Abandono y aislamiento, principales causas de maltrato a los mayores

El Teléfono contra el Abuso que gestiona Confemac atendió 29 casos en Galicia en 2024 | Los que más llaman son hijos que detectan vejaciones a sus padres por parte de un hermano

Una persona mayor apoya sus manos en un bastón. 
| Natalia Montero

Una persona mayor apoya sus manos en un bastón. | Natalia Montero

s. l. c.

Santiago

«Quienes más maltratan a los mayores son sus propios hijos y quienes más denuncian esta situación son también los hijos, cuando perciben que hay un hermano que está maltratando a su padre o a su madre en su propia casa». Es la triste paradoja que refleja el balance anual del Teléfono contra el Abuso y Maltrato a las Personas Mayores, un servicio de asesoramiento que en 2019 puso en marcha la Confederación Estatal de Mayores Activos (Confemac) y al que en 2024 se notificaron en el conjunto de España 600 casos de maltrato. De ellos, 29 se registraron en Galicia, el 4,8% del total.

Como explica Paula del Río, responsable del servicio, Galicia no es de las autonomías que más situaciones de maltrato notifica, pero sí presenta alguna especificidad relevante: un elevado porcentaje de casos son de abandono y aislamiento. «Se trata, sobre todo, de personas mayores que no están siendo bien cuidadas en su domicilio», explica. No es tanto que sufran violencia física, sino que sus cuidadores —fundamentalmente, hijos e hijas— no les proporcionan las atenciones que necesitan. «No les dan la medicación tal y como la tienen pautada o no los llevan al médico», detalla Del Río, que recuerda que la dispersión geográfica también tiene mucho que ver con la situación de desamparo en la que pueden llegar a verse muchos mayores en Galicia.

En el conjunto del Estado, los tipos de maltrato más notificados son el psicológico (28,4% de los casos), el abandono (16,8%), el de carácter económico (15,6%) y las negligencias (10,9%). Y aunque cuando se habla de maltrato se suele pensar en una agresión física, estas solo suponen el 10,5% de las llamadas recibidas.

Para los profesionales de Confemac, es «más peligroso» el maltrato psicológico, como los gritos, las vejaciones, las infantilizaciones o los insultos que reciben muchos mayores y que «no dejan señales» físicas, pero tienen una gran «trascendencia» para la mente de quien los recibe, especialmente si se trata, advierten, de personas con deterioro cognitivo. «Hay muchas conductas que consideramos normales, pero que no lo son. Son maltrato», puntualizan.

Desde su puesta en marcha en 2019, el Teléfono contra el Abuso y Maltrato a las Personas Mayores —el 900 65 65 66, operativo de lunes a domingo, de 9.00 a 21.00 horas— ha atendido más de 3.000 casos en toda España. En siete de cada diez llamadas las situaciones de maltrato se producen en el ámbito familiar, en el domicilio de la persona (69,8%), seguida de las que se detectan en residencias de mayores (14,2%), a nivel social (5,8%) o en hospitales (0,8%).

Y si en la mayor parte de los casos son los hijos los que protagonizan situaciones de maltrato a sus padres, también son los descendientes de estas personas mayores los que en mayor medida se ponen en contacto con el 900 65 65 66 cuando detectan lo que está pasando. Así ha ocurrido en un tercio de las llamadas. Pero hay un dato que para los profesionales que gestionan el Teléfono contra el Abuso de Confemac resulta «altamente esperanzador». Y es que, de cada 100 llamadas, 25 fueron realizadas por la propia víctima. «Para esta entidad, que trabaja de forma incansable por empoderar a las personas mayores y que tomen las riendas de su vida, es algo que nos llena de orgullo por la labor que realizamos a diario», señalan.

En ocasiones, si la gravedad del caso lo requiere, es el propio equipo de Confemac el que se ve obligado a presentar la denuncia correspondiente, aunque se intenta que sean las víctimas o las familias las que tomen la iniciativa.

Desde la Confederación reclaman apoyo económico para mantener un servicio que costean en exclusiva desde hace tres años. «Administraciones e instituciones públicas y privadas aplauden la labor que realizamos, pero no obtenemos financiación para seguir adelante», lamentan.

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