En Valencia
Emilia, ochenta días sin salir de casa en Catarroja por la falta de ascensor
La mujer, que tiene 87 años, camina con tacatá y aguarda a que arreglen la avería del elevador, destrozado tras la dana el 29 de octubre

Emilia mira por la ventana desde el primer piso donde vive y donde aguarda a que arreglen el ascensor para poder salir. / V. P.
Violeta Peraita
Emilia tiene 87 años y camina con ayuda de un tacatá. Vive en un primer piso de un edificio de Catarroja que, como tantos, se ha quedado sin ascensor tras la dana, pues el patio de la finca se inundó por completo hace ya más de dos meses. A media mañana Paula, que es la mujer que asiste a Emilia cada día, la acaba de asear y luego Emilia se sienta en la cama. "Pregunta lo que quieras, hija", dice. ¿Qué ha pasado desde la dana en esta casa?.
"Pues lo de siempre", lo poco y lo mucho de cada día. Emilia lleva desde el 29 de octubre (cuando vio desde la ventana un tsunami que arrastraba de todo y desde su puerta como el agua llegaba casi al último escalón del primer piso donde vive) sin salir de su casa, donde reside desde hace más de veinte años. Está operada de la rodilla, la cadera y el fémur y esas secuelas las arrastra a la hora de moverse. "Me encantaría poder salir a la calle, pero dicen que tardarán aún en arreglar el ascensor", cuenta.
Cuando se le pregunta por el día de la dana: "Ay, no quiero ni pensarlo, qué susto pasé", explica zanjando el tema. Durante estos dos meses han venido a verla médicos, amigas, pero no ha salido todavía. "Echo de menos ir a pasear, a ver a mis amigas, porque al final cada una tiene su vida y venir aquí es difícil", relata.
"Gracias a Dios tengo una casa"
Con todo, Emilia dice que tiene suerte porque a pesar de todo, "gracias a Dios tengo una casa, un techo donde estar. Mucha gente no lo tiene ya", apunta. No quiere fotos de cara porque dice que no va peinada. Está llamando a una peluquera que le han recomendado para que vaya a verla y le corte el pelo. "Una está en casa pero también ha de estar guapa, oye", zanja.
Más de 80 días después de la barrancada que se llevó por delante varios municipios de l’Horta Sud, dejando el esqueleto de los pueblos y sus gentes totalmente deteriorado, las consecuencias siguen haciendo mella en la vida de las personas. El destrozo de edificios implica, también, la rotura de cientos de ascensores de fincas donde viven muchísimos vecinos. De hecho, esta situación ha colapsado el calendario de técnicos especialistas y la lista de espera para arreglar los elevadores en las comunidades de propietarios es larga.
Con todo, el ascensor es una herramienta vital para personas que tienen problemas de movilidad, como las personas con discapacidad física o las personas mayores como Emilia a las que caminar les cuesta. Esto provoca que haya mucha gente que o no haya podido salir de su casa desde hace más de dos meses o que puede pisar la calle gracias a la asistencia de entidades sociales como Cruz Roja. Este gran problema para las personas dependientes ha hecho que la Conselleria de Educación, a través de Labora está reforzando y agilizando los cursos para sacar más técnicos de reparación de ascensores al mercado, ante la enorme demanda de las comunidades de vecinos tras la dana.
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