Cientos de personas participan en otra jornada infructuosa en búsqueda de Sonia
Dirigidos por un centenar de agentes de policía y de Protección Civil rastrearon montes próximos a la ciudad . "No buscamos un cadáver", indicó el responsable de la Brigada de Seguridad Ciudadana
Fernando Martínez Pontevedra
"Estoy aquí por lo que estamos todos: para que Sonia vuelva pronto a casa", afirma rotunda Marta, clienta de la tienda en la que trabaja la vecina de Pontevedra desaparecida hace doce días. Marta es una de las ochocientas personas que ayer participaron en un batida por los montes y marismas de Pontevedra, con el propósito de encontrar algún rastro de Sonia Iglesias Eirín.
Al inicio del operativo, dirigido por la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía Nacional, su responsable, Evaristo Pérez, aclaró a los cientos de voluntarios congregados a las nueve de la mañana en el recinto del Pazo da Cultura: "No estamos buscando un cadáver". "No tenemos que dar por seguro que haya fallecido; vamos a buscar cualquier objeto de interés para la investigación", aseguró Pérez a los participantes en la búsqueda. Y con unas pautas básicas para seguir en un rastreo tan multitudinario, los cientos de voluntarios partieron en distintos grupos hacia las marismas de Alba y O Vao, el lago de Castiñeiras y alto de Cotorredondo -gracias a la colaboración de Autocares Rías Baixas, que aportó cuatro autobuses de forma altruista- y los montes de Campañó y A Caeira.
El rastreo se prolongó durante toda la mañana y se dio por finalizado a las dos de la tarde sin ningún resultado concluyente, según indicó la policía.
Los participantes localizaron en su rastreo distintas prendas, algunas tarjetas, un pastillero, una tienda de campaña y numerosos objetos que, tal y como les indicaron al comenzar la ruta, señalaron para ser recogidos posteriormente por los agentes de la Policía Científica.
Los diferentes grupos estuvieron acompañados por medio centenar de agentes de la Policía Nacional y otros tantos voluntarios de Protección Civil. También colaboraron distintas agrupaciones deportivas, que rastrearon las zonas más escarpadas a bordo de quads, motocicletas, bicicletas, o cabalgando.
El jefe de la Brigada de Seguridad Ciudadana de la Policía explicó que no se utilizaron perros rastreadores porque no se trataba de localizar un cadáver. "Estamos buscando a Sonia con vida", aseguró.
Sin embargo entre muchos de los participantes se echó en falta más medios humanos y materiales por parte de los distintos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Lorena, Milagros y María Jesús, vecinas de Verducido -parroquia de origen de los padres de Sonia Iglesias-, explicaban: "Aquí falta el Ejército, la Guardia Civil, muchos que cobran del Estado y que no están hoy aquí". La misma crítica hacían Ramón, José Luis y Ana, vecinos de Monte Porreiro, que explicaban: "Con nuestros medios es imposible acceder a muchos sitios; aquí hacía falta gente especializada, profesionales y mejor organización".
Los propios agentes de policía explicaban que con un rastreo de apenas cuatro horas era difícil obtener un resultado concluyente y admitían que la acción de ayer obedecía más a la presión popular por organizar un rastreo masivo, que a un operativo profesional que buscase pruebas fehacientes.
El rastreo levantó numerosos desperdicios, pero también algunos objetos que llegaron a alertar a los agentes de policía. Entre ellos, una urna con las cenizas de un difunto abandonada en medio del monte, un caballo muerto cuyo olor alarmó al grupo de voluntarios que lo localizó, e incluso una bolsa con carne en su interior, que no era más que restos de casquería arrojados entre la maleza por algún desaprensivo.
El olor del caballo muerto llegó a levantar entre los asistentes la peor de las sospechas. Curiosamente, entre el grupo de voluntarios más próximo al hallazgo se encontraba un sepulturero que, antes de que el equino fuese identificado, tranquilizó a los presentes al asegurarles que el hedor que respiraban no emanaba de una persona, sino de un animal.
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