Con todas las hipótesis abiertas y ahondando en todos los entornos de la víctima para tratar de encontrar alguna pista que arroje luz sobre el suceso, la Policía Nacional de Vigo trabaja intensamente para intentar identificar a los tres asaltantes que el lunes torturaron y cortaron una oreja a un octogenario en su casa del barrio de A Salgueira. Los agentes ya tuvieron una primera toma de contacto en el hospital con el herido, Luis P.M., cuyo testimonio es clave para avanzar en las pesquisas, aunque la toma de declaración formal y completa se hará más adelante una vez el anciano reciba el alta y se recupere de las graves lesiones sufridas. Aunque ya se desecharon algunas pistas al comprobarse que no guardaban relación con el robo -como la presencia a tenor de algunos vecinos sospechosa de una furgoneta en la zona que finalmente se certificó que era de un operario que había ido a realizar un trabajo en el lugar-, los efectivos no descartan por ahora ninguna línea de investigación.

Por ejemplo, indagan en si el asalto podría tener relación con una estafa con falsos billetes premiados de lotería que denunció hace un tiempo la propia víctima. Un fraude que, tras laboriosas indagaciones, nunca se pudo resolver. Los tres ladrones accedieron a la finca del octogenario, le esperaron en el gallinero y lo sorprendieron cuando el hombre fue allí. Los asaltantes, que al parecer buscaban dinero y joyas, llegaron a cortarle una oreja al anciano. Un modus operandi que sorprende a los investigadores, por no ser ni mucho menos habitual en este país. Los ladrones, que dejaron la oreja en el congelador de la casa, abandonaron a la víctima, rescatada al día siguiente por unos vecinos, que lo encontraron sobre un charco de sangre con bridas en las manos y un cable atándole los pies. Lo hallaron tras escuchar sus gritos de auxilio.

El octogenario no habría notado en el acento de sus atacantes nada que le llamase especialmente la atención, según fuentes cercanas a la investigación. No trascendió si los ladrones ocultaban sus rostros o actuaban a cara descubierta aprovechándose de que era de noche y había escasa visibilidad. Lo que se da por hecho es que lo tenían vigilado desde hacía un tiempo.