Draghi, Princesa de Asturias de Cooperación Internacional

El ex primer ministro italiano salvó el euro en 2012 | Hace solo diez meses abogó en su informe por la mejora de la productividad, la innovación y la autonomía de la UE

C. Neira / E. Fernández-Pello

Oviedo

Mario Draghi, Super Mario, el economista que salvó el euro en la terrible crisis de 2012 con solo tres palabras («whatever it takes»/ «lo que haga falta») cuando estaba al frente del Banco Central Europeo (BCE), exprimer ministro italiano, el sobrio y discreto demócrata cristiano querido por las élites financieras y respetado por sus rivales de la izquierda, fue ayer nombrado premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional 2025.

El jurado, presidido por el exministro Gustavo Suárez-Pertierra, hizo referencia al fortísimo compromiso europeísta de este italiano formado con los jesuitas del que el Nobel de Economía Paul Krugman afirmó en 2019 que era, «posiblemente el mejor presidente del BCE de los tiempos modernos». De hecho, esa vinculación con el proyecto de la Unión Europea mantiene todavía a Draghi muy activo, como se pudo ver hace solo diez meses con la presentación de su «informe», realizado a instancias de la presidenta de la comisión europea, Ursula von der Leyen, en el que define los tres grandes retos del proyecto europeo para los próximos años: mejorar en productividad e innovación tecnológica para romper la brecha con EE UU y China, progresar en la descarbonización con un aumento de la productividad y avanzar en la autonomía en Defensa y Seguridad.

Mario Draghi (Roma, 77 años) es hijo de un banquero del Véneto y de una farmacéutica. Se quedó huérfano con 15 años y, afirman sus biógrafos, ese hecho imprimió en él un temprano sentido de la responsabilidad. A pesar de sus profundas convicciones europeas, el hombre que después salvaría el euro se doctoró con un trabajo que tiraba por el suelo las tesis del plan Werner de 1970 de una moneda única. Formado después en el MIT, («el americano» es otro de sus apodos), su entrada en el Tesoro Italiano, como director general (1991-2001) tras su paso por la universidad y el Banco Mundial, le convirtió en el hombre que inauguró las privatizaciones de las grandes empresas públicas italianas: Autostrade, ENI, Enel, Telecom Italia, BNL… Vicepresidente y director general de Goldman Sachs en Londres, tras su regreso a Italia como gobernador del banco nacional dirigió el Banco Central Europeo entre 2011 y 2019.

En plena crisis de 2012, con Grecia a punto de caer y Europa contra las cuerdas, su famoso discurso «whatever it takes» pasó a la historia como el inicio del final de la crisis. «El Banco Central Europeo está preparado para hacer todo aquello que haga falta para preservar el euro. Y, créanme, será suficiente». Ese fue su mensaje, serio, rotundo, y con ese aviso para que los especuladores dejaran de jugar a tumbar los gobiernos de la UE, el euro, dice la historia, sobrevivió a su peor crisis.

Pol Morillas i Bassedas, politólogo y director de CIDOB (Barcelona Centre for International Affairs), y uno de los miembros del jurado, destacó que Draghi tiene el doble «gran mérito» de «ser un europeísta convencido», por un lado, y «de haber trasladado ese europeísmo, que podría ser solo de posicionamiento o de valores, a recetas específicas», por otro, encaminadas a «la mejora de la competitividad, de la descarbonización, la digitalización..., ámbitos que hablan de una Europa más fuerte pero no de manera conceptual sino aplicada».

«El jurado ha valorado mucho su ejemplaridad como político, pero también su capacidad para convencer de que Europa debe mandar, debe ser un actor internacional de peso, tener su propia visión del mundo y, sobre todo, ser capaz de confrontar su visión, sus valores y sus intereses, con otros actores internacionales, ya sea Estados Unidos o China, o cualquier otro», añadió.

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