Diego Pedrido Abalde, el vigués de 31 años que el domingo supuestamente mató a su pareja Divina Mendes Pereira da Silva, ciudadana brasileña de 46 años, ingresó ayer en la cárcel de A Lama. Tras declarar ante la titular del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo, la magistrada decretó prisión provisional sin fianza para el joven al imputarle un delito de asesinato, más grave que el de homicidio que inicialmente le atribuía la Policía Nacional. A la espera de como avance la instrucción, la juez considera que en el crimen concurriría la circunstancia agravante de alevosía ya que, según fuentes próximas al caso, el presunto agresor se habría prevalido de la "total indefensión" de la víctima para cometer los hechos. Y la clave de esta calificación, que de mantenerse en un futuro juicio supondría enfrentarse a una condena de entre 15 y 25 años de cárcel, la habría dado la autopsia: las pruebas forenses arrojarían que el imputado habría tratado de estrangular a la mujer provocando que perdiese el conocimiento para a continuación, cuando la víctima ya estaba en el suelo, propinarle patadas en la cabeza hasta causarle la muerte. La fallecida presentaba huellas marcadas de dedos en el cuello y numerosos golpes en la cabeza, según concretaron varias fuentes consultadas. El caso se tramitará por el procedimiento del jurado popular.

El joven se entregó en la comisaría de Vigo el domingo por la noche tras sufrir un accidente de tráfico cuando deambulaba sin rumbo con su furgoneta después de cometer el crimen. Tras tres noches en los calabozos de la Policía Nacional y tras ser interrogado el martes por la tarde por los agentes, ayer por la mañana fue trasladado a los juzgados y puesto a disposición de la magistrada, ante la cual declaró durante más de una hora.

En la comparecencia, Diego Pedrido declaró que perdió el control después de que ella, afirmó, le asestase "dos puñetazos" en la cara cuando discutían. El imputado concretó que no recuerda lo que pasó justo a continuación, que tiene una nebulosa, ya que la siguiente imagen de la que es consciente es cuando la mujer estaba ya tirada en el suelo y él, admitió, asestándole "patadas" en la cabeza. El joven añadió que antes de abandonar el domicilio fue consciente de que la había matado, algo que pudo confirmar ya que llegó a ponerle la mano en el cuello y comprobó que no tenía pulso.

Aunque la relación estaba rota desde hacía semanas según el entorno de la víctima, el detenido aseguró que la tarde del domingo llegó en torno a las 17.00 horas al domicilio de la mujer para pasar la tarde con ella. Según su versión, Divina no quiso salir porque estaba cansada y se quedaron en el sofá del salón viendo una película. Allí, al verlo muy inquieto ya que supuestamente hubo una discusión, prosiguió, ella le dio "cinco pastillas" para que durmiese. En el interrogatorio afirmó que, tras ingerir los fármacos, aún salió a la calle a una tienda que abría los domingos para comprar algo para comer.

Según transcurría la tarde, declaró el joven, la víctima se fue a la habitación ya que quería descansar y dormir. Él la acompañó. El crimen sucedió en el dormitorio, tras una discusión. Él alega que ella le pegó y que no sabe lo que pasó justo después. Cuando la juez le preguntó si había tratado de asfixiar a la mujer, dijo no recordarlo. De lo que sí es consciente es de Divina ya tirada en el suelo y de él asestándole "patadas" en la cabeza hasta matarla. Después, cogió su ordenador, sus dos teléfonos móviles, el móvil de la víctima y las llaves de la casa de ella y se fue. Como se había olvidado las llaves de la vivienda de sus padres, aún regresó al piso para cogerlas.

La magistrada, que ya levantó el secreto de sumario, justificó en el auto de prisión provisional la adopción de esta medida por la gravedad del delito supuestamente perpetrado por Pedrido, así como al apreciar riesgo de fuga dada la alta pena de prisión a la que se enfrentaría. La juez coincidió así con la petición de fiscal y acusación particular, que interesaron el ingreso en la cárcel del detenido. La defensa, mientras tanto, demandó sin éxito la libertad argumentando que su cliente carece de antecedentes, que tiene domicilio conocido al vivir con sus padres y que existe arraigo, alegando que no existiría peligro de huida.