Entrevista
Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras en España: "La indignación es el motor que nos lleva a trabajar"
"Nunca nos han dado ganas de tirar la toalla ni a mí ni a esta organización. Al revés", asegura mientras habla con apasionamiento de la labor de MSF en conflictos de todo el mundo

Paula Gil, presidenta de Médicos Sin Fronteras en España. / MSF
Karmentxu Marín
Enfermera, la menor de once hermanos, la presidenta de Médicos Sin Fronteras en España, organización con la que lleva trabajando veintitrés años, Paula Gil (Barcelona, 1970) habla con apasionamiento de la labor que realizan en conflictos de todo el mundo. Tiene, eso sí, en aras de la neutralidad de su organización, cierta prudencia en los calificativos aplicados a situaciones y organismos concretos, aunque la deducción para identificarlos no sea muy difícil. Del plus de crueldad que supone el ataque a estructuras médicas en zonas de conflicto cita cifras: en todo 2024 fueron 1.500. Solo de enero a mayo de este año ha habido quinientos ataques, que han cercenado centenares de vidas de médicos, personal paramédico y pacientes. “Una barbarie y un crimen”, afirma.
Estamos en el momento de mayor número de conflictos contra la población civil desde la Segunda Guerra Mundial: Gaza, Ucrania, Sudán, República Democrática del Congo, Chad. ¿Ha vivido antes algo así?
Es así. Noventa y dos países implicados en conflictos y algo más de cincuenta conflictos activos.
¿Sudán y Gaza se llevan la lamentable palma?
En estos momentos Sudán es la mayor crisis humanitaria del planeta. Doce millones de personas han tenido que huir de sus hogares. Estamos hablando de que la mitad de la población de Sudán -son 25 millones- están necesitando de ayuda humanitaria para poder sobrevivir. Los ataques contra la población civil son constantes. Se han cruzado todas las líneas rojas y no se están respetando las normas de la guerra ni en Sudán ni en Ucrania ni en Palestina. Lo que está sucediendo en Gaza es obsceno, indescriptible. Y está sucediendo a los ojos de todo el mundo y ante la inacción de aquellos que pueden ponerle fin.
Al mismo tiempo, Médicos Sin Fronteras (MSF) dice que se está desmoronando la ayuda humanitaria mundial.
Con el cierre de USAID, la agencia norteamericana de cooperación, se ha parado el financiamiento de prácticamente la mitad de la ayuda humanitaria global, mundial. Ellos financiaban el 46 por ciento de esa ayuda. El 42 por ciento de la financiación del Programa mundial de Alimentos venía de USAID. Pero no es solo Estados Unidos el que ha cortado la ayuda humanitaria. Hay otros países, como Países Bajos, Alemania, que llevan años haciendo reducciones sustanciales en estos fondos y han anunciado más recortes. Organizaciones como la nuestra, que no depende de fondos institucionales, podemos sobrevivir y seguir trabajando. Pero nos va a afectar y mucho globalmente, en cosas tan importantes como vigilancia epidemiológica, inversiones en investigación médica, cadenas de suministro que dependían de sistemas de Naciones Unidas o notificación de la situación de seguridad en casos de conflicto armado en zonas de guerra.
¿Qué es lo peor que ha visto en su trabajo de tantos años?
Es muy difícil decirlo desde mi perspectiva. Las guerras son todas terribles para aquellos que las sufren. Y cuando pierdes familiares, estás herida, tienes que desplazarte, lo mismo da que estés en Ucrania, en Gaza, en Sudán, en la República Democrática del Congo o en el Sahel. Para todos es terrible.
¿Nunca le han dado ganas de tirar la toalla?
No, nunca. Nunca nos han dado ganas de tirar la toalla ni a mí ni a esta organización: Al revés. Cuantos más ataques hay a personal humanitario o a la misión médica, como pasó el 10 de junio en Gaza a Médicos del Mundo; cuanta más falta de respeto hay al derecho internacional humanitario, que está siendo continuamente atropellado por todo el mundo, más ganas nos dan de continuar. La indignación es el motor que nos lleva a trabajar.
