La Xunta vigila en centros educativos el riesgo suicida de 314 escolares

‘Código Agarimo’ permite al 061 intervenir de forma «inmediata y eficaz» al disponer de informes con recomendaciones de actuación | El programa se implantó en 2023

Detalle de un aula, en un centro escolar gallego. |  L.O.

Detalle de un aula, en un centro escolar gallego. | L.O.

C. Villar

Santiago

La irrupción del coronavirus abrió la espita de la salud mental y de ella no dejan de manar en la población problemas emocionales y trastornos que llenan las consultas de la sanidad pública y de la privada, engordan los diagnósticos en las historias clínicas y multiplican el recurso a medicamentos como antidepresivos en la comunidad. Uno de los eslabones más vulnerables de la cadena son los niños y los adolescentes. De hecho, los ingresos hospitalarios por autolesiones e intentos de suicidio atendidos en jóvenes de menos de 20 años en Galicia se quintuplicaron tras la pandemia. En ese contexto, la Consellería de Educación y la de Sanidade impulsaron en 2022 un nuevo Protocolo de actuación y de prevención en los ámbitos sanitario y educativo ante el riesgo suicida infanto-juvenil. De esa hoja de ruta, entre otras medidas, nació un programa que sitúa en el punto de mira del 061 a 314 alumnos menores de edad en riesgo de suicidio.

Esa es la cifra, según indica la Consellería de Sanidade, de estudiantes inscritos en el programa Código Agarimo, una iniciativa que se convirtió en una realidad, tras la formación de los profesionales, en enero de 2023. Su objetivo es que los servicios de la Fundación Pública Urxencias Sanitarias de Galicia-061 puedan intervenir de forma «inmediata y eficaz» si se produce una emergencia en algún centro educativo con alguno de los niños y adolescentes supervisados y el Sergas señala que si la cifra va a más no es necesariamente por un aumento de casos, sino por una mayor difusión e implantación de iniciativas sobre las que cada vez hay más conocimiento e interés en participar.

La intención de la Xunta con la puesta en marcha del nuevo Protocolo contra el riesgo suicida en la infancia era «reforzar» las políticas de prevención y una de sus decisiones fue ampliar el catálogo de situaciones vigiladas por el programa del 061 Alerta escolar, donde hasta entonces se incluían varias patologías que pueden descompensarse y poner en riesgo la vida de los chavales y a las que están atentos centros y Urxencias.

La misión de Alerta Escolar, enfocado en menores de 16 años, según explicaron en alguna ocasión sus responsables, es proporcionar una «atención inmediata y lo más eficiente posible de aquellos niños escolarizados que padecen patologías crónicas y que pueden desarrollar en cualquier momento mientras están en la escuela una crisis o una exacerbación de las mismas». Para facilitarles esa atención, es preciso que ese alumnado esté inscrito y «fichado» en el programa. Este se gestiona desde la central de urgencias y utiliza al docente como «las manos, ojos y oídos» del médico del 061 en el lugar a la espera la llegada de asistencia especializada. En concreto, el Código Agarimo comprende, según el Protocolo, un registro de casos de riesgo suicida e incluye informes de los profesionales de salud mental con recomendaciones de actuación en caso de urgencia que aportan los familiares o tutores del alumno, que deben autorizar esa participación.

Vía rápida

El protocolo de prevención e intervención ante el riesgo suicida infanto-juvenil de 2022 no solo dio luz verde al Código Agarimo, sino que sirvió para impulsar, explicó el entonces conselleiro de Sanidade Julio García Comesaña , «la primera vía rápida de derivación en salud mental» para el alumnado de riesgo moderado, «coordinando centros escolares, 061, atención primaria y servicios de salud mental». Además, se planteó una encuesta anual sobre salud en el colectivo para conocer sus factores de riesgo y de protección.

No sería el primer sondeo que busca poner cifras a cómo se sienten los chavales. A finales de 2022, la Fundación Barrié, en colaboración con la Universidade de Santiago y bajo la coordinación del profesor Antonio Rial Boubeta, difundió el estudio «de mayor envergadura» realizado hasta entonces en Galicia. Entre sus conclusiones, derivadas de las respuestas de 8.800 adolescentes de 12 a 18 años de 59 centros educativos, los datos relativos a la salud emocional de los entrevistados revelaron, según sus promotores, «una alarmante realidad», dado que el 17,8% de los adolescentes presenta síntomas de depresión grave y moderada y el 12,7% tiene ideas suicidas recurrentes.

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