ELA y fútbol, un vínculo inquietante

El exguardameta y extécnico Unzué es la imagen en España de la lucha contra la ELA y uno de los futbolistas a los que se les ha diagnosticado la enfermedad. Se ha investigado el vínculo entre esta dolencia y el fútbol profesional y se barajan hipótesis, pero no se ha esclarecido ninguna relación causal

Unzué, durante un homenaje.

Unzué, durante un homenaje. / Enric Fontcuberta

Rafa López

A Coruña

Los enfermos y afectados por la esclerosis lateral amiotrófica (ELA) han recibido estos días dos mazazos. Uno, que no habrá financiación para la «ley ELA» al desistir el Gobierno de la tramitación de los presupuestos del Estado. El otro ha sido el anuncio de Juan Carlos Unzué, que ha tenido que dejar su labor como comentarista por dificultades respiratorias, de que no se someterá a una traqueostomía. Al igual que quien fue guardameta de Osasuna, Barcelona y Sevilla y entrenador del Celta, otros jugadores de élite padecieron esta enfermedad y contribuyeron a darle visibilidad. Se ha investigado si la prevalencia de la ELA es mayor entre futbolistas y otros deportistas, así como posibles mecanismos que expliquen este vínculo, pero no se han hallado evidencias científicas concluyentes.

Borgonovo, saludado por Ronaldinho en presencia de Roberto Baggio (d.) y Baresi, en un partido benéfico en Italia. |  L. Galassi

Borgonovo, saludado por Ronaldinho en presencia de Roberto Baggio (d.) y Baresi, en un partido benéfico en Italia. / L. Galassi

Además de Unzué, otro caso cercano es el del también portero de fútbol Miguel Ángel González Suárez, exguardameta internacional del Real Madrid de los años 70 y primera mitad de los 80. El deportista ourensano anunció que padecía ELA a finales de 2022 y falleció el 6 de febrero del pasado año. En 2021 murió Carlos Matallanas, periodista, exfutbolista y referente en la lucha contra la ELA. Mucho antes, en 1985, murió por ELA Ángel Zubieta, exjugador del Deportivo y del Athletic.

Fuera de nuestras fronteras, dos de los casos más relevantes fueron los de dos exjugadores del Celtic de Glasgow, Jimmy Johnstone y John Cushley, fallecidos en 2006 y 2008, respectivamente. Otros jugadores de renombre que han contribuido a la concienciación sobre la ELA e incluso han impulsado fundaciones para recaudar fondos fueron el inglés Willie Maddren (que jugó en el Middlesbrough y murió en 2000); el italiano Gianluca Signorini (Génova, 2002); el polaco Krzysztof Nowak (Wolfsburgo, 2005), el neerlandés Fernando Ricksen (Rangers, 2013); el italiano Stefano Borgonovo (Milan y Fiorentina, 2013); y el inglés Stephen Darby (Bolton Wanderers), al que la ELA retiró del fútbol en 2018, cuando tenía solo 29 años.

Miguel Ángel, portero fallecido por ELA. | I. Osorio

Miguel Ángel, portero fallecido por ELA. / I. Osorio

En la lista de otros deportistas célebres diagnosticados de ELA —que en el mundo anglosajón se llama «enfermedad de Lou Gehrig» por el célebre jugador de los New York Yankees de béisbol que la padeció entre 1939 y 1941— destacan Rob Burrow (rugby), Steve Gleason (fútbol americano) y Pete Frates (béisbol), fallecido en 2019, y que impulsó el reto viral del cubo de agua helada para recaudar fondos y concienciar sobre la ELA.

Parece una lista larga, pero ¿hay realmente una mayor prevalencia de ELA entre los miles de deportistas profesionales que en la población general? Quien más lo ha investigado es, probablemente, el neurólogo italiano Adriano Chió, de la Universidad de Turín. En 2005 publicó en la revista Brain el estudio titulado Riesgo gravemente mayor de esclerosis lateral amiotrófica entre los futbolistas profesionales italianos.

