Asunta ingirió el día de su muerte, el 21 de septiembre de 2013, al menos 27 pastillas de Orfidal de un miligramo cada una, según estimaron ayer las técnicas en Ciencias Forenses de la Universidade de Santiago que realizaron los análisis toxicológicos. La muerte se produjo "por sofocación", que es un tipo de asfixia con oclusión de los orificios respiratorios y, bajo los efectos de sedación provocados por la ingesta de tal cantidad de ansiolíticos, oponiendo escasa o nula resistencia, además de estar atada de manos y pies, según describieron ayer los peritos.

La asfixia final se produjo, según los forenses que realizaron la autopsia, con "un objeto blando y deformable". La lesión detectada en la comisura del labio derecho (superior) y analizada por el experto en Anatomía Patológica, el andaluz Manuel Salgueiro, es la prueba de que se produjo "una presión prolongada o un golpe puntual". Preguntado el autor de la autopsia, José María Blanco Pampín, si ese objeto blando sería compatible con "una mascarilla y unos pañuelos" (los artículos encontrados en la papelera de la casa de Montouto), el forense que dirigió el análisis del cadáver (que acredita haber realizado más de 8.000 autopsias en su trayectoria) y jefe del servicio de Patología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia (Imelga) contestó: "Sí, es compatible", teniendo en cuenta "la concavidad". Aclaró Pampín que hay que analizar "los vestigios", como el ADN encontrado supuestamente en el pañuelo, algo que ya no le corresponde a él. Para Salgueiro, la lesión labial se correspondería más con una presión prolongada "con un objeto", como asegura Pampín, que con una presión digital directamente, con manos o dedos (que también se planteó para ver si podría haber sido forzada para ingerir la medicación). Preguntado, Pampín, por la abogada de la defensa de Alfonso Basterra, Belén Hospido, si pudo existir penetración oral con condón, el autor de la autopsia lo descartó rotundamente.

El forense que dirigió la autopsia quiso dejar claro que se trató de un fallecimiento violento, y no "accidental ni suicida". En cuanto a la hora de la muerte, y pese a las dudas puestas sobre la mesa por la defensa, con un estudio de forenses de Murcia y Cádiz a petición del abogado de Rosario Porto, José Luis Gutiérrez Aranguren, para contrastar las pruebas periciales expuesto también ayer en la sala, Pampín confirma la teoría aportada desde un principio por la autopsia, situando la hora de la muerte de Asunta entre las cuatro y las ocho de la tarde del día 21 de septiembre de 2013.

Los forenses de Murcia y Cádiz, tras sus análisis, aseguraron que es imposible limitar a las ocho de la tarde la hora de la muerte. Según su hipótesis, pudo haberse producido más tarde, si bien no concretaron el límite ni expresaron una aproximación.

Pampín apuntó que también se detectó desgarro en la unión gastroesofágica (boca del estómago), que suele producirse por "vómitos o náuseas", y rotura de los tabiques alveolares (pulmón). La determinación de la asfixia por sofocación viene dada por la presencia de hemorragia nasal, erosiones en la mucosa bucal (la lesión en la comisura derecha del labio, hemorragia pulmonar y hemorragia en una estructura esponjosa de la base del cerebro). Según narró el perito los sangrados se produjeron al incrementar la presión por la asfixia y la erosión bucal al presionar los orificios respiratorios de la víctima.

El médico forense expresó, también, que la niña presentaba "marcas de ligaduras en manos y pies", a modo de ataduras, que se produjeron "en un momento próximo a la muerte; pudo ser un poco antes y también después". Las escoriaciones en espalda, cadera y una pierna confirmarían lo que a primera hora expresó la forense del Imelga que analizó el cadáver in situ, que el cuerpo fue "arrastrado".

Sin rastro de antihistamínicos

El análisis de las expertas en Toxicología Ana María Bermejo y María Jesús Tabernero resultó muy clarificador: el nivel de intoxicación en sangre era de 0,68 microgramos/mililitro, un nivel elevado de intoxicación, teniendo en cuenta que a partir de 0,3 ya se considera tóxico. Teniendo en cuenta el peso y las características de la niña (ellas se encargaron del análisis de sustancias en orina, contenido gástrico y sangre) las técnicas dedujeron que tomó al menos 27 pastillas de Orfidal. "Podemos decir que la víctima estaba intoxicada: con una depresión generalizada del sistema nervioso", aseveraron.

Además de lorazepam, detectaron otro tipo de benzodiacepinas, en concreto, diacepam. Habría tomado dos variedades. El análisis del cabello desveló que la niña consumió los medicamentos, que provocan somnolencia y sedación, durante "tres o cuatro meses antes". En ningún caso se encontraron restos ni indicios de haber tomado antihistamínicos, fármaco que supuestamente le administraron los padres para la rinitis alérgica en el verano de 2013. También aseguraron que la muerte se produjo tres o cuatro horas después de ingerir los fármacos. Pampín descartó la posibilidad de una segunda autopsia, porque en un caso como este sería "muy destructiva" (se puede realizar en muertes por arma blanca o disparos).