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«Al crear la novela desde una vivencia personal tuve que vencer el pudor»

La autora de A Rocha Vella (Santiago) da un salto de gigante en su carrera como escritora al ser finalista del prestigioso galardón. En noviembre presentará en Galicia esta novela de trama compostelana titulada ‘Cuando el viento hable’.

Xabier Sanmartín

Barcelona

La escritora compostelana Ángela Banzas lleva más de década y media asentada en Madrid pero viaja a Santiago con frecuencia porque allí está «la familia» y amistades, por no hablar de su querencia por lugares como el café Literarios, «mi café favorito, al lado de la Casa de la Parra, que aparece en la portada de mi primera novela», como ella misma contó a este diario hace un año.

Entre el mar de felicitaciones inicial tras la gigantesca gala de entrega del Premio Planeta de Novela 2025, con cerca de mil personas invitadas al Museu Nacional d’ Art de Catalunya, El Correo Gallego, del mismo grupo que LA OPINIÓN, fue el primer medio de comunicación en charlar con la autora compostelana nada más bajarse del atril. Y de inicio, Banzas alude al trabajo que hacen en Santiago las bibliotecas, los clubes de lectura, las librerías y editoriales con sus presentaciones, debates y tertulias para impulsar la actividad cultural esquina a esquina, consciente de que si ahora es reconocida como finalista del Planeta, lo es tras cuatro novelas previas cuyo eco fue de otra escala, menor, pero valiosa y necesaria. «Hay que apoyar todo ese entorno de los libros y la cultura porque es lo que nos convierte en lo que somos, nos apoya y nos ofrece otra forma de ver perspectivas e incluso sueños, sueños que son los futuros recuerdos y eso es lo más valioso que tenemos», subraya.

La trama de esta novela tiene su semilla en una dura etapa de su infancia: «A los siete años ingresé en el hospital (Xeral) y, al lado, en la otra cama, había una niña como yo, que tenía un nombre parecido, se llamaba Ángeles y pesaba sobre ella un diagnóstico fatal y, a la edad que yo tenía entonces, aquello me impactó enormemente… Me encantaba leer, así que, a mi manera, trataba de ayudarla, iba a la biblioteca y sacaba cuentos para leérselos… Y ahí dentro de los libros, ella podía seguir siendo desde una princesa a una guerrera que liberara a todo un pueblo de un villano, y ella, en esos momentos tan difíciles, todavía sonreía; eso me caló muy hondo. Por eso creo que hay que subrayar la importancia que tienen las bibliotecas dentro de los hospitales, porque no solamente entretienen, sostienen y ofrecen otra forma de vida cuando la principal se acaba».

Su novela, Cuando el viento hable, en el manuscrito presentado titulado como El color de la lluvia, narra la historia de una mujer internada en un hospital del Santiago de la posguerra donde descubre a una hermana perdida. Un argumento de raíz biográfica: «Tengo que reconocer que aquí yo parto de una experiencia propia y el movimiento para la novela se origina desde esa vivencia personal, algo real, algo que yo he vivido, y todos sabemos que recordar, en cierta medida, también es reescribir y, en el fondo, esta historia no deja de ser una novela que tiene ese corazón, porque para mí era muy importante trabajar todo eso, pero, a la vez, es una novela que sigue teniendo mucha intriga, mucha presencia de Galicia y que tiene muchas más capas. En el fondo, sí que tuve que vencer ese pequeño pudor, pero me parecía que lo necesitaba, y lo necesitaba tanto yo como la propia historia».

Y añade: «Cuándo yo estaba ingresada, recuerdo que había una pequeña biblioteca dentro de la escuela y yo iba a la escuela del hospital, al hospital que era el Xeral», cuenta en alusión al centro de Galeras, cerrado en 2003 con el consiguiente traslado de sus servicios al nuevo Hospital Clínico (CHUS), parte de esa Compostela que centra esta novela cuya acción parte de 1939 y se sucede a lo largo de 20 años, cuenta esta autora picheleira, «de A Rocha Vella», según nos cuenta orgullosa, que alude en la trama al Camino de Santiago (en fondo y forma), ruta universal que ella (aún) no ha hecho, «aunque sí muchas personas que conozco de mi familia y demás», aclara.

Y razona el salto temporal desde esa etapa hospitalizada en 1989 al ayer de mediados del siglo XX que centra el libro: «No tuve intención de situarla en el presente, desde un primer momento tuve muy claro que iba a situar la trama de la novela en la guerra o la posguerra y me centré en la posguerra por ser esa larga noche de difuntos y ausentes. Eso me permitía tratar la vida y la muerte tanto desde la perspectiva de un hospital como en un campo de batalla de la posguerra civil española», detalla.

Ante la pregunta sobre la labor documental, se extiende como muestra del empeño que hay tras esta historia, «que tiene mucha intriga» y que habla de Sofía García, una protagonista que pasa tiempo en el Hospital Real de Santiago, «que se construyó en el siglo XVI para atender a los peregrinos que llegaban entonces a Santiago; quizá muchas personas no sepan que ese edificio situado en el Obradoiro al lado de la Catedral es desde 1954 el actual Parador… Me gusta mucho documentarme, documentarme mucho para que no se note», detalla sobre este libro, que define «como la historia de amor más bonita» que ha escrito hasta ahora y como «una historia de esperanza».

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