Los aliados ocultos de nuestras defensas

El coruñés César de la Fuente y su equipo descubren que ciertas proteínas del sistema nervioso y visual ejercen como agentes antimicrobianos «encriptados» | El hallazgo puede favorecer la lucha contra la resistencia a los antibióticos

Rafa López

El científico coruñés César de la Fuente (A Coruña, 1986), profesor catedrático en la Universidad de Pensilvania (EEUU), se dedica a buscar, con la ayuda de la bioinformática, moléculas con propiedades antibacterianas. Las ha encontrado incluso en animales extintos, como los mamuts. Pero ahora los ha hallado en nuestro propio organismo. Son los llamados «péptidos encriptados», presentes en las proteínas del sistema nervioso y visual, junto con otras proteínas estructurales. Además de ejercer sus funciones conocidas, pueden ejercer como defensores antimicrobianos. Esto no solo podría favorecer la lucha global contra la resistencia a los antibióticos, sino que desafía el conocimiento actual sobre el sistema inmunitario, que es todavía más versátil y complejo de lo que hasta ahora se pensaba: abarca otro tipo de proteínas, más allá de las citocinas y los anticuerpos.

El estudio del Machine Biology Group, que lidera De la Fuente, y que publicó ayer la revista científica Trends in Biotechnology, de Cell Press (Peptides from non-immune proteins target infections through antimicrobial and immunomodulatory properties), formula la «hipótesis de la comunicación cruzada»: las proteínas que no desempeñan funciones inmunitarias interaccionan de manera sutil con el sistema inmunológico, algo que no se había reconocido anteriormente.

«Este hallazgo sugiere que estas moléculas que no se habían contemplado con anterioridad podrían desempeñar un papel crucial en la respuesta del sistema inmunológico ante las infecciones —señala De la Fuente—. Esto no solo podría transformar nuestra comprensión de la inmunidad, sino que también ofrece nuevas oportunidades para abordar infecciones que son resistentes a los medicamentos», añade.

Los péptidos encriptados exhiben una notable actividad antimicrobiana in vitro, al atacar las membranas bacterianas de un modo que los antibióticos tradicionales no logran. Además, modulan la respuesta inmunitaria: cerca del 90% de los péptidos que evaluaron presentaron efectos inmunomoduladores, afectando a mediadores inflamatorios esenciales como la interleucina-6 (IL-6) o la TNF-alfa, llamada factor de necrosis tumoral, proteínas liberadas por las células del sistema inmunitario que estimulan la fase aguda de la reacción inflamatoria frente a una infección. Aunque no se menciona en el estudio, esto podría ayudar, potencialmente, a combatir las enfermedades inflamatorias autoinmunes, como la artritis reumatoide.

Los investigadores califican los resultados preclínicos de la investigación como «sumamente alentadores»: ocho péptidos demostraron tener propiedades antiinfecciosas, logrando disminuir las infecciones bacterianas en hasta cuatro órdenes de magnitud en modelos con ratones.

Los autores, encabezados por Marcelo D.T. Torres, del Machine Biology Group, destacan que «los resultados respaldan la hipótesis de que los péptidos de proteínas no inmunes pueden tener un papel en la inmunidad del huésped. Estos resultados amplían potencialmente nuestra noción del sistema inmunológico para incluir proteínas y péptidos previamente desconocidos que pueden activarse tras una infección para conferir protección al huésped».

«Estos péptidos, presentes en todo el proceso evolutivo de la vida, ofrecen un enfoque completamente nuevo para combatir infecciones: uno que interfiere con las membranas bacterianas y podría convertirse en una poderosa alternativa a los antibióticos tradicionales, especialmente a medida que las tasas de resistencia aumentan a nivel global», añaden. El de las bacterias resistentes a los antibióticos es un problema que, si no se remedia, se estima que en 25 años podría llegar a ser la primera causa de muerte, superando al cáncer.

Con todo, los investigadores advierten que llevar la investigación de laboratorio a las aplicaciones prácticas «requerirá abordar desafíos clave, incluida la optimización de la estabilidad, la biodisponibilidad y la seguridad de los péptidos».

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