Una casa en Galicia, refugio y pasaporte para otra vida: «Fuimos a Málaga y hacía demasiado calor; era insoportable»
De California a Vigo y del Reino Unido a Gondomar, Galicia atrae cada vez a más extranjeros que buscan calidad de vida, clima y conexión con la naturaleza. La compra de vivienda por extranjeros se ha cuadruplicado —de 270 en el primer semestre de 2016 a 1.072 en 2025—. Claudio Enríquez y la familia Stenson-Querret encarnan un cambio más allá de la inversión inmobiliaria.

La familia numerosa de origen irlandés y galo, que integran Robert Stenson, Celine Querret y sus hijos Zoé, James y Mathieu Stenson, en su nueva casa en Gondomar. / Marta G. Brea
Elena Ocampo
Tres nuevos vecinos con acento norteamericano contemplan el atardecer en la ría desde un piso de la calle Pi y Margall de Vigo. Antes de comprar esa vivienda, Claudio Enríquez –nacido en Argentina, pero residente desde los tres años en Estados Unidos–, probó vivir en la ciudad gracias a un alquiler en la calle Camelias.
Era de otros norteamericanos que lo habían comprado, pero aún no fijado su residencia en la ciudad. Este profesor de primaria jubilado, llegó desde el sur de California, a nuestra «Galifornia». Tras retirarse en junio de 2024, decidió buscar un nuevo lugar donde establecerse con sus dos hijos, Nathan y Matthew, de 21 y 18 años. Ya viven aquí.

Claudio Enríquez, en su vivienda en Vigo ayer. / Jose Lores
«En EE. UU. tienes que ser millonario para tener un piso o casa con vista al mar, las montañas o la ciudad», comenta Claudio, recordando cómo esa experiencia le permitió calibrar lo que buscaban. La compra de su piso le ofreció estabilidad: «Si vuelvo a California y busco esta misma casa, que no es de lujo, tendría que pagar más de un millón de euros».
Refugio climático
Antes de decidirse por Galicia, Claudio exploró Andalucía, pero quedó descartada por razones climáticas. «Fuimos en 2023 a Málaga y hacía demasiado calor. Para mí, era insoportable. Pensé: no podemos vivir aquí e investigué todas las partes de España», relata. Tras analizar Burgos, País Vasco y Cantabria, concluyó que Vigo reunía sus preferencias de clima, servicios y calidad de vida, sin el bullicio —y las incomodidades— propio de otras grandes urbes.
Aquí y ahora, sus hijos se adaptan al idioma y a la vida local: uno (ya graduado) estudia español de forma presencial y el otro cursa un Grado online. La vida en la ciudad le ofreció la calma que buscaba: «Aquí no se necesita coche. En Estados Unidos, para cualquier cosa tienes que usarlo. Mercado, farmacia, doctores… todo al alcance de un paseo. El día a día aquí es más relajado. Y la gente trata bien a los mayores, no ves gritos en la calle, ni tiroteos».
El modo de (buena) vida
A pocos kilómetros, en A Pousa, Gondomar, la francesa Celine Querret y el irlandés Robert Stenson encontraron su refugio familiar. Fue un flechazo. Llegaron desde Inglaterra con sus tres hijos —Zoé, James y Mathieu— motivados por la educación y la libertad que querían para ellos. En Inglaterra percibían que los valores de la sociedad no se alineaban con su visión de la crianza: «Estábamos entre Bilbao y Galicia, pero venció Galicia por la competitividad del precio y por la tradición céltica de Robert, que conecta Irlanda y Galicia», explica Celine.
Así, compraron en 2023 una típica casa gallega de piedra (tiene con una finca de 6.000 metros cuadrados, fuente, hórreo, jardines, mirador...) que reformaron para adaptarla a sus necesidades y convertirla en un hogar sostenible.

Familia formada por Celine (francesa) y Robert (irlandés), y sus tres hijos Zoé, James y Mathieu, y que actualmente viven en Gondomar / Marta G. Brea
En este último aspecto de independencia energética aún trabajan. «Queríamos que los niños pudieran crecer con libertad, en contacto con la naturaleza. Nos enamoramos de la zona, de la naturaleza y del paisaje, primero, y luego de la sensación de comunidad», añade.
Sus hijos se integraron en las aulas del cole local plurilingüe del municipio, donde los otros padres los acogieron «con los brazos abiertos». Pueden practicar surf, cuidan la huerta y disfrutan del aire libre mientras los adultos buscan un equilibrio vital: Celine trabaja en remoto en marketing y Robert desempeña labores de carpintero, con proyectos futuros por cuenta propia o en empresa. «Mi vida de fin de semana es mi jubilación. Queremos trabajar sin prisa, parar para descansar y que la vida sea un camino confortable».
Las historias de Claudio y de la familia Querret-Stenson reflejan distintos caminos que confluyen en Galicia: la búsqueda de clima y tranquilidad frente a la rutina estadounidense, y la elección de unos valores educativos más alineados con la familia y el contacto con la naturaleza, frente al sistema inglés. Ambos casos evidencian cómo Galicia se ha convertido en un destino para quienes buscan no solo una vivienda, sino un nuevo estilo de vida, donde la comunidad, el entorno y la calidad de vida superan cualquier cálculo económico o logístico.
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