"Era un manipulador, violento y cruel. En definitiva, un maltratador". La psicóloga que trató a Laura Alonso durante los seis meses anteriores a su asesinato no titubeó ayer en la Audiencia de Ourense al responder con un "sí" cuando el abogado que defiende al acusado Javier Cruz le preguntó si estaba convencida de que éste es culpable. La terapeuta empezó a tratarla por un problema de anorexia, pero descubrió su depresión y el estrés postraumático por los malos tratos de su exnovio

Tras seis días de búsqueda, el 29 de agosto 2009, el cadáver de su paciente aparecía oculto entre maleza en Toén. Se consumaba así el final trágico de un caso de maltrato físico y psicológico de manual que había comenzado cuando la víctima era menor, con apenas 12 años, según la terapeuta.

La autopsia confirma que fue estrangulada con su propia chaqueta e Isabel Calle aseguró en la segunda sesión del juicio que el exnovio de la víctima "era una persona peligrosa" y un mes después de iniciar el tratamiento con Laura la avisó a ella y también a sus padres: "Les dije que ese chico podía matarla y que era candidata a ser una víctima como las que salen en los telediarios". A sus padres no les dijo el nombre del supuesto acosador porque, reconoció, "hasta yo tenía miedo". De hecho, Laura Alonso le había dicho que Cruz la esperaba en el portal tras las sesiones para preguntarle de que hablaba con su psicóloga y que también había amenazado con quemar su casa y matar a sus padres si revelaba que tenían una relación. Según contó la joven a su psicóloga, ella le había enviado al móvil fotos muy íntimas que él utilizaba para coaccionarla. "Le decía que se las enseñaría a sus padres o a su novio", asegura Calle Santos.

El relato estremecedor de la dominación que según la psicóloga ejercía Javier Cruz sobre Laura (vecino, amigo de la familia y cliente del bar que regentan los padres de la víctima) fue escuchado también por Cesáreo Alonso y Ramona Pérez, los padres de Laura que se quedaron en la sala de vistas tras declarar ante el jurado popular. Armados de valor, primero él y después ella, entraron en la sala y miraron de frente al hombre que confesó haber matado a su única hija.

Algunos testigos refrendaron que la joven recibía mensajes amenazantes de su exnovio. De hecho ella le denunció por maltrato, pero por miedo retiró la denuncia. "En su relación siempre me narró que solía ahogarla y soltarla luego, y tenía que disimular los hematomas en el cuello con pañuelos", explicó la psicóloga.

Agentes de la Guardia Civil declararon que Cruz dificultó la investigación al desperdigar objetos de la víctima por el monte y borró los mensajes claves de una cita. El novio de Laura recibió una llamada de ésta la noche que murió, pero era de madrugada y no la oyó. Siempre se pregunta si podría haberla salvado. El fiscal pide 14 años por homicidio y la familia 20 por asesinato.