La residencia privada de Zaragoza, en la que el sábado murieron ocho ancianos y otros doce resultaron heridos a consecuencia de un incendio, funcionaba de manera ilegal desde hacía 17 años, según fuentes del Ayuntamiento. La concejala de Derechos Sociales, Luisa Broto, explicó ayer que los responsables del asilo Santa Fe solicitaron a finales de 1997 la licencia de actividad, la cual fue denegada al requerirse 10.000 metros cuadrados de superficie que no tenían. A juicio de Broto, la residencia "ha venido realizando durante estos años una actividad prohibida", pues la empresa tampoco disponía de licencia de apertura. Todo ello explicaría que el Consistorio no hubiera hecho ningún informe sobre el servicio de salvamento y extinción de incendios en el inmueble.

Según precisó la concejala, la responsabilidad del suceso "debería recaer en la empresa que ha realizado las actividades", aunque reconoció que son las autoridades competentes las que tendrán la última palabra. La primera actuación que ha tomado al respecto el equipo de gobierno es realizar un listado de todas las residencias para llevar a cabo una revisión de las licencias de aperturas, denegaciones u requisitos. El objetivo final es evitar este tipo de incidentes No obstante, el incendio pudo haber sido provocado, tal y como confirman las primeras investigaciones. Al parecer una interna prendió fuego al colchón de una habitación vacía del inmueble. La sospechosa se encuentra bajo observación psiquiátrica, ya que había padecido con anterioridad una enfermedad mental. La mujer fue una de las doce personas que resultaron heridas por las llamas y por la tanto trasladadas al hospital Royo Villanueva de Zaragoza. Horas después fue dada de alta, aunque prosiguió ingresada debido a la "gran afectación" mental que sufre.

Origen del fuego

El incendio comenzó en torno a la media noche del sábado en el edificio, ubicado a seis kilómetros de Zaragoza. Los vecinos de la casa colindante dieron la voz de alarma al ver salir humo del asilo. Algunos de los ancianos consiguieron salir del inmueble saltando la tapia antes de la llegada de los bomberos, pese a tener importantes limitaciones de movilidad. En el momento del suceso, en la vivienda, dotada de tres pisos, había diecinueve residentes. Ocho de ellos murieron entre las llamas, mientras que otros doce resultaron heridos.