De trabajar en la UE a crear un gran pulmón vegetal en Galicia
Dos biólogos coruñeses organizan visitas en un espacio natural de Lugo de 25 hectáreas con 750 variedades de árboles y plantas de cien países

Los coruñeses César Debén y Begoña Bravo.
Edgar Melchor
Tras medio siglo de vida en el extranjero, una pareja de biólogos coruñeses se aventuró a comprar hace 15 años una finca en la parroquia lucense de San Vicente de Pena. Cambiaron los despachos de la Unión Europea y demás organismos internacionales por un proyecto en plena naturaleza: la creación de un arboreto (arboretum), un espacio protegido lleno de árboles y plantas —hasta 750 variedades— con un fin pedagógico y de conservación de las especies.
«Nuestra idea radica en enseñar a los jóvenes lo que puede ser un bosque más allá del monopolio del eucalipto que tenemos en Galicia», explica César Debén, el promotor de esta iniciativa junto a su mujer, Begoña Bravo. Su primer paso fue la adquisición, en 2010, de 12 hectáreas en el lugar de Reiriz, perteneciente al municipio de Begonte, en el límite entre Lugo y A Coruña. Tres lustros después, estos biólogos jubilados suman ya 25 hectáreas para un proyecto «que no terminará nunca».
César y Begoña abren su arboreto los fines de semana, en horario de mañana y de tarde, y su acceso es libre, aunque se requiere una inscripción previa a través de correo electrónico (arboretumdegalicia@yahoo.es). Organizan visitas guiadas para colegios y asociaciones, siempre en grupos reducidos —de 25 personas a lo sumo—, si bien su espíritu reside en albergar paseos de manera autónoma. En esta última modalidad, cada persona puede seguir «un recorrido marcado con mojones de granito numerados», así como consultar «toda la información y las fichas de árboles y plantas en la página web arboretumdegalicia.com». El recorrido se completa en dos o tres horas.
Asimismo, cada usuario tiene la opción de plantar un árbol, un gesto que «está en desuso hoy en día»: «Se les explica qué tipo de árbol es, cuáles son sus beneficios…, y hay gente que regresa al cabo de un tiempo para verificar cómo está y para seguir cuidándolo». Pensando en los pequeños de más de 8 años, los biólogos disponen en su sitio web de un documento bautizado como La vuelta al mundo en 80 árboles, una propuesta para «tener a los niños interesados mientras buscan en el arboreto, precisamente, 80 árboles procedentes de diferentes países».
«Las nuevas generaciones no conocen lo que es un souto, una carballeira, un freixal…, sólo saben lo que son los eucaliptos. Se está generando un paisaje que ya es un desastre hoy en día, pero hay que dar alternativas», confiesa el especialista, quien confía al mismo tiempo en que «la gente ama lo que conoce». En este sentido, reitera que «el paisaje en Galicia está muy enfermo»: «Hay una falta de sensibilidad de la sociedad ante su degradación». Al hilo, critica «la aberración, difícil de entender, que supondrá Altri» para la comunidad.
Las estaciones ideales para visitar el arboreto de Reiriz son la primavera y el otoño. «En primavera porque tenemos los árboles en flor y es un momento de explosión de color», articula Debén. «Y en otoño porque poseemos una gran variedad de árboles de tipo arce u otros que ofrecen un color muy particular, una gama que va del rojo al encarnado, distinto del habitual de los bosques gallegos, que suelen ser anaranjados, ocres o amarillos», manifiesta.
«Se trata de un lugar de paseos donde uno puede darse un baño de bosque, una técnica que muchos médicos recetan en otros países», abunda el biólogo, quien, junto a su esposa, dividen el año a partes iguales entre la Bélgica que los vio desarrollar su carrera profesional y su A Coruña natal.
Fue precisamente en el territorio belga donde el matrimonio tomó conocimiento de los citados baños de bosque. «Allí son muy frecuentes cuando atraviesas una dura enfermedad o si te encuentras con mucho estrés», incide. Cuando César y Begoña permanecen lejos de sus raíces, familiares y vecinos cuidan del tesoro verde para que permanezca intacto. Por el momento, han decidido frenar su expansión en las 25 hectáreas porque, «mientras los árboles no crezcan, hay mucho trabajo, pues se necesita desbrozar y tener saneado el terreno».
«Hemos limpiado los eucaliptos y pinos para plantar otras especies», relata Debén. Los nuevos ejemplares proceden no solo de diversos puntos de España, sino también de un conjunto de más de 100 países, como de la propia Bélgica, Países Bajos, Francia y Reino Unido, entre otros.
La última plantación la realizaron a finales del pasado año, arces en la práctica totalidad, árbol del cual poseen una colección de más de 300 variedades. El espacio atesora asimismo 350 tipos de camelia, más de 100 estilos diferentes de cerezos japoneses en flor, unos 80 de roble y un largo y enriquecido etcétera. «Casi todas son bastante desconocidas, pero también hay muchas especies de tipo bosque tradicional gallego y caducifolias en general», resume César. Esta gran parcela al aire libre de Begonte aloja al mismo tiempo más de 50 especies «prácticamente desaparecidas», las cuales figuran en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El papel de los arboretos es, igualmente, comprometerse y apoyarse para «mantener esas especies en vida en diversos biotopos del mundo».
«Plantamos árboles cada año y es un trabajo de generaciones, nosotros estamos poniendo una primera base, otros vendrán que esperemos que lo mantengan», finaliza Debén, cuyos hijos residen actualmente en el extranjero.
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