Las defensas de Rosario Porto y Alfonso Basterra se atuvieron a lo que, en líneas generales, se esperaba de ellos: insistieron en que no fueron sus defendidos los autores del crimen de Asunta y en que el culpable está "libre" fuera. José Luis Gutiérrez Aranguren, el letrado de la madre de la menor, insistió en sus alegaciones en apuntar a una tercera persona mientras lamentaba que los progenitores de la pequeña "nunca fueron tratados como víctimas". En todo caso, apeló a que el jurado pronuncie un veredicto de no culpabilidad. Eso, dijo, "nos permitirá poder investigar de nuevo y buscar al verdadero autor de los hechos que está por ahí fuera, puede estar haciendo daño y mientras tanto hay dos personas" que están "privadas de su libertad hace más de dos años".

El inicio del proceso sirvió para que la letrada de Alfonso Basterra, quien mantuvo durante dos años reserva sobre el caso, matizara su escrito de defensa, realizado, dijo, por "razones técnicas únicamente achacables" a ella, que también se erigió en responsable de que Basterra no declarase durante la fase de instrucción. En el escrito, la abogada del periodista arrojaba sospechas sobre Porto al indicar que era ella quien "guardaba" y "administraba" el lorazepán. No obstante, ayer quiso "dejar claro" que esa no era la intención. "Se interpretaba como que la postura de esta defensa, ya fuera la del señor Basterra o ya fuera la mía en su defensa, era trasladar la culpa sobre la señora Porto y decir que la culpable era ella y no es verdad", explicó. En esa aparente declaración de pacto de no agresión, la letrada de Basterra añadió: "Nosotros compartimos el criterio de que no hay prueba de cargo para condenarlos por algo que a día de hoy creemos que es un misterio". Lo que también quiso enfatizar fue que "lo que haya podido hacer" su representado "tiene una explicación y no está relacionado en absoluto con todos esos hechos que se nos imputan".

"Cuando afirmamos que compraba el Orfidal y se lo daba a la señora Porto es porque es verdad y además porque la señora Porto lo ha declarado así", señaló, y "la explicación tiene que ver con cómo eran las relaciones y cómo eran ellos". La letrada pidió al jurado que intenten entender los comportamientos de Basterra, porque "no todas las personas somos iguales" e insistió en que el comportamiento de los padres de Asunta tras la muerte de la menor estuvo condicionado por la "mucha presión" a la que estuvieron sometidos. De hecho, comentó que Basterra "no recuerda" que ella fue la abogada que lo asistió "en un primer momento".

Respecto al portátil de Basterra, una de las piezas más llamativas del caso, Hospido aseguró que "nunca se ocultó el portátil" de su defendido y que este "no estaba manipulado". "En el portátil no se encontró nada", afirmó.

Por otra parte, Aranguren reiteró su convicción de que "este caso estuvo mal enfocado" desde el inicio. "Se desecharon otras posibilidades de investigación" que no fueran los padres y eso, recalcó, "se hizo sin demasiado fundamento". Belén Hospido también abundó en ello. "Creo que la investigación estuvo encaminada y no se vio más que lo que se quería ver", proclamó, mientras se ignoró el hecho de que los padres "querían" a Asunta y hacían "lo que fuera para hacerla feliz". "Nadie", apuntó, está "más afectado" que los acusados ante lo ocurrido.

El letrado de Porto, quien proclamó que "doña Rosario no fue, punto y final, se acabó", se refirió a la línea de investigación relativa "al hombre del semen", que solo "fue objeto de investigación a efectos meramente formales" y también dejó caer el caso del pederasta de Ciudad Lineal, cuyo "modus operandi" era "el misma" y "las víctimas de sus fechorías eran prácticamente coincidentes con el perfil de Asunta Basterra", por lo que pidió incorporar informaciones de ese caso al proceso. "Había líneas que no se nos permitieron y tenían la entidad suficiente para por lo menos valorarlas", reprochó. Porque, a su juicio, Rosario Porto no tenía móvil. Que le "molestase" la niña se arreglaría, dijo, cediendo la custodia de la menor a su padre en el divorcio o mandándola a un "internado".

El letrado de Porto también pidió dos testigos más: el portero del edificio de su representada y alguien que rartificará que abrió una cuenta a nombre de la niña.