MSF tiene un lema: Ideales que curan. ¿Los ideales son terapéuticos por sí mismos?
Bueno, yo creo que sí. Si no tienes ideales, apaga y vámonos, qué vas a hacer. Te pongo el ejemplo de la situación de Gaza, un conflicto que se ha convertido en un gran partido de fútbol: o eres de una bandera o eres de la otra. Y es completamente absurdo.
Ya: Pero es que hay un equipo que está metiendo todos los goles en la misma portería, y con el portero contrario maniatado.
En cualquier caso, lo que es absurdo es que hayamos perdido el sentido de la humanidad, la solidaridad, la empatía. No se puede deshumanizar a una población entera, como está sucediendo en Palestina. Y no me refiero solo al Gobierno de Israel, sino a personas de a pie en nuestro país, que, siguiendo los lemas de algunos sectores políticos, y sin conocer nada de la realidad palestina, ni mucho menos el contexto de Oriente Medio, se aventuran a posicionarse como si de un partido de fútbol se tratara. Esto es lo que nos indigna realmente.
No se puede deshumanizar a una población entera, como está sucediendo en Palestina
¿La sociedad está inmunizada? ¿Consume tranquilamente sufrimiento ajeno?
Yo creo que la gente, sobre todo la gente de bien, está un poco cansada. Hay un colapso por ser testigos todos los días de cómo se está aniquilando a la población sin poder hacer más. Mucha gente dice: yo ya no leo las noticias, no quiero saber. En la medida de las posibilidades de cada uno, la gente debería movilizarse más para sumar y llamar la atención sobre todas estas atrocidades, que son un mensaje terrorífico para las generaciones que nos siguen.
¿Por qué dice que en Gaza prefiere hablar más de limpieza étnica que de genocidio?
Limpieza étnica es lo que claramente vemos que está sucediendo. Hay signos de genocidio en toda Gaza, pero no nos corresponde a nosotros hacer esa calificación. De todas maneras, están sucediendo cosas terroríficas. Se está atacando constantemente a una población civil que no puede huir de allí. Se la obliga a desplazamientos internos constantes, se les está negando el acceso a la ayuda humanitaria. La población está sufriendo es un abuso constante, un castigo colectivo. Hay una desproporcionalidad brutal y no se distingue entre combatientes y personas civiles, de la misma manera que no se están protegiendo estructuras fundamentales, como los hospitales. Que no se nos nuble la cabeza o la mente con este espejismo de esta fundación que obscenamente han llamado Fundación Humanitaria de Gaza [estadounidense], que lo que está haciendo es repartir comida y balas por igual. Lo que está sucediendo en Gaza es una sucesión de crímenes de guerra, porque incluso un Estado ocupante tiene obligaciones para con la población que ocupa.
¿No le pasma la inacción de Europa?
Quienes tienen que influir y tomar cartas en el asunto no están haciendo su trabajo Y espero que esto lo lleven en su conciencia para la eternidad.
No se está permitiendo crecer a los niños. Hambrientos, agredidos, sin poder estudiar, sin horizontes. ¿Qué generaciones van a ser, si sobreviven?
Invito a cualquiera a que entre en Tiktok o en Instagram y vea los vídeos que muchos palestinos y palestinas están colgando a diario de los bombardeos y de sus hijos. Nosotros trabajamos dando apoyo psicosocial en pediatría y tenemos muchos niños con ideación suicida, que se quieren morir. Cuando un niño de cinco años te dice que se quiere morir, imagínate las consecuencias que esas heridas van a tener para el resto de su vida.
Habla de intentar no ser instrumentalizados a nivel político. ¿No está claro de qué lado actuar? ¿La neutralidad absoluta es posible?
