Laureano Oubiña no tendrá que ingresar en prisión. Al menos de momento. El mismo tribunal de la Audiencia Nacional que acaba de condenarle a 4 años y 7 meses de prisión por blanqueo de capitales rechazó ayer la propuesta planteada por la Fiscalía de ingreso preventivo en la cárcel para el narcotraficante arousano mientras recurre la sentencia ante el Tribunal Supremo.

La sala cree que la condena impuesta "no es grave" pues para ello debería superar los 5 años, y no ve riesgo de fuga mientras se resuelve el recurso que sus abogados presentarán ante el alto tribunal. Tampoco se impone fianza alguna, pese a que el ministerio público solicitó que se le fijaran 100.000 euros.

La Audiencia Nacional, no obstante, establece una serie de medidas cautelares para asegurarse de que Oubiña no huye a territorio extranjero. Así, le prohíbe abandonar el Estado español, le retira el pasaporte y le obliga a presentarse lunes y viernes en la comisaría más cercana a su domicilio. Durante su estancia en la casa familiar de A Laxe, comisada en la misma sentencia, deberá hacerlo en Vilagarcía.

Los magistrados, frente al historial delictivo de Oubiña, valoran de forma positiva que éste, pese a quedar en libertad el pasado mes de julio y tener dos juicios pendientes por blanqueo -de uno fue absuelto- ha acudido siempre a los llamamientos judiciales y no aprovechó los permisos carcelarios de los que disfrutó en 2011 para huir.

También valora el tribunal el "arraigo familiar" que el narco posee en Arousa, a lo que hay que añadir que el propio Oubiña manifestó ante los jueces su intención de no evadirse de la justicia. "Confío plenamente en la justicia, no me voy a ir a ninguna parte porque tengo dos hijas mayores que han crecido sin padre y madre (en alusión a la muerte de Esther Lago) y quiero terminar mis días con ellas". Así de contundente se mostró ante los magistrados para asegurar que en esta ocasión no huirá, en contra lo que hizo en 1999 cuando se fugó a Grecia.

Los abogados del narco cambadés argumentan que esta nueva condena se suma a todas las que ha cumplido Oubiña y que si se hace una refundición de penas "habría traspasado las tres cuartas partes que exige la ley para acceder a la libertad condicional". Es más, aseguran que, cuando la nueva condena por blanqueo sea firme, "Oubiña estaría en situación de acceder a la libertad condicional". En la vistilla de ayer aseguraron que el capo no dispone de medios económicos y tildaron de "desmesurada fianza" los 100.000 euros de la Fiscalía.

La mansión arousana

Además de la pena de cuatro años, siete meses y 15 días de prisión por un delito de blanqueo de capitales, la condena de Oubiña incluye una sanción de más de 2,2 millones de euros y el comiso de las fincas donde se ubica la mansión familiar de A Laxe en Vilagarcía y otra en Sanxenxo.

La Sección Cuarta de la Audiencia Nacional considera probado que el narcotraficante y su mujer, la fallecida Esther Lago, utilizaron dos empresas para adquirirlas con dinero del narcotráfico. En la misma causa también fueron condenadas María del Carmen Daponte García y Emilia Cano Carmona por haber colaborado con el matrimonio, mientras que el tribunal exculpó al suegro, Ramón Lago, y al hijastro de Oubiña, David Pérez Lago.

Si desde su entorno se ve "lógico" que el narco no ingrese en prisión preventiva, la opinión de la Fundación Galega contra o Narcotráfico es radicalmente diferente. "No parece lógico que una persona con semejante currículo delictivo y con una condena pendiente de cumplir se mantenga en libertad con unas medidas tan blandas como las aplicadas", expuso el gerente de la entidad, Fernando Alonso.

Si por algo se ha caracterizado siempre Laureano Oubiña es por sus excesos dialécticos. A los 66 años y tras más de una década en prisión, el narco continúa arremetiendo contra todo lo que se le pone por delante, como demuestra en la entrevista a la revista Vanity Fair. Considerado como uno de los grandes capos del narcotráfico en Galicia, Oubiña no duda en reconocer: "El contrabando se lleva en la sangre, no hay rehabilitación. Yo pienso que no estoy curado, pero estoy viejo". Otro de los puntos que toca el narco es el pazo de Baión, compra por la que considera que fue implicado en la operación Nécora. Reconoce que él y su mujer compraron las instalaciones de Baión, cuando la versión que defendió en su día era que su mujer había sido contratada a través de un anuncio como administrativa del pazo y que, tras comenzar a trabajar, se necesitaba un capataz, momento en el que se le contrató a él. Sin embargo, la investigación descubrió que tras todo el entramado de empresas que existía se encontraba la pareja. "El pazo me costó 275 millones de pesetas y cuando me echaron en 1995 había invertido 1.200", asegura el capo, que reconoce que todo ese dinero "había salido del contrabando de tabaco, y cuando me metí a comprarlo, había dejado de trabajar y no quería saber nada más del contrabando". Asegura haberse arrepentido "millones y millones de veces, porque si yo no compro el pazo, yo no entro en la cárcel". De todas formas, no duda en calificar su intervención como "un robo judicial" y que va a tratar de recuperarlo. Oubiña también aprovecha para arremeter contra el juez Baltasar Garzón y en arrogarse la figura de "rehén del Estado" al considerar que en los últimos doce años no ha tenido beneficios penitenciarios.