Entrevista | María Martinón Torres Doctora y paleoantropóloga gallega
María Martinón, sobre el último descubrimiento en Atapuerca: «Las técnicas del futuro pueden suponer un salto cualitativo en el estudio del pasado»
Se llama Pink, habitó en Atapuerca hace 1,2 millones de años y podría pertenecer a una especie diferente y más primitiva que el ‘Homo antecessor’. La doctora y paleoantropóloga gallega María Martinón Torres participa en este importante hallazgo, que publica la revista ‘Nature’

La doctora María Martinón Torres. / Ángel L. Fernández
Ágatha de Santos
¿Qué supone este hallazgo en la historia evolutiva del ser humano y en sus procesos migratorios?
Estamos presentando a un nuevo personaje en el asentamiento humano en Europa que hasta ahora no teníamos documentado. La especie más antigua documentada que habría habitado Europa, hallada también en Atapuerca, era Homo antecessor. Pink es aún más antiguo. Sabemos que vivió hace más de 1,2 millones de años porque se ha encontrado por debajo de la capa en la que ya se había encontrado un fósil de esa antigüedad, pero, además, hemos podido comprobar que no se puede asignar a la especie Homo antecessor.
¿Esto que significa?
Significa que durante el Pleistoceno Inferior, en Europa hubo otra población humana diferente del Homo antecessor. Con este hallazgo, estamos añadiendo a ese árbol familiar un pariente nuevo porque Pink no es un Homo antecessor, sino una población inédita en Europa y que hemos bautizado como Homo afinis erectus. Esto significa que tiene una serie de características que creemos que lo aproxima a la especie Homo erectus, pero que, con la evidencia que hoy tenemos, no podemos afirmar, de manera concluyente, que lo sea, y, por tanto, dejamos abierta la posibilidad de que pueda ser incluso otra especie. Es la primera vez que se documenta en Europa algo tan próximo a la especie Homo erectus. Hasta ahora no había evidencia de que hubiera llegado a Europa. Teníamos representantes en África y en Asia, pero no en Europa.
¿Podrá llegar a saberse si, efectivamente, se trata de una nueva especie?
En Atapuerca tenemos varios yacimientos con estas cronologías antiguas. Para poder saber quién era exactamente y si le ponemos otro apellido diferente necesitamos más datos. Este nuevo hallazgo plantea nuevas preguntas y para poder contestarlas tenemos que encontrar más material. Sabemos que es un adulto y que tiene una cara más primitiva que la de Homo antecessor. El Homo antecessor, que es una especie que se encontró y se definió a partir de los restos hallados en otro yacimiento de Atapuerca, la Gran Dolina, tiene una cara sorprendentemente moderna a pesar de su antigüedad (más de 900.000 años). Es una cara que en la zona del pómulo es plana, hundida, como la nuestra, la del Homo sapiens. Pink tiene una cara más primitiva, con rasgos que recuerdan al homo Erectus, con una estructura nasal plana y poco desarrollada.
En el estudio que publica Nature señalan que estos primeros europeos habían desarrollado una tecnología específica para procesar los animales cazados.
En este caso, no solo tenemos el hallazgo del Pink, que ya es importante, sino también mucho material sobre paleoecología, es decir, sobre el ambiente en que vivía este homínido, y sobre sus herramientas. Son una serie de herramientas, de piedra, no muy sofisticadas que se clasifican en lo que se conoce como industria modo 1 o industria olduvayense. Tenemos también información sobre su modo de vida, y a través del estudio de los restos de fauna que se han encontrado asociados al fósil y los restos de polen podemos hacer también una reconstrucción del ambiente en que habitaba, que era el de un bosque, húmedo y con temperaturas probablemente más cálidas que las que tenemos a día de hoy en Burgos.
¿Qué aportan las nuevas tecnologías a la antropología?
Ahora la antropología, aunque estudiar el pasado, está asistida por las técnicas del futuro, es decir. Contamos con las más sofisticadas técnicas de reconstrucción digital, como la microtomografía, que nos permiten estudiar el exterior y el interior de un fósil sin manipular el original y, además, nos facilita compararlo con otros fósiles repartidos por todo el mundo para encontrar similitudes y diferencias.
¿Y en un futuro inmediato?
Las técnicas del futuro pueden suponer un salto cualitativo en el estudio del pasado. En nuestro ámbito supuso una revolución la posibilidad de aplicar técnicas de ADN antiguo. Pero tienen una limitación porque ese ADN tiene una conservación limitada en el tiempo, no podemos ir demasiado atrás. Ahora ha irrumpido la técnica paleoproteómica o análisis de proteínas antiguas, que se pueden llegar a preservar millones de años. En el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) [que dirige la doctora ourensana] estamos lanzando una nueva línea y laboratorio en paleoproteómica, que en el futuro podría dar información genómica de estos individuos, cómo se relacionaban con otras especies, sexo, etc.
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