Cuando sucedieron los ataques del 7 de octubre MSF ofreció al Gobierno de Israel apoyo sanitario. Evidentemente no lo necesitaron, porque tienen suficientes medios y suficiente estructura para poder atender a los heridos. Nosotros ya trabajábamos en Gaza y en Cisjordania desde hace décadas. Nos hemos puesto a trabajar en Gaza respondiendo a los ataques y a la situación sanitaria, que no se está deteriorando en Israel, seamos claros. Estamos trabajando para atender a la población más vulnerable en este momento, que es la que está siendo más castigada por esta situación.
Lo que está sucediendo en Gaza es una sucesión de crímenes de guerra, porque incluso un Estado ocupante tiene obligaciones para con la población que ocupa
En su currículum pone: “Enfermera especializada en género, diversidad e inclusión”. Son aspectos vitales, importantísimos. Pero ante las bombas o las muertes por hambre, ¿citarlos no podría verse como una especie de lujo de sociedades desarrolladas?
Justamente lo contrario. No podemos olvidar que, en las guerras, el sector de la población más afectado suelen ser las mujeres, los niños y las niñas. Las mujeres porque pierden además algo muy importante: el derecho a una salud sexual y reproductiva que salva vidas. En áreas de conflicto las mujeres están sufriendo una mortalidad materna mucho mayor, sufren violencia sexual sistemáticamente -en muchos lugares el cuerpo de la mujer y de las niñas y también de los niños es un campo de batalla-. No podemos mirar el mundo como algo uniforme. Las personas estamos atravesadas por diferentes factores que nos hacen vivir de determinada manera. No es lo mismo ser un hombre rico en Europa que una mujer migrante que viene del Congo, que tiene una discapacidad y que además es transexual. No es una cuestión de lujos, sino una realidad absoluta.
La emigración es una de las grandes causas que interpelan a sociedades como la europea. ¿Cómo la abordan en su organización?
La emigración es un fenómeno que ha sucedido siempre y seguirá sucediendo. Pero ahora hay factores añadidos, como el cambio climático, que tiene un impacto enorme en las poblaciones y hace que surja ya este concepto de refugiado o desplazado climático en zonas del mundo bajo situaciones de sequía prolongada, inundaciones, tifones, que provocan desplazamiento de la población. Por ejemplo, Sudán, donde hay una guerra, no puedes cultivar el campo y el campo se deteriora. Y cuando vienen las lluvias aún es peor, porque no hay vegetación y se acentúan las sequías. Hay una sobreposición de crisis. En 2024 hubo 120 millones de personas que fueron forzadas a huir de sus hogares. Es el duodécimo año consecutivo de aumento de personas desplazadas por la fuerza, es decir, gente a la que no ha quedado más remedio que irse de su casa. Un porcentaje altísimo de esa gente se desplaza dentro del propio país, o se refugia en los países más cercanos, para estar cerca y poder regresar; y un porcentaje mucho más pequeño es el que se aventura a cruzar desiertos, mares o selvas para llegar a un lugar seguro. Nosotros trabajamos en toda la ruta migratoria de Centroamérica y México, y haciendo rescates de emigrantes no solo en el mar, sino en el desierto del Sahara, donde muchos son abandonados por las autoridades de determinados países a los que nuestros Gobiernos pagan para que migrantes y refugiados no lleguen a nuestras fronteras, que están recibiendo subvenciones de la Unión Europea y que detienen a las personas y las abandonan en el desierto. Nuestros equipos están haciendo rescates en Níger, en la zona de Agadez, tratando de salvar la vida a personas que, si no reciben ayuda urgente, mueren en pocos días.
¿Qué le desespera en la vida?
Me desespera la inacción de aquellos que pueden hacer cosas para que el mundo esté un poco más ordenado. Me exasperan mucho las personas indiferentes. No puede ser que la gente opte por abstraerse y no luche, no proteste, no se manifieste cuando están sucediendo este tipo de barbaridades. La Indiferencia es algo muy grave.
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