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A través de la Ley de Segunda Oportunidad

La justicia perdona una deuda de 1,7 millones de euros a un jubilado de Badajoz que se arruinó

Los impagos de varios clientes y la espiral de créditos en la que entró para mantener su empresa lo dejaron sin negocio y endeudado durante años

«Lo he pasado muy mal; ahora podré tener una jubilación tranquila», asegura

Una persona consulta la página web del Ministerio de Justicia.

Una persona consulta la página web del Ministerio de Justicia. / S. GARCÍA

Badajoz

Llegó a tener más de una docena de empleados y su negocio movía hasta 10 millones de euros al año. Era un empresario de éxito, pero la crisis económica lo golpeó y no solo acabó perdiendo su patrimonio, sino que se quedó con una deuda de más de 1,7 millones de euros, que ahora, con 65 años cumplido, ha conseguido que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Badajoz le condone a través de la Ley de Segunda Oportunidad. 

«Lo he pasado muy mal, ha sido tremendo, pero ahora podré tener una jubilación tranquila», dice Manuel (nombre ficticio), que ha estado representado por el abogado Gustavo Gómez Vázquez.

Los impagos de varios clientes importantes y la espiral de créditos en la que cayó para tratar de mantener su empresa a flote, lo abocaron, en 2008, a entrar en concurso de acreedores y al cierre. «Los bancos se me echaron encima y lo perdí todo», cuenta Manuel. Los problemas comenzaron en 2006 y reconoce que su situación financiera era tan crítica que comenzó a dar «bandazos» para conseguir dinero como fuera. «Sacas de aquí, coges de allí para pagar al personal y la pelota se hace cada vez más grande», explica. 

«Sacas de aquí, coges de allí para pagar al personal y la pelota se hace cada vez más grande»

Jubilado

Le aconsejaron entrar en concurso de acreedores y pactó con su principal reclamante, una entidad bancaria, un plan para «pagar la deuda en 10 años». No salió bien, un tercero se quedó «con todo». La liquidación de su patrimonio no cubría la totalidad de las deudas y, al estar avaladas por el administrador como persona física, se las reclamaban a él. Manuel también tenía deudores, pero intentó cobrar por las buenas y, cuando quiso acudir al juzgado, ya habían prescrito las deudas. «Las mías no, pero las que tenían conmigo sí», lamenta.

Con apenas 50 años se quedó sin casa sin bienes y con dos hijos a su cargo. Consiguió un trabajo por cuenta ajena con un sueldo de unos mil euros (inembargable). Le ofrecieron otros empleos mejor pagados, pero los rechazó porque le embargaban la nómina. 

«Un alivio»

«Me embargaban hasta las devoluciones de Hacienda, no podía tener nada a mi nombre», cuenta Manuel, que reconoce que su situación era agobiante. En 2024, un amigo le habló de la Ley de la Segunda Oportunidad y acudió al despacho del abogado Gustavo Gómez Vázquez. Fue el principio del fin de su calvario financiero. En tres meses consiguió librarlo de la deuda millonaria, que se archivaran las ejecuciones judiciales que pesaban sobre él y que lo dieran de baja en todos los ficheros de morosos. 

«Fue un alivio». Manuel ha podido volver a tener tarjeta de crédito y abrir una cuenta corriente en una entidad bancaria. Ya puede pedir préstamos y contratar una línea de teléfono, algo que no ha podido hacer durante años. «Por fin soy libre», reconoce.

Gustavo Gómez apunta que casos como este son los que evidencian «la razón de ser de la Ley Concursal y, en concreto, del mecanismo legal de segunda oportunidad». 

Gustavo Gómez Vázquez, abogado.

Gustavo Gómez Vázquez, abogado. / S. GARCÍA

El abogado defiende que «no solo «brinda una segunda oportunidad real» al empresario que fracasa, sino que evita que quienes se ven arrastrados por estas deudas recurran a la economía sumergida para poder subsistir. Además, destaca, que la segunda oportunidad también actúa como «un seguro frente al fracaso empresarial», lo que incentiva el emprendimiento y, por tanto, la creación de empleo.

 Asimismo, en opinión de este letrado experto en insolvencias, este mecanismo legal fomenta los préstamos «responsables» por parte de las entidades bancarias, ya que la crisis económica de 2008 «demostró cómo el comportamiento irresponsable de los bancos en cuanto a la concesión de créditos fue provocó el propio rescate del sistema financiero».

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