A más conexión, más división: "Las redes sociales no provocan la radicalización, pero sí la aceleran"
La expansión de las redes y los teléfonos inteligentes ha multiplicado el número de amistades cercanas e intensificado el contacto con opiniones opuestas. Un estudio sugiere que este aumento de conexiones sociales podría estar alimentando la polarización política en las sociedades occidentales

El asalto al Capitolio de 2021 fue un ataque directo a las instituciones democráticas, alimentado por la creciente polarización política en Estados Unidos. Una parte del electorado asumió como cierta la deslegitimación del resultado electoral y se aferró a la narrativa de la «posverdad» promovida por algunos líderes políticos. El episodio evidenció cómo la polarización puede derivar en una confrontación que mina la confianza en el sistema democrático, sustituyendo la lealtad a los valores comunes por una adhesión ciega a un líder o una ideología. | EUROPA PRESS
ágatha de santos
Cuanto mayor es la conectividad social, más tienden las sociedades a fragmentarse en grupos cerrados con opiniones extremas. Así lo revela un estudio del Complexity Science Hub (CSH), difundido por la agencia SINC, que señala un factor estructural en las relaciones personales como una posible causa del creciente nivel de polarización ideológica en las sociedades occidentales, un fenómeno que podría amenazar la tolerancia y la democracia. Un ejemplo claro fue el asalto del Capitolio de Washington en 2021 por seguidores de Donald Trump tras su derrota ante su rival electoral, Joe Biden.
El gallego José Durán, profesor universitario de Sociología, advierte, no obstante, que afirmar que a mayor número de conexiones corresponde una mayor polarización «es una simplificación». «No puede establecerse una relación directa de causa y efecto entre ambos fenómenos, porque la polarización es mucho más compleja: intervienen en ella múltiples dimensiones, y esta sería más bien una consecuencia que una causa. El verdadero trasfondo está en el contexto social: faltan valores comunes, las instituciones atraviesan una crisis de legitimidad y predomina un individualismo exacerbado», explica.
Durante décadas, los estudios sociológicos mostraban que la mayoría de las personas mantenían dos amistades íntimas, capaces de influir en su forma de pensar. Sin embargo, a partir de 2008 —coincidiendo con la expansión de las redes sociales y los teléfonos inteligentes— esa cifra se duplicó.
A través de un modelo social basado en datos reales, los científicos del CSH demostraron que un incremento en la densidad de las conexiones personales conduce a una mayor polarización. «Cuantas más conexiones establecemos, más nos exponemos a opiniones divergentes, lo que genera fricciones y conflictos», explica Markus Hofer, coautor del trabajo.
El fenómeno, advierten los expertos, supera los niveles históricos de polarización. Las nuevas redes sociales tienden a agrupar a las personas en comunidades ideológicamente homogéneas, con escasos puentes de comunicación entre ellas. «Cuando esos puentes existen, suelen ser negativos o incluso hostiles», señala Jan Korbel. Esta fragmentación, advierten los investigadores, representa «una amenaza para la democracia».
Para sustentar sus conclusiones, el equipo analizó más de 27.000 encuestas del Pew Research Center sobre actitudes políticas en Estados Unidos. Entre 1999 y 2017, el porcentaje de ciudadanos con posiciones ideológicas unilaterales aumentó significativamente: los liberales pasaron del 14 % al 31 %, y los conservadores, del 6 % al 16 %.
El estudio también se nutrió de datos de más de 57.000 personas de Europa y Estados Unidos, obtenidos a partir de 30 investigaciones, entre ellas la Encuesta Social General y la Encuesta Social Europea. Los resultados muestran que el número medio de amigos íntimos creció de 2,2 en el año 2000 a 4,1 en 2024.
La aportación más innovadora del trabajo austriaco es la aplicación de un modelo matemático de redes sociales, que permitió demostrar que, una vez superado cierto umbral de densidad crítica, la polarización aumenta de forma abrupta, en un proceso comparable a una transición de fase física.
El papel de las redes
El sociólogo gallego destaca el papel acelerador de las redes sociales en el auge de los procesos de radicalización ideológica. «Las redes sociales no provocan directamente la radicalización, pero sí la aceleran. ¿Y por qué digo que no lo causan? Porque cuando en una sociedad desaparecen las creencias y valores comunes que orientan el comportamiento, y las instituciones dejan de servir como referentes, el individuo se convierte en el auténtico soberano. En ese contexto, las redes sociales, al estar al alcance de tantos individuos que se conciben de ese modo, amplifican la relevancia de lo que cada uno opina: cuando formo parte de una masa, mi opinión adquiere mucho más peso frente a la de los demás», explica Durán.
A su juicio, las redes sociales favorecen la polarización porque los debates no se desarrollan desde un marco compartido, sino desde el derecho que cada individuo se atribuye a opinar. «Y, evidentemente, cuantas más conexiones tenemos en estas plataformas, a más opiniones opuestas nos exponemos», concluye el sociólogo.
Mientras las instituciones no recuperen su autoridad moral, la polarización persistirá
El estudio realizado por el Complexity Science Hub también destaca el papel de la tolerancia interpersonal. «Si tengo dos amigos, haré todo lo posible por conservarlos; soy muy tolerante con ellos. Pero si tengo cinco y surgen conflictos, es más fácil romper una de esas relaciones», explica el investigador Stefan Thurner. Esa reducción de la tolerancia, advierte el científico del CSH, podría erosionar a largo plazo las bases de la convivencia democrática. Por su parte, José Durán señala que, mientras las instituciones no recuperen su papel como referentes morales y normativos, la polarización seguirá creciendo. «Si las instituciones y los valores comunes se erosionan progresivamente en distintos ámbitos, la polarización encuentra un terreno fértil, que las redes sociales amplifican al dar voz a millones de individuos que se perciben como soberanos absolutos, sin principios compartidos ni autoridad institucional que los modere», insiste el sociólogo de la Universidade de Vigo (UVigo). La polarización siempre ha existido, pero, según el estudio del Complexity Science Hub, lo que ocurre ahora trasciende con creces los patrones históricos. Una mayor conectividad ha dado lugar a la formación de menos grupos, aunque más cohesionados, con opiniones muy diferentes entre sí y con escaso intercambio entre ellos.
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