Mujeres de ciencia y tecnología
La compleja salud de las mujeres
María Jesús Movilla Fernández
La salud de las mujeres está determinada por una serie de factores complejos que incluyen no solo aspectos biológicos, sino también sociales, culturales y económicos. Estos condicionantes pueden influir en el bienestar físico, mental y social de las mujeres, generando desigualdades que afectan su calidad de vida.
Los factores biológicos son, en muchos casos, los primeros en mencionarse al abordar la salud de las mujeres, dado que la biología tiene un impacto directo en muchas de las condiciones de salud que las afectan. La diferencia genética entre hombres y mujeres, marcada por los cromosomas sexuales, tiene efectos en el sistema inmunológico, la respuesta a medicamentos y la predisposición a ciertas enfermedades.
Uno de los ejemplos más claros de cómo la biología influye en la salud de las mujeres son las diferencias hormonales. Las mujeres experimentan cambios hormonales a lo largo de toda su vida, desde la pubertad hasta la menopausia, lo que impacta directamente en su salud. Durante la menstruación, el embarazo o la lactancia, los cambios hormonales pueden generar efectos significativos en el bienestar físico y emocional. Trastornos como el síndrome premenstrual, la endometriosis o los desequilibrios hormonales asociados a la menopausia son condiciones específicas de la mujer que requieren atención particular.
Más allá de los aspectos biológicos, los factores sociales desempeñan un papel crucial en la salud de las mujeres. Las condiciones sociales, como la educación, el empleo, el nivel de ingresos y las relaciones interpersonales, afectan directamente al acceso a los recursos de salud, a las oportunidades para vivir de manera saludable y a la capacidad de tomar decisiones informadas sobre el autocuidado. Las mujeres que han tenido la oportunidad de acceder a una educación completa y de calidad suelen tener mejores resultados de salud, ya que son más propensas a tomar decisiones informadas sobre su bienestar.
La desigualdad de género es un factor social clave que incide negativamente en la salud de las mujeres. A pesar de los avances en términos de derechos, las mujeres siguen enfrentando discriminación en áreas como el trabajo, la educación y la toma de decisiones políticas, entre otras. Esta discriminación se traduce en un acceso limitado a recursos económicos y sociales que pueden mejorar su salud.
Las normas y expectativas culturales y sociales sobre el rol de las mujeres en la sociedad juegan un papel relevante en la salud femenina. Las mujeres asumen responsabilidades domésticas y de cuidado, lo que puede generar un desequilibrio entre su bienestar personal y las demandas externas. La sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado puede llevar al agotamiento físico y emocional, y aumentar el riesgo de trastornos de salud mental.
La violencia de género es un grave problema de salud pública. En todo el mundo, las mujeres enfrentan violencia física, sexual o psicológica, lo que afecta su salud a nivel físico y emocional. Además de las lesiones directas causadas por la violencia, las mujeres que sufren violencia de género tienen un mayor riesgo de enfermedades crónicas, trastornos de salud mental, embarazos no deseados y complicaciones en el embarazo, así como enfermedades de transmisión sexual.
Las normas culturales que dictan la apariencia física de las mujeres también pueden afectar a su salud. Las expectativas sobre cómo deben lucir las mujeres, a menudo promovidas por los medios de comunicación, pueden influir en trastornos de la conducta alimentaria, problemas de autoestima y otras afecciones relacionadas con la imagen corporal. En muchos casos, estas presiones sociales inducen a las mujeres a adoptar comportamientos poco saludables para cumplir con los estándares de belleza impuestos por la sociedad.
El acceso a recursos económicos tiene un impacto directo en la salud de las mujeres. La pobreza y la falta de recursos están estrechamente relacionadas con una peor salud. Las mujeres en situación de pobreza suelen tener menos acceso a servicios de salud, alimentación adecuada y condiciones de vida saludables. Además, la pobreza también está vinculada con la violencia y la falta de acceso a educación y empleo, lo que refuerza el ciclo de desigualdad y de mala salud.
Los factores biológicos, sociales y culturales también tienen un impacto significativo en la salud mental de las mujeres. Las mujeres tienen una mayor predisposición a sufrir trastornos de salud mental como la depresión y la ansiedad. Las expectativas de ser madres, esposas y trabajadoras a menudo crean una carga mental significativa, que puede generar estrés y agotamiento emocional. Además, la violencia de género, la discriminación y la falta de apoyo social son factores que contribuyen a una mayor prevalencia de trastornos mentales en las mujeres.
Promover la igualdad económica y social, así como el acceso equitativo a servicios de salud, es esencial para mejorar la salud de las mujeres. La implementación de políticas que fomenten el acceso a la salud materna, a la educación y a un empleo justo puede reducir las disparidades de salud entre hombres y mujeres y promover una vida más saludable y equitativa para ellas.
En definitiva, la salud de las mujeres no depende únicamente de factores biológicos, sino también de condiciones sociales, culturales y económicas que influyen en su bienestar. Combatir las desigualdades de género, mejorar el acceso a servicios de salud de calidad y crear un entorno social y cultural que apoye a las mujeres son pasos fundamentales para mejorar su salud. Desde el Laboratorio de Investigación Cualitativa de Ciencias de la Salud del Grupo Grincar de la UDC investigamos la complejidad del proceso salud-enfermedad-cuidado de las mujeres con el objetivo de identificar los aspectos que impactan y limitan su calidad de vida.
*La doctora María Jesús Movilla Fernández es investigadora del Grupo de Investigación Cardiovascular (Grincar) del Laboratorio de Investigación Cualitativa en Ciencias de la Salud del Campus Industrial de Ferrol, de la Universidade da Coruña. También es socia de AMIT-GAL
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