Chicos contra chicas en internet
Ellos tienden a recibir mensajes vinculados a valores tradicionales como el dinero y el liderazgo, mientras que a ellas les salen contenidos de izquierdas, entretenimiento y belleza, apuntalando desde la red la sensación de que vivimos en mundos distintos
ABEL COBOS
«En internet existen dos grandes bloques de contenido cultural que raramente coinciden, el girl internet (internet de chicas) y el boy internet (internet de chicos)», aseguran las periodistas Lauren Meisner y Jordyn Christensen en un episodio de su pódcast, Infinite Scroll.
La idea de un internet de chicos y un internet de chicas «suena simplista», continúan, «y no quiere decir que uno sea solo para chicas y otro para chicos, pero existen dos consumos digitales enfrentados y existe la tendencia a que en uno haya más presencia femenina y en el otro más masculina». Generalizando, el internet «de chicas» es el que habla de animales, recetas, turismo, políticas sociales desde una perspectiva de la izquierda (igualdad, feminismo, derechos LGTBI…), famosos, series, televisión, entretenimiento y belleza.
En el «de chicos», sin embargo, reinan los deportes, los videojuegos, la comedia, el humor y los facts (datos y curiosidades generalmente sobre historia, geografía o espacio). Las plataformas donde se consumen, añaden, también varían: TikTok es reino de las chicas, YouTube Shorts de los chicos… y los Reels de Instagram de los boomers.
En todas las edades
Estos últimos, por supuesto, también presentan diferencias en el género. A las mujeres más maduras se les tiende a poner vídeos con muchos topicazos sexistas —con vídeos de humor rancio sobre, por ejemplo, lo difícil es hacer que su marido se despegue de la pantalla del móvil y les diga lo guapas que van—, mientras que a los hombres les suelen caer fragmentos de pódcasts —siempre conducidos por hombres— donde se comentan temas de actualidad —como el aborto— a través de una mesa con una presencia exclusivamente masculina que se basa en soltar «zascas» a políticas como Alexandria Ocasio Cortez o Irene Montero.
El sesgo de género está presente en todos los grupos de edad, simplemente cambia el formato: a los más jóvenes les saldrán memes y a los más mayores sketches dignos de Escenas de Matrimonio.
Estas periodistas no son las únicas que han hablado del tema. Ellas mismas remiten a la newsletter de Rebecca Jenninggs, quien bautizó estos dos bloques con los nombres de «Girl Internet» y «Boy Internet».
«El algoritmo nos aleja»
En España también se ha hablado del tema: por ejemplo, las periodistas Delia Rodríguez o Begoña Gómez han mostrado su preocupación ante lo que se esconde detrás de esta división del contenido a través del género.
«Siento que la deriva del algoritmo nos aleja y la diferencia entre lo que nos sale a unos y otras es cada vez mayor, dividiéndonos en confortables burbujas de filtro de género, como en un colegio segregado donde la ideología está, sobre todo, en la propia separación […]. Unas tienden hacia la izquierda y la identidad. Los otros, hacia una recuperación de valores masculinos tradicionales: dinero, fuerza, liderazgo», apuntaba Rodríguez en un artículo de opinión.
Los estudios que analizan el fenómeno de las diferencias algorítmicas según el género son escasos, sino inexistentes. Lo señalan las periodistas anteriormente mencionadas: ante la falta de datos que lo corroboren, estas afirmaciones son suposiciones, pistas o experiencias compartidas.
Inteligencia artificial
Pero que el algoritmo producido por IA tiene sesgo de género es un hecho. Entre muchas otras publicaciones, la revista SSIR de la Universidad de Stanford demostraba en un artículo que, ante la igualdad de condiciones económicas, una IA le concedería menos viabilidad financiera a una mujer que a un hombre.
Este es uno de los ejemplos con los que querían demostrar que, en efecto, los algoritmos reproducen los mismos patrones de misoginia que la sociedad patriarcal. Cabe deducir, por lo tanto, que no es absurdo suponer que a la hora de distribuir contenido también existe este mismo sesgo sexista.
Meisner y Christensen creen, no obstante, que cada vez se está dando una mayor permeabilización de contenido entre ambos algoritmos. Ahora hay más chicos entrando al de chicas y viceversa. En parte, porque las redes sociales se alimentan de crispación, y poner un contenido en las antípodas ideológicas a lo que se está consumiendo hace que eso, precisamente, se haga viral: aunque sea a costa de destruir espacios seguros. «Cuando mis vídeos salen del girl internet y alcanzan una audiencia masculina, también llegan los insultos y una retahíla de comentarios misóginos, convirtiendo los foros donde antes debatíamos de forma sana en un espacio hostil», denuncia Meisner.
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