Entrevista | Jorge Pardo Músico y de flamenco y jazz

«No hay bolo grande ni pequeño, hay que dar siempre el máximo»

Es el músico de jazz vivo más reconocido de España. El saxofonista y flautista Jorge Pardo, ganador del Grammy y Premio Nacional, actuará hoy en el museo MEGA de Estrella Galicia con las entradas agotadas

El maestro del flamenco y del jazz Jorge Pardo.

El maestro del flamenco y del jazz Jorge Pardo. / Paula Anta

Rafa López

Cuando Juan Claudio Cifuentes, Cifu, le entrevistó en Jazz entre amigos, en 1985, dijo que en España había un complejo con los músicos de jazz, que se pensaba que los únicos buenos eran los de fuera. ¿Ya no existe ese complejo?

Es una pregunta muy interesante. Los músicos se han sacudido ese complejo un poco. Las nuevas generaciones y la comunicación entre ellas ha servido para eso. Todo el mundo viaja a todos lados, se autochequea con la gente de otros sitios y comprueba que las actitudes son similares, aunque en el arte nunca hay una medición como en un deporte, lógicamente. Pero el mercado sí se encarga de recordarlo siempre: los promotores de jazz suelen comprar la mercancía americana, que suele ser preferencial a la española y a la europea incluso. Y muchas veces pagando de una manera absolutamente injusta.

¿Qué lección considera que le dejó Paco de Lucía como músico y como persona?

No voy a irme al aspecto estrictamente musical, que ha sido fuerte. En el aspecto humano, una cosa inevitable en Paco era su autoexigencia. Era bárbara, hasta el punto de lo enfermizo. Yo he intentado copiar esa autoexigencia sin llegar a lo enfermizo [ríe]. Sin duda, es una de las claves de la mejora constante en la interpretación. Otra es la pasión, que tiene un poco que ver lo mismo con la anterior, pero la pasión por lo que haces es también una gran lección de Paco. Y la otra es también fundamental: da igual quién te escuche, una o dos personas o diez mil, tú haces lo que tienes que hacer al máximo nivel. Es decir, no hay bolo malo ni bueno, ni caro ni barato, ni grande ni pequeño. Siempre hay que dar el máximo en el escenario.

Hace dos años fue protagonista de una película documental, Trance. ¿Entra en trance en los conciertos?

Sin duda, es una autoexigencia también inexcusable. Podría decir que si no sucede así me cabreo, pero es que no llega a no suceder. Desde hace bastantes años, cuando empieza a sonar un instrumento y la música empieza a funcionar, uno está en esa sintonía y no baja hasta la última nota. Hay conciertos más complicados por cuestiones técnicas que se tuercen o que no son las deseables, pero es un automatismo que adquieres. La música misma te transporta y ya no piensas ni en re, ni en do, ni en nada. Se trata de canalizar la energía y de comunicar.

Acaba de decir que no hay bolos grandes ni pequeños, pero el único concierto que se dio de La leyenda del tiempo fue en la plaza de toros de Barcelona y tuvo un cartel impresionante, con Weather Report con Jaco Pastorius y Jeff Beck con Stanley Clarke. ¿Cómo lo recuerda?

Uno no es consciente de lo que hace hasta que pasan años y de repente dices, «anda, pero si he hecho esto» [risas]. Eso es bueno, porque no lo haces en virtud de la importancia que tenga ese momento, sino porque lo tienes que hacer y por gusto. Es lo que sucedió en aquella ocasión. Era un bolo bonito, pero era un bolo más. Como anécdota puedo contar que, en la rueda de prensa en Barcelona, a Camarón le preguntó un periodista: «¿cómo te sientes al estar esta noche al lado de gente como Jaco Pastorius?». Y la contestación de él fue: «¿Y ese quién é?» [risas]. Era un tipo de inconsciencia bien entendida, sana, no de presunción ni de chulería. Ni lo conocía ni le hacía falta conocerlo, pero bueno, allí lo conoció. Ese era el ambiente que invadía estos conciertos con Camarón. Era tal el poderío que él infundía en los demás que el entorno se desvanecía.

Usted sí tenía cultura musical para detectar a otro genio del jazz, que era Chick Corea. Ya en aquella entrevista de Jazz entre amigos habló de él, y luego el destino os puso en el mismo camino.

Sin duda. Ha sido siempre un ejemplo de cerca y de lejos. En mi primera tierna juventud musical, ya estaba presente con sus discos, y luego también con su persona y poco después trabajando con él. ¿Influencias? Muchas. Esa gran libertad con la que él afrontaba cualquier estilo musical. Uno no pertenece a un estilo musical, sino que el estilo musical pertenece a uno. Puedes sumergirte en cualquier cultura musical y ser tú mismo en ella. Chick tenía una habilidad para eso y la he tomado como faro y la he heredado en cierta medida.

¿Y cómo ve el puente entre el flamenco y el jazz? ¿Ve relevo a los Carles Benavent, Chano Domínguez y usted?

Sin duda es así, no tienes más que ver la música que se publica en este país e indagar un poco en las raíces de tal o cual intérprete. Vas a ver que el flamenco-jazz o bien como bandera, o bien como una bandera circunstancial, o bien como un ramalazo, está presente en casi todos los intérpretes de jazz del país, o en un altísimo porcentaje. Eso entre los músicos de jazz, pero es que entre los músicos de flamenco de cuna, también esta querencia con este tipo de hacer música y de emplear diferentes instrumentos también es un hecho, una realidad patente. Por supuesto que pasaremos Carles y yo y los músicos de nuestra generación, pero el asunto se va a quedar.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents