte a casa de la abuela, ¿eso le hace daño? Ahora, otra cosa es que me diga que me quiero tirar por ese precipicio. Todo lo que ponga en peligro su seguridad física y emocional funciona como una línea roja y ahí voy a poner un límite. En otras cuestiones como la forma de vestir o los estudios, tenemos que dejar que elijan, que decidan, que puedan equivocarse.
— A veces parece que hablar de educación sexual es hablar de riesgos, ¿no se trata también de educar en positivo, de ayudarles a disfrutar?
M: Me alegra que nos lo hayas preguntado. Una de las cosas que yo digo mucho es precisamente esto. Tú no puedes dar educacion sexual hablando de todo lo negativo que te da el sexo. Tienes que hablar de la parte positiva: del respeto a ti mismo y a terceras personas; de la conexión, del amor y del placer, por supuesto. Porque si solo hablas de la parte negativa, eso es lo que va a provocar el ‘Buah, ya está mi madre con esto…’, ni te van a escuchar.
“El porno es como la comida basura:funciona igual que una droga”
— A veces parece inevitable sentir la tentación de meter a los hijos en una burbuja para protegerlos, pero ya sabemos que no funciona, ¿un mensaje para animar/tranquilizar a las familias?
D: Sabemos que meterlos dentro de una burbuja es contraproducente y crea adultos dependientes. Tenemos que quitarnos los miedos, la máscara de padres perfectos porque no existen: ni los padres ni los hijos perfectos. No se trata de una competición por hacerlo mejor que quienes nos precedieron ni de crear seres superiores, sino de disfrutar de nuestros hijos, de tener un diálogo abierto con ellos, de acompañarlos y de aprender de ellos. Derribemos esas expectativas y empecemos a disfrutar de la adolescencia porque es una etapa súper bonita y de crecimiento para ambos. Nuestros hijos también son nuestros maestros y tenemos dos orejas para escuchar el doble y una boca para hablar la mitad.
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