Una familia gallega vive "in situ" el huracán Milton
Alba Prada
El huracán Milton llegaba a Florida entre el pasado domingo por la noche y la mañana del lunes. Las alarmas no tardaban en saltar al mostrar los modelos que iba cogiendo cada vez más fuerza hasta convertirse en un feroz huracán de categoría 4. Los meteorólogos lo bautizaron como «la tormenta del siglo». El ojo del huracán ya ha salido del Estado estadounidense de Florida tras cruzarlo de oeste a este, pero los meteorólogos han advertido de que la zona sufrirá durante más tiempo las fuertes lluvias y vientos que lleva asociado el ciclón. Como siempre se ha dicho, fruto de la emigración, hay gallegos repartidos por todo el mundo, y en este caso no podía ser menos. Una familia de Ribeira ha vivido en primera persona el huracán. Lucía Fandiño, periodista, y su marido Franco Pérez, ingeniero de la ESA (Agencia Espacial Europea), están ahora hospedados en un hotel de Fort Lauderdale, al sur de Florida, zona a la que se desplazaron para mantenerse a salvo de Milton.
«Llegamos a Florida el 28 de septiembre con motivo del lanzamiento de un cohete desde la base de la NASA, en Cabo Cañaveral, la misión en la que Franco, mi marido, llevaba trabajando cinco años», cuenta Lucía. Se trataba de la misión Hera y por suerte salió bien. El cohete se lanzó el pasado día 7, cuando ya el huracán empezaba a amenazar. «Era el primer día de la ventana de lanzamiento. Amanecimos con un tiempo horrible y con unas posibilidades de lanzamiento del 15%. No obstante, en el momento preciso se abrió completamente el cielo, salió el sol y se iluminó el cohete. Fue algo milagroso porque ya se estaba forjando Milton y había tormenta en Caño Cañaveral. En esa ventana de media hora de buen tiempo se lanzó », explica.
Buscar refugio
El tiempo siguió empeorando ese día y pronto los medios de comunicación empezaron a advertir de que era el huracán del siglo. «Nosotros estábamos ubicados en la trayectoria estimada del huracán, justo en la línea central, aunque en la costa opuesta en la que iba a tocar tierra, y no queríamos arriesgar lo más mínimo porque estamos con nuestros tres hijos pequeños, así que estuvimos siguiendo la trayectoria y buscando los puntos más seguros de Florida», cuenta.
Finalmente dedujeron que tenían dos opciones: o bien irse hacia Georgia, el estado al norte, lo que implicaba conducir nueve horas en medio del temporal, o bien, bajar hacia el sur, a tres horas y media, y refugiarse en Fort Lauderdale, una zona norte de Miami. «El momento de salir hacia allí fue impactante porque vimos a la gente precintando las ventanas, tapiándolas con madera... Muchas gasolineras ya no tenían combustible, los productos básicos estaban agotados en los supermercados... Me recordó mucho a la situación que vivimos en la pandemia», señala.
A Lucía y su familia también les costó encontrar hotel porque muchas personas abandonaron sus casas para refugiarse en ellos. «Los edificios suelen ser más robustos; en cambio, las casas están construidas con materiales muy frágiles», recuerda Lucía.
A pesar del mal trago, esta familia gallega vivió la situación con bastante tranquilidad. «En el hotel estuvimos en todo momento atentos a las noticias, que eran muy desesperanzadoras porque el huracán se desplazaba despacio y eso implica que al tocar tierra hace daño durante más tiempo, y a las alertas que llegaban cada dos horas por parte del gobierno por todos los medios advirtiendo a la gente de que comprase comida y buscase un lugar seguro. Era todo muy impactante y nosotros somos personas muy tranquilas, pero la situación se vivía aquí con mucha tensión».
Tornados
A pesar de que en Fort Lauderdale estaban seguros, de pronto, empezaron a llegar alarmas de tornados. «Avisaban de que no se saliese a la calle, y de que si se estaba en una planta alta de un edificio, había que resguardarse en las inferiores». Estuvieron dos días encerrados en el hotel. «A pesar de todo estuvimos tranquilos porque tomamos una buena decisión, ya que esta zona no sufrió nada grave, excepto los tornados, que se dieron en puntos muy concretos». También, considera, «a pesar de las graves consecuencias, Milton tocó tierra con menos categoría de la estimada, esperaban mucho más y, por suerte, se quedó en un huracán al uso, digamos, porque aquí ya están muy acostumbrados a este tipo de fenómenos».
Lucía, Franco y sus tres hijos siguen en Florida, donde estarán, como tenían previsto, hasta el día 19. «Al final, todo esto se queda, por suerte, en una anécdota del viaje. Alana y Olivia no lo recordarán porque todavía son muy pequeñas, pero Nico ya es consciente de todo».
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