Un tercio de médicos de familia gallegos hace horas extra por las bajas y vacantes
Son casi 900 facultativos | Las prolongaciones de jornada son voluntarias y suponen cuatro horas diarias más de trabajo
Perciben unos 200 euros por cada día que amplíen horario

Usuarios pidiendo cita en un centro de salud. | Marta G. Brea
Paula Pérez
Faltan médicos de familia y cada vez que se produce una jubilación, una baja o un facultativo se coge días libres, a la Consellería de Sanidade le cuesta encontrar sustitutos. La solución para garantizar la atención sanitaria es que los facultativos que están en los centros de salud asuman más carga de trabajo y cubran los turnos de sus compañeros ausentes. Durante el año 2024 una media de 869 profesionales al mes —un tercio de los que trabajan en Atención Primaria— realizaron prolongaciones de jornada. Son cuatro horas más de trabajo, de manera que su horario laboral suma once horas y pueden llegar a atender más de 50 pacientes a lo largo del día.
Estas prolongaciones de jornada son voluntarias. Todos los médicos de familia pueden hacerlas y están retribuidas económicamente. Por cuatro horas de trabajo extra cobran más de 200 euros. De esta manera, con solo cinco días de trabajo intensivo pueden sumar ya 1.000 euros más a su nómina. Lo habitual es que esta prolongación de jornada se realice de tarde en horario de 15.00 a 19.00 horas o de 16.00 a 18.00 horas.
«Es como las peonadas en los hospitales», explica el portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria, Jesús Sueiro. «El problema está en la falta de efectivos», apunta este médico de Primaria.
Déficit de médicos
El envejecimiento de la plantilla de médicos en Primaria está provocando una cascada de jubilaciones. Y buscarles suplentes es complicado. Durante años la oferta de plazas para formar nuevos facultativos fue raquítica y provocó que no llegara savia nueva a la profesión. Y aunque ahora eso se ha corregido y se ha aumentado el número de plazas MIR, estos tardan cuatro años en terminar la residencia, así que habrá que esperar.
A esto hay que sumar las bajas laborales y los días de descanso y vacaciones a los que tienen derecho los médicos. Cubrir estas ausencias es difícil. Hay 1.100 facultativos de Primaria apuntados en las listas para hacer sustituciones pero no son suficientes.
Hasta 19 días de espera
Si a esto se añade que la demanda sanitaria va en aumento pues la población gallega está envejeciendo, el resultado es que cada vez hay que esperar más días para una consulta con el médico de familia. A modo de ejemplo, en el centro de salud A Doblada, en Vigo, si se pidiese cita ahora no habría fecha disponible hasta el 14 de mayo —20 días después—. En Santiago, en el ambulatorio Concepción Arenal la demora para ser atendido está en 10 días.
Con las prolongaciones de jornada de estos 900 médicos de familia se palía en parte el problema de las esperas. Las retribuciones económicas son un incentivo importante para hacer estas horas extra. «La gente en gran medida lo hace por las retribuciones, pero también para contribuir a redistribuir a los pacientes y evitar sobrecargar las mañanas», explica Sueiro.
50 pacientes al día
Pero si en una jornada ordinaria un facultativo de Primaria atiende ya de media 30 pacientes —sin contar los casos urgentes que llegan sin cita y son atendidos a última hora— por la tarde pueden pasar consulta a otros 20. «Eso sí, en las prolongaciones de jornada la agenda está ya cerrada, no se pueden incluir más consultas de las previstas», aclara este médico de familia.
Y con once horas de trabajo al día y una agenda de 50 pacientes ¿se puede garantizar la calidad de la atención? El portavoz de la Asociación Galega de Medicina Familiar advierte que ahí está la parte negativa de las prolongaciones de jornada. «Yo las veces que lo he hecho acabé reventado. Es latoso y genera gran esfuerzo mental y cansancio y eso aumenta la posibilidad de cometer errores», denuncia.
Pero además al tener que tratar a pacientes que no pertenecen a su cupo, sino que están asignados a otros doctores, Sueiro advierte que se pierde «la longitudinalidad, que es la joya de la Atención Primaria», en alusión a que los pacientes deben ser atendidos siempre por el mismo médico.
«Cuando conoces a tus pacientes, tienes una capacidad de decisión más asentada. Si no los conoces, las decisiones son más difíciles. Estar cambiando de médico provoca derivaciones innecesarias, más interconsultas», apunta.
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