La carga femenina invisible del cuidado

El cuidado de personas dependientes en España recae, abrumadoramente, sobre las mujeres. Según datos del Imserso, el 87,9% de las personas inscritas en el convenio especial de cuidadores no profesionales son mujeres, mientras que un informe de Oxfam Intermón revela que el 37,1% de las mujeres asume siempre o casi siempre las responsabilidades de cuidado de hijos y personas dependientes, en contraste con solo el 5,6% de los hombres.

Ante esta situación, muchas mujeres se ven obligadas a reducir su jornada o incluso a abandonar sus empleos, lo que afecta a su situación económica o limita su desarrollo profesional. Además, la sobrecarga de responsabilidades también influye sobre su salud mental y física.

Es el caso, por ejemplo, del colectivo de cuidadoras invisibles de las personas con alzhéimer, mayoritariamente mujeres, que abandonan su vida personal y profesional para cuidar, y cuyo trabajo podría suponer el 3% del PIB, con un coste de unos 32.000 euros por familia, según datos de la Confederación Española de Alzhéimer y Otras Demencias (Ceafa).

«Es un trabajo invisible. No se ve y no se pone en valor, pero hay que hacerlo», destaca la presidenta de Ceafa, Mariló Almagro, que hace un llamamiento para adoptar medidas inmediatas que sean «un punto de partida para avanzar en la lucha real contra el alzhéimer». Precisamente, en el marco de la Semana Mundial del Cerebro, que se celebra a nivel mundial cada año durante la segunda semana de marzo, se realizó en el Senado el acto de lectura del Pacto por el Recuerdo, donde se reivindicó, entre otras acciones, un censo oficial de pacientes, un diagnóstico precoz y certero y un acceso equitativo a los tratamientos.

Para Almagro, la falta de un plan nacional del alzhéimer y otras demencias, junto con la necesidad de asignar los recursos económicos adecuados y la creciente prevalencia de esta patología, obliga a actuar de manera coordinada y urgente. «Para el cuidado de mayores no hay ayudas efectivas. Somos un país cada vez más envejecido y debemos desarrollar estrategias para desarrollar estos cuidados», expone. «Independientemente de que las mujeres suframos más alzhéimer, porque somos más y vivimos más, el cuidado sigue recayendo en la mujer que, en ocasiones, tiene que dejar de trabajar», expone. «Y, después de un determinado número de años dedicadas al cuidado, ¿cómo nos incorporamos después al mundo laboral», se cuestiona. «Es algo que también está generando pobreza, porque si las mujeres dejan de trabajar y las ayudas económicas que se les dan son de 300 euros, tampoco pueden apoyar a la familia», subraya.

Además, muchas de estas mujeres cuidadoras tienen, al mismo tiempo, menores a su cargo —un 37,1% de las mujeres en España asume siempre o casi siempre el cuidado de los hijos e hijas frente a un 5,6% de los hombres, según un informe de Oxfam Intermón—. «Está cambiando el perfil de las personas diagnosticadas con alzhéimer o con demencia, cada vez hay gente más joven y estamos viendo en las asociaciones mujeres cuidadoras que están cuidando de hijos en edad escolar y de su marido también y ahí la sobrecarga es el doble o el triple», subraya Mariló Almagro, que destaca también la importancia de «cuidar de las personas que cuidan»: «Es necesario pedir ayuda, no se puede solo y el cuidado empieza por uno mismo».

«La estrategia de desinstitucionalización del Ministerio de Derechos Sociales está hablando de cuidar en comunidad, pero ¿cómo cuidamos? Hay que saber cómo hacerlo, y para eso se necesitan también recursos», afirma: «Hay que tener en cuenta el coste económico que supone, además del físico y psicológico. Ahora mismo se está cambiando la ley de promoción de la autonomía personal y de atención a la dependencia, pero no hemos visto que haya partida presupuestaria», reclama.

Cada caso tiene nombre y apellidos, como el de Elisa, abuela de Irene Rial, que ayuda a su madre en su cuidado tras ser diagnosticada con alzhéimer hace dos años. «A día de hoxe ela vive soa, pero con moita supervisión», afirma. «Xa non cociña e, polo xeral, come na casa dos meus pais tódolos días», prosigue. En su caso, han creado una red familiar de ayuda: «Ten outro fillo que a vai buscar un par de días na semana ou a leva a onde precise e meu pai tamén é o que está na casa e está tódolos días con ela».

Por ahora, ni Irene, que tiene una hija pequeña de siete meses, ni su madre han tenido que dejar de trabajar. «Miña nai traballa coidando xente dependente fóra da casa, pero fixo unha adaptación dos seus horarios para estar no mediodía na casa e poder levarla logo ao grupo de estimulación de Afamo», añade.

«Eu creo que realmente os coidadores son os grandes olvidados», añade. «A día de hoxe a nosa é unha carga máis pscolóxica que física, pero estar pendente dela as 24 horas ou non saber con que che pode sair, ou que pode pasar ao día seguinte é compricado de asumir», reconoce.

«No traballo da miña nai, que traballa con xente dependente, a maioría dos coidados recaen nas mulleres; igual no meu caso, que traballo con nenos pequenos», subraya. En este sentido, agradece también la ayuda recibida por Afamo (Asociación de Familiares de Personas con Alzhéimer del Morrazo). «Fan unha labor incríble con ela e tamén coas coidadoras, porque nos dan charlas, teñen atención psicolóxica e axúdanche tamén cos trámites burocráticos. A nós déronnos a vida porque sen eles estariamos máis perdidos».