"Los maté por la mala vida que llevaban". Estas fueron las primeras palabras que pronunció ayer Sonia P. B., de 40 años, cuando fue detenida por una patrulla de la Policía Local de Santa Cruz de Tenerife, tras supuestamente acabar con la vida de sus hijos Tindaya, una niña de 11 años, y Joseba, de 5 años, e hijo de su actual pareja.

Los hechos tuvieron lugar en el número 4 de la calle de 1ª de Armenia, en el barrio de Vistabella, en la capital tinerfeña. Fue una hermana de Sonia quien dio la voz de alarma. La noche del lunes se tropezó con la presunta homicida y, según se desprende de los interrogatorios de la Policía Nacional, no le gustó la cara que esta tenía.

Además, cuando trató de ver a los niños le impidió acceder al domicilio. Por eso, ayer, poco después de la hora de comer, volvió a intentarlo, y tampoco esta vez tuvo éxito. Pero, en su empeño por saber el estado de sus sobrinos, espió por una ventana y acertó a ver manchas de sangre dentro de la casa. Avisó de inmediato al Cecoes 112.

Puestos sobre aviso los servicios de emergencia, rápidamente, se desplazaron al lugar varias dotaciones de la Policía Local de Santa Cruz y del Cuerpo General de la Policía Canaria, así como una ambulancia del Servicio de Urgencias Canario. Los agentes todavía tratan de recuperarse de la impresión ante lo que encontraron en la casa. En una de las habitaciones, yacían los cuerpos sin vida de Joseba y Tindaya. Llevaban por lo menos 48 horas muertos. Hacía días que nadie les veía.

La madre presentaba varios cortes y una profunda incisión en el pecho, como si hubiese sido producida por un destornillador. En ese instante, se autoinculpó. Los policías la sacaron envuelta en una manta y la trasladaron hasta el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, donde anoche permanecía en calidad de detenida bajo escolta policial.

En un rellano del domicilio, los funcionarios policiales hallaron a un varón de 54 años. Este se encontraba sin sentido y los policías pensaron que había fallecido. Sin embargo, al tomarle el pulso comprobaron que era débil. El personal sanitario del SUC consiguió reanimarlo y también fue trasladado en una ambulancia al Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, donde quedó detenido. El varón fue identificado como J. P. D., de 54 años, actual compañero sentimental de la víctima.

Poco a poco las proximidades del domicilio se fue llenando de agentes del Cuerpo Nacional de Policía y de la Científica. Pronto comenzó la inspección ocular con los cadáveres de los niños aun en su interior. El hedor que presentaba el domicilio fue también otro de los indicios que delató el crimen. Según se desprende de las primeras hipótesis, los niños murieron asfixiados, probablemente tras dormirlos con algún barbitúrico. No obstante, será la autopsia que se le practicará a Joseba y Tindaya en las próximas horas, la que arroje luz sobre la causa real del óbito.

Durante el interrogatorio a la madre, los investigadores le preguntaron si sufrían malos tratos tanto ella como sus hijos Joseba y_Tindaya. La respuesta de Sonia fue encogerse de hombros mientras miraba al hombre con el que había compartido su vida en los últimos años. Por otro lado, algún vecino se atrevió a afirmar que la pareja pasaba ciertas estrecheces económicas.

Los vecinos acogían ayer lo ocurrido con asombro y más de uno no pudo evitar romper a llorar. "El hombre que convivía con Sonia no era de fiar", sentenció uno de ellos. Ese extremo es el que ahora tratan de averiguar los investigadores. Y sobre todo tratan de explicar qué hacía el hombre en la tarde de ayer en el domicilio donde fueron hallados los cadáveres de Joseba y Tindaya.

Precisamente, un vecino se puso anoche en contacto con este diario para señalar que ambos niños eran muy dicharacheros, en particular Tindaya. "Yo los veía pasar todos los días delante de mi negocio. Iban a una tienda a comprar chucherías. No me puedo creer que esto haya pasado al lado de mi casa", manifestó.

La comisión judicial llegó al domicilio sobre las 18:50 horas y permaneció en su interior apenas una hora escasa. Poco después, la titular del juzgado de guardia de Santa Cruz de Tenerife ordenaba el levantamiento de ambos cadáveres y su posterior traslado hasta el Instituto de Medicina Legal para la práctica de la autopsia, al tiempo que decretaba el secreto del sumario.

Ayer los investigadores se afanaban interrogando a todo el vecindario para poder reconstruir las últimas horas de vida de Tindaya y Joseba.

Según relató otro vecino parece ser que fue la propia Sonia la que llamó a su compañero sentimental y él se presentó en el domicilio donde ocurrieron los hechos. Un vecino manifestó ayer que le pareció escuchar que, cuando llegó, el hombre dijo "¿pero qué hiciste hija puta?"

J. P. D., intentó quitarse la vida ahorcándose en un patio interior, pero la tabla que lo sostenía se vino abajo. Ha sido precisamente este detalle el que ha hecho dudar a los agentes de su versión de que no sabía nada de los pequeños. "¿Qué hacían si no dos adultos en una vivienda donde 48 horas antes dos niños yacían sin vida?", se preguntan los investigadores.

A partir de ese momento se desatan las conjeturas. Una de ellas apunta a que entre la pareja se pudo producir una fuerte pelea que acabó con la vida de los niños. El varón, además presentaba un traumatismo torácico como si se hubiese precipitado desde lo alto de una escalera y Sonia tenía numerosos cortes por todo el cuerpo. En el domicilio unos cables de la luz colgaban del techo.

Los abuelos maternos de los niños se enteraron poco después de que la Policía hubiese descubierto los cadáveres de ambos. La abuela sólo repetía que quería ver a los niños, pero la hermana de Sonia decidió llevarse a ambos del lugar.

En el interior de la casa, un inmueble de dos plantas que ya se encontraba adornado con motivos navideños un perro yorkshire tiritaba. Una agente de la Policía Local de Santa Cruz lo tomó en brazos y lo condujo hasta las dependencias de este cuerpo en la avenida Tres de Mayo donde personal de la perrera municipal se hizo cargo del mismo. El animal fue mudo testigo del triste final que le supuestamente le deparó la madre a sus hijos.