La sorpresa fue mayúscula. Una de las pruebas que se consideran claves en la investigación del crimen de Asunta es la del ordenador portátil de su padre, Alfonso Basterra. Este aparato, así como el segundo teléfono móvil del periodista, permanecían desaparecidos y su hallazgo se constituyó como una de las prioridades del magistrado José Antonio Vázquez Taín y de la Guardia Civil. En dos registros en la vivienda en la que residía este hombre en la calle República Argentina de Santiago de Compostela la búsqueda había concluido sin éxito. Y ayer, en una tercera inspección, el ordenador apareció... en pleno centro del salón. "Tropiezas con él según entras", ejemplificaron los abogados de la Asociación Clara Campoamor para poner de manifiesto que el portátil estaba a plena vista y no precisamente escondido.

Los investigadores tienen claro que ninguno de estos dispositivos electrónicos estaba allí en los anteriores registros, por lo que el juez abrirá una investigación para tratar de averiguar si el progenitor de Asunta tuvo algún colaborador que ocultó esta prueba determinante para después dejarla en la vivienda, quizá en los últimos días: esa es la hipótesis que se maneja, ya que Basterra en ningún caso pudo hacerlo porque está encarcelado, junto a Rosario Porto, por el presunto asesinato de la menor. El piso no estaba precintado, por lo que el acceso con llaves no tenía ninguna cortapisa ni policial ni judicial.

El de ayer fue un registro prácticamente de urgencia. Y lo que lo motivó fue que la abogada de Basterra, Belén Hospido, presentó un escrito en el Juzgado de Instrucción número 2 de Santiago informando de que se iban a entregar las llaves del piso donde vivía de alquiler su cliente al dueño -desde que está en prisión ya no habría abonado las cuotas mensuales- y que tanto el ordenador como el teléfono siempre habían estado allí, por lo que no se hacían responsables de lo que sucediera una vez el periodista dejase de ser arrendatario del inmueble. Ante esta situación, el juez ordenó de inmediato una entrada y registro en la vivienda: con un amplio dispositivo de seguridad, el registro de la Policía Judicial de la Guardia Civil, se realizó ayer por la mañana en presencia del magistrado instructor y al mismo acudieron el propio Basterra -que fue trasladado desde la prisión coruñesa de Teixeiro-, su abogada y los dos letrados que ejercitan la acusación popular en representación de la Asociación Clara Campoamor.

Contra todo pronóstico, y tras abrir la puerta, se encontraron con el famoso ordenador en el centro del salón, una austera estancia. La vivienda que tenía alquilada Basterra es el típico piso de estudiantes y hay escasos muebles. Y el teléfono móvil también estaba a plena vista, sobre la mesilla del dormitorio. Los investigadores afirman que ni una ni otra prueba estaban allí en las anteriores inspecciones: una realizada tras la desaparición y hallazgo del cadáver de Asunta el 21 de septiembre, y la segunda el día 26, tras el arresto de Basterra y Porto. Según fuentes próximas a la investigación, la Policía Judicial dispone de diligencias oficiales e imágenes en las que se puede comprobar que ni el ordenador ni el móvil estaban en el lugar en esas anteriores inspecciones, que fueron "exhaustivas" y que al estar documentadas gráficamente, permiten determinar que en el lugar "visible" en el que ayer aparecieron los dispositivos "no había nada".

Las reacciones no se hicieron esperar. A la salida del registro y aún "perplejos", los abogados de la Asociación Clara Campoamor calificaban de "increíble" lo sucedido. Tras confirmar que la abogada de Basterra había sido la primera en entrar con sus propias llaves minutos antes de que lo hiciesen los demás, ratificaron también que todos vieron el ordenador nada más entrar. "En medio del salón se consumó el milagro y apareció el ordenador que se estaba buscando desde hace tres meses; no estaba ni escondido, tropiezas con él según entras", dijo Ricardo Pérez, que junto a su compañera Rocío Beceiro calificó lo ocurrido como "un insulto a la inteligencia de los intervinientes en esta instrucción". "El juez reaccionó con templanza, con prudencia, ¿qué iba a hacer?", afirmaron.