El chupete, bajo la lupa: ¿Afecta al desarrollo del vocabulario?

Uno de los últimos estudios realizados sobre el chupete, llevado a cabo en Oslo (Noruega), con 1.187 bebés de 12 y 24 meses, demostró que su uso prolongado puede llegar a afectar el desarrollo del vocabulario en la infancia. Los expertos recomiendan limitar su uso a momentos específicos y retirarlo gradualmente antes de los 2 años

M. gonzález

El uso del chupete es una práctica común en la infancia temprana, ya que ayuda a calmar a los bebés y satisface su reflejo de succión. Sin embargo, un mal uso del mismo puede tener también consecuencias en el del lenguaje y dichas repercusiones suelen estar relacionadas con el impacto del chupete en el desarrollo oral, la interacción social o el aprendizaje de habilidades comunicativas.

Un estudio realizado en Oslo con 1.187 bebés de 12 y 24 meses demostró que el uso prolongado del chupete puede afectar al desarrollo del vocabulario durante la infancia. «Diversos estudios han reflejado que el uso excesivo del chupete puede provocar, además de retrasos en el desarrollo del lenguaje, maloclusiones dentales deformando la mordida y la dentición de los peques, provocando problemas a nivel deglutorio como la interposición lingual al tragar y trastornos de los sonidos del habla, ya que al tener un objeto constantemente en la boca provoca deformaciones a nivel palatino», destaca Noelia Álvarez Acuña, logopeda y experta en foniatría y patología de la voz. «Los retrasos en el desarrollo del lenguaje se producen ya que el chupete limita las interacciones verbales y, por ende, el ‘entrenamiento’ constante al que se someten los peques para su correcto desarrollo», prosigue la logopeda del Centro de Estimulación e Aprendizaxe Brincadeira: «Sobre los 24 meses entran en la etapa sintáctica en la que empiezan a formar pequeñas frases usando dos palabras; además, a nivel expresivo inician el aprendizaje de verbos y adverbios de lugar, cuando hasta ese momento solo utilizaban sustantivos para designar la realidad que conocen».

«Si un niño usa el chupete durante demasiadas horas al día, todo el tiempo que ese chupete esté dentro de la boca, el niño no está hablando, no está perfeccionando su lenguaje», destaca Eva López, logopeda y directora de Afalar. «Entonces, no es por el chupete en sí, sino por el uso y la frecuencia que se le da a ese chupete», puntualiza. Así, se muestra partidaria de darlo, «como mucho», hasta los 18 meses y con una «frecuencia limitada».

«En niños con un desarrollo típico, el chupete les aporta tranquilidad, es un instinto natural, pero si un niño que está arrancando a hablar tiene el chupete puesto todo el día, ¿va a sacárselo para decir agua, galleta o pan cuando quiera algo?», reflexiona Iria Varela, logopeda en Upendi Centro Integral y vocal de la junta de gobierno del Colegio Profesional de Logopedas de Galicia. «Lo que hará será señalarlo, lo que va a frenar el desarrollo del lenguaje en general y, evidentemente, del vocabulario», expone.

«El desarrollo del lenguaje y del vocabulario tiene unos hitos; a los 12 meses tienen que tener sus primeras palabras; a los 18 deben añadir otro número determinado de vocablos, a los 24, otro...», dice Iria Varela. «Si no las tienen para ese momento, llevará un desfase con relación a su grupo de iguales», advierte, aunque puntualiza que «no pasa en todos los niños».

«Además, dicho aprendizaje deja de ser ya un proceso natural», prosigue: «Ese desfase que lleva ya hace que le cueste más arrancar y necesite de intervención. Este estudio hace, de este modo, hincapié en que, además de la intervención, es muy importante la prevención, porque hay logopedas y medios para intervenir, pero podemos evitar llegar a ese punto».

«El chupete de por sí no hay que demonizarlo, tampoco es que no se pueda utilizar nunca», subraya, por su parte, la directora de Afalar, aunque, bajo su punto de vista, «un uso elevado del chupete, y más allá de cierta edad, sí que provoca muchas dificultades en los niños, tanto a nivel orofacial, como en el desarrollo del lenguaje».

Por su parte, el doctor José Jiménez Martínez, jefe del Servicio de Pediatría y Neonatología del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, afirma que «se ha llegado a la conclusión de que no perjudica la dentición de los bebés (al menos no en la medida que se pensaba) y que, si se siguen las recomendaciones de retirada, las malformaciones dentales no tienen por qué ocurrir». Además, «la evidencia científica indica que el chupete no acorta la lactancia materna; por el contrario, hace más breve la estancia de los bebés prematuros en los hospitales y reduce el riesgo de muerte súbita infantil». El pediatra también subraya que «las investigaciones demuestran que el chupete ayuda a que el bebé duerma mejor y contribuye a calmar el llanto casi de inmediato. También ayuda a que el bebé se sobreponga mejor a situaciones desagradables o estresantes (los pinchazos de las vacunas, las revisiones pediátricas…)». Igualmente, «ejerce un papel positivo en la prevención de la muerte súbita del lactante y que también surte efecto como analgésico en bebés que no pueden mamar y, por lo tanto, tienen que ejercer lo que los se denomina succión no nutritiva».

Sin embargo, también añade ciertas advertencias: «Lo recomendable es no ofrecer el chupete durante los primeros días de vida de tu hijo y esperar a que la lactancia materna esté bien instaurada, ya que se ha observado que el uso del chupete de manera demasiado precoz puede interferir en la implantación de este hábito (aunque no acortar su duración) y, además, elevar el riesgo de otitis media».

«El uso del chupete es algo muy controvertido e, incluso haciendo una revisión sistemática de distintos estudios, no nos encontramos con una única respuesta correcta», afirma Noelia Álvarez, que sí apunta que «un uso excesivo del chupete» puede crear «malformaciones orofaciales que deben ser corregidas y evaluadas por especialistas (odontopediatras, logopedas con conocimientos en terapia miofuncional, maxilofaciales, etc.)». Es por eso que «la evaluación de los pros y los contras del uso del chupete no nos proporciona datos concluyentes para fomentar o desalentar esta práctica, es una decisión que deben tomar los progenitores».

Si la retirada del chupete es tardía, «más allá del lenguaje podrían darse problemas en el desarrollo del paladar, en los dientes, la mordida e incluso repercutir en la deglución y la masticación», dice Iria Varela, que apunta que «hay chupetes más respetuosos que otros».

«Si tú eliges introducir un chupete en la vida de tu hijo, debes informarte de qué formas hay, porque no todo lo que hay en el mercado es adecuado», constata Eva López. «Debe ser el chupete que más anatómico sea o que permita una succión lo más parecida al pecho posible», recomienda.

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