Nuevo máximo de adolescentes que toman bebidas energéticas: 54.000
Los estudiantes de 14 a 18 años consumidores en el último mes se dispararon un 48% en solo un lustro | La comunidad es pionera en intentar atajar el fenómeno con legislación

Un niño, ante estanterías de bebidas energéticas en un supermercado. | LOC
C. Villar / D. Domínguez
Estimulación del sistema nervioso central y cardiovascular; relación con el sobrepeso y la obesidad; sobredosis de cafeína, hipertensión, pérdida de masa ósea y osteoporosis; palpitaciones, insomnio, náuseas, vómitos y micción frecuente. Ese es el listado enunciado de «efectos adversos» que el Plan Nacional sobre Drogas recoge para las denominadas bebidas energéticas y la legislación que convertirá a Galicia en la primera comunidad en luchar contra su consumo en menores insiste en el mismo mensaje, citando a expertos: «no son seguras», «no son apropiadas», «evitar»... Sin embargo, en Galicia es un fenómeno extendido entre adolescentes y en el último lustro se ha disparado un 48%. En 2018 no llegaban a un tercio los chavales que admitían la ingesta (30,8%); ahora, en cambio, son casi la mitad.
Frecuente entre los estudiantes de Enseñanzas Secundarias
En la última edición del sondeo llevado a cabo entre estudiantes de secundaria de 14 a 18 años por el Plan Nacional sobre Drogas, un 45,6 por ciento de los entrevistados gallegos reconoce que tomó bebidas energéticas en el mes previo a la encuesta, lo que indica cierto grado de asiduidad. En cifras absolutas, con el censo de 2023, año del análisis, y generalizando el comportamiento de los jóvenes matriculados en 3º y 4º de ESO, en ciclos de FP Básica y de grado medio y en Bachillerato al de todos los adolescentes en ese intervalo de edades en la comunidad, ese porcentaje se traduciría en unos 54.000 consumidores, 21.000 más en cinco años.
Una cifra en continuo ascenso
Cuando la Xunta hizo pública por primera vez su intención de restringir el consumo de bebidas energéticas a los menores de 18 años, equiparándolas, a efectos legales, con el alcohol, todavía no se conocían los datos de la encuesta más reciente, pero ya se había producido un incremento entre los aficionados a estos estimulantes durante la adolescencia de casi diez puntos y la cifra no ha dejado de subir en los últimos ejercicios. Son los chicos, sobre todo, quienes consumen más: un 52% frente a un 38,7%.
Mezclar con alcohol
Pero si, como recoge la Xunta en uno de los borradores de su futura normativa, las bebidas energéticas, «especialmente en la infancia y en la adolescencia, pueden producir distinto grado de alteraciones del sueño, ansiedad, irritabilidad y ciertos afectos adversos para la salud, como deshidratación, elevada presión arterial, arritmias y otras problemáticas de carácter neurológico o psicocomportamental», a la Consellería de Sanidade «también» le resulta «muy preocupante» su combinación con alcohol, en la medida en que los estimulantes pueden «enmascarar» sus efectos y propiciar «conductas de riesgo». En Galicia, casi una cuarta parte de los chicos y una de cada cinco chicas realiza esta práctica.
Vender o suministrar a menores alcohol o Red Bull costará 15 veces más que el tabaco: 3.005 euros frente a 200
Galicia castigará con mucha mayor dureza la venta o suministro a menores de edad de alcohol o bebidas energéticas que proporcionar tabaco. El proyecto legal que maneja la Xunta establece castigos económicos 15 veces más severos en el primer caso que en el segundo. Así consta en el anteproyecto de Lei de protección da saúde das persoas menores e prevención das condutas aditivas, enviado por la Xunta al Consello Económico e Social para que emita un informe preceptivo. Luego lo aprobará el Consello y será remitido al Parlamento para que entre en vigor antes de que concluya el año, según prevé el Ejecutivo.
El texto mantiene la consideración de la venta o suministro de tabaco o vapeadores a un menor de edad como una infracción leve, mientras que en el caso del alcohol y las bebidas energéticas sitúa esa falta como grave. Pero el proyecto impulsado por la Consellería de Sanidade varía la horquilla de multas económicas, que se sitúa en los 200 euros en el escalón más bajo de las leves y en los 3.005 en el de las graves. Los castigos económicos más laxos serán, por tanto, quince veces más altos en el caso de alcohol y bebidas energéticas que en el del tabaco, a pesar de que esta última sustancia está considerada como un factor desencadenante de cáncer.
Esos cambios introducidos en los castigos económicos, avanzado por FARO, suponen un endurecimiento de las multas a los menores por participar en botellones. El castigo por beber alcohol de manera individual será de 200 euros, pues siempre se aplica la cantidad más baja, misma cantidad aplicada para el consumo o tenencia de bebidas energéticas o vapeadores. En el proyecto original la cifra era de 600, si bien se mantiene que puedan conmutarse las multas por trabajos en beneficio de la comunidad. Sin embargo, en el caso del botellón, el castigo mínimo será de 3.005 euros y no solo a quien ingiera alcohol, sino también a quien esté en posesión de esa sustancia.
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