El científico italiano y su equipo estudiaron una cohorte de 7.325 jugadores profesionales de fútbol de la primera o segunda división italiana en el período 1970-2001. Los investigadores concluyeron que los jugadores de fútbol tienen casi el doble de probabilidades de desarrollar ELA que el resto de la población. Además, la edad promedio de aparición de este trastorno entre los futbolistas fue de 43 años, veinte años antes que la población general.

Cuatro años después, Chió encabezó otro estudio, esta vez de forma prospectiva y comparando la cohorte de futbolistas italianos con 1.973 jugadores profesionales de baloncesto y 1.701 ciclistas profesionales. Este segundo trabajo, publicado en la revista Amyotroph Lateral Schlerosis, confirmó la mayor prevalencia de la ELA en futbolistas y concluyó que el riesgo fue mayor para las carreras deportivas que duraron más de 5 años, para los centrocampistas y para los jugadores que empezaron a jugar después de 1980. Ningún baloncestista ni ciclista desarrollaron ELA, lo que indica, según los investigadores, que no está relacionada con la actividad física en sí misma. «El riesgo sigue presente y podría ser específico del fútbol», concluyeron los científicos.

Más recientemente, en 2020, se publicó un tercer estudio basado en futbolistas profesionales italianos. Dirigido por el doctor Ettore Beghi, del Instituto Mario Negri de Milán, este trabajo, que partió de la información publicada en cromos de fútbol, analizó aproximadamente 25.000 futbolistas profesionales italianos que jugaron entre 1959 y 2000. De ellos, 33 jugadores desarrollaron ELA, lo que representa una tasa de 3,2 casos por cada 100.000 personas al año. Esto es casi el doble de la tasa esperada en la población general, que es de 1,7 casos por cada 100.000 personas al año. Además, la edad promedio de aparición de la ELA entre los futbolistas fue de 45 años, en comparación con los 65,2 años en la población general.

Sin embargo, investigaciones realizadas en otros países, como Suecia, no hallaron un aumento significativo en el riesgo de ELA entre futbolistas profesionales, pero sí de alzhéimer (1.5 veces más en una muestra de 6.000 futbolistas de la primera división sueca).

La concurrencia de casos de ELA en deporte profesional que se practica sobre hierba suscita la hipótesis de la exposición a pesticidas y herbicidas utilizados para cuidar el césped como posible mecanismo causal para esta enfermedad. Algunos trabajos han estudiado la relación entre el riesgo de alteraciones neurológicas y la exposición a pesticidas, «una conexión fuera de toda duda» en el caso del párkinson, según la neurocientífica gallega Sonia Villapol, investigadora en el Methodist Research Institute de Houston.

Otro posible mecanismo serían los golpes repetitivos en la cabeza, que generarían microdaños acumulativos en el sistema nervioso.

Sin embargo, aunque se haya observado una mayor incidencia de ELA en futbolistas profesionales, especialmente en Italia, la relación causal está muy lejos de ser esclarecida y son necesarias más investigaciones.

Una enfermedad con más de 40 genes implicados

Al menos uno de cada 800 españoles desarrollará ELA a lo largo de su vida. Es una enfermedad mortal cuya supervivencia media es de 3 a 5 años desde el inicio de los síntomas. El único medicamento aprobado en España para su tratamiento solo aumenta unos meses la supervivencia, pero no mejora la capacidad motora del paciente. Lo que dificulta el desarrollo de nuevos tratamientos para la ELA es que presenta mecanismos de acción muy variados. «El problema en el caso de la ELA es que son muchos los procesos celulares afectados que se han descrito en las células de los pacientes. Hay más de 40 genes identificados cuya mutación podría llevar a su aparición. No hay una sola ELA, sino múltiples variantes», explica en un artículo en The Conversation Antonio J. Pérez Pulido, profesor de la Universidad Pablo de Olavide.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents