Mujeres del Seprona, más que un 2%

La teniente Covadonga García, la sargento Ana Belén Freire y la sargento 1º Elena Moya son las únicas tres agentes del Servicio de Protección de la Naturaleza de la Guardia Civil en Galicia, frente a los otros 132 operativos hombres. Así velan por el medio ambiente en un espacio masculinizado

Alba Chao

A Coruña

Marisol Hernández tenía 27 años cuando ingresó en la Academia de Baeza (Jaén) para comenzar su formación como guardia civil. Corría el año 1988. Hasta entonces, el cuerpo era un territorio exclusivamente masculino. Junto a sus 197 compañeras de promoción se convirtieron en las primeras mujeres en vestir el uniforme de la benemérita.

Ese mismo año nacía el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona). Hoy en Galicia esta especialidad cuenta con 135 agentes, de los cuales tan solo tres son mujeres. Siguiendo los pasos de aquellas precursoras y respondiendo a esa vocación de «servicio al ciudadano» que todas ellas comparten, la teniente Covadonga García, la sargento Ana Belén Freire y la sargento 1º Elena Moya nos sumergen en el último cuarto de siglo de este servicio.

«Entré en el cuerpo casi por casualidad, estaba estudiando y vi la convocatoria. Pensé, ¿por qué no presentarme», recuerda la sargento 1º Elena Moya, natural de Salamanca y con 35 años de carrera en la Guardia Civil. Fue en Vitoria donde descubrió el impulso y el cuidado del medio ambiente que se hacía desde las administraciones y, en concreto, desde el cuerpo al que pertenece. Desde entonces, hace ya 25 años, «mi desarrollo profesional ha sido en distintas unidades del Seprona» hasta ocupar en la actualidad la jefatura de la oficina técnica en la comandancia de A Coruña «siempre trabajando en pro de la conservación del medio ambiente».

En el caso de la sargento Ana Belén Freire, ya desde niña sintió predilección por el ejército y la policía. «Quería ayudar a la gente, al cumplimiento de la ley, y en la Guardia Civil encontré la manera», cuenta. De aquello hace ya 25 años. Durante los últimos seis ha ejercido como jefa del equipo de investigación del Seprona también en A Coruña, con 5 componentes a su cargo para atender las denuncias o actuar de oficio ante los incumplimientos de la normativa en materia de medio ambiente.

La representación de mujeres en esta especialidad de la Guardia Civil en Galicia la completa la teniente Covadonga García, que a sus 25 años se convertía en la jefa provincial del Seprona en Ourense —hace tres años que es guardia civil—. Desde su posición planifica los servicios de todo el equipo «también las órdenes propias de la especialidad y los objetivos a cumplir en la misma». A su cargo, una treintena de agentes entre la propia jefatura y las patrullas repartidas por Ourense, Verín, Carballiño, Trives, Lobios y Viana do Bolo.

La cuenta es fácil. García, Freire y Moya suponen menos del 2% del total de operativos de la especialidad en la comunidad, un porcentaje significativamente inferior al peso total de las mujeres en el cuerpo, que a nivel estatal se sitúa en casi el 9%.

«Entras con mucha ilusión y, por norma general, el trato con los compañeros es muy bueno, aunque te encuentras de todo. Quizá por ser mujer tengas que demostrar un poco más que estás cualificada para tu puesto, pero no es algo exclusivo de la Guardia Civil o del Seprona», explica la sargento Freire. Tanto ella como sus compañeras animan a las jóvenes que sientan la vocación: «Que no piensen que ser mujer va a ser un hándicap, trabajamos todos codo con codo, de igual a igual, en velar por los ciudadanos que es lo que nos demandan», explica Moya.

La teniente García, siendo la de mayor rango y menor edad, califica la relación con sus compañeros varones de muy buena: «Es gente que ha realizado el curso del Seprona, la mayor parte de ellos de manera vocacional y por un interés en la especialidad; por tanto, todos tenemos un objetivo, la defensa del medio ambiente».

¿Por qué entonces tan pocas mujeres optan por esta especialidad? «Lo desconozco, si te gusta la naturaleza y el medio ambiente, realmente sorprende», apunta la teniente. Moya, por su parte, cree que pueden influir los prejuicios que todavía existen sobre las oportunidades, servicios y proyección vital que hay en el rural.

Carrera de fondo

Para ser miembro del Seprona se requiere una formación específica. Tras aprobar la oposición, superar el año de academia militar y otro año de prácticas, es necesario realizar un nuevo curso y solicitar las vacantes existentes. Algo similar a pasar una segunda oposición.

«Somos los eternos estudiantes», coinciden, ya que deben estar constantemente actualizando sus conocimientos en materia legislativa «en un ámbito muy cambiante», además de conocer los avances en técnicas de investigación «porque los que quieren delinquir también depuran su modus operandi y debemos estar al día», incide Elena Moya.

Porque esta área de la Guardia Civil abarca mucho más de lo que los ciudadanos pueden pensar. «El concepto de medio ambiente con el que trabajamos en el Seprona es muy amplio. Incluye todo medio en el que el ser humano desarrolla su vida, no solo entendiendo por naturaleza monte, bosque, agua, sino esas otras áreas que pueden afectar a la salud o el entorno en el que vive el ser humano», desarrolla.

Concretamente, el servicio de protección de la naturaleza vela por el cumplimiento de las disposiciones que atienden a la conservación del medio ambiente, los recursos hídricos, la riqueza cinegética, piscícola, forestal y cualquier otra relación con la naturaleza. Lucha también contra el comercio ilegal de especies protegidas o la prevención, investigación y extinción de incendios.

En el caso de estas tres mujeres, desarrollan una tarea añadida, la de ejercer como referentes en un contexto masculinizado, demostrando que no existen espacios que nos sean ajenos, aunque nos toque pelearlos más. Como apunta la sargento 1º Elena Moya, «eres tú misma quien diseña tu camino profesional». En realidad, ellas significan mucho más que un 3%

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