Expectación por el inminente anuncio del dalái lama sobre su sucesor

El dalái lama. |  Michael Buholzer

El dalái lama. | Michael Buholzer

Adrián Foncillas

Pekín

El dalái lama desvelará esta semana su decisión más relevante desde que escapó del Tíbet en 1959 disfrazado con un uniforme militar chino. Su sucesión trasciende la religión y se adentra en la geopolítica, con el mundo pendiente de lo que esta semana diga en su exilio indio de Dhramsalá.

Sobre la cuestión de su reencarnación había emplazado a sus fieles hasta cumplir los 90 años y eso ocurrirá el domingo. Las conferencias religiosas de tres días que empezaron ayer, con la presencia de un centenar de líderes del budismo tibetano, son el momento propicio. La tradición sienta que muera el dalái lama para que los monjes consulten a oráculos y peinen los altiplanos tibetanos en busca de un niño con las cualidades requeridas. Así ocurrió con él.

El decimocuarto dalái lama había nacido como Lhamo Dhondup en una familia campesina de lo que ahora es la provincia china de Qinghai y a los dos años fue ungido como la reencarnación del decimotercero. Contribuyó la visión revelada por un viejo monje y que el niño respondiera «es mío» cuando le mostraron pertenencias del anterior. Cinco años después fue trasladado al Palacio de Potala.

China reclama la decisión. El dalái lama es un «lobo vestido de monje» para Pekín, que prohíbe sus fotografías y culto.

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