Carlos Sánchez Amoedo, un delincuente habitual que fue uno de los tres condenados por el secuestro exprés de Saray Seoane, ejecutiva del astillero de Vigo MCíes del que era administrador su padre, se ha fugado aprovechando un permiso penitenciario. Este vigués de 34 años que cuando ocurrió el rapto tenía su residencia en Chapela (Redondela) no regresó a la prisión pontevedresa de A Lama, donde se encontraba ingresado, tras serle concedida una salida de varios días. Ante esta situación, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Pontevedra, la misma sala que lo sentenció a más de 10 años de cárcel por el secuestro de la directiva viguesa, acaba de emitir una orden de búsqueda, detención e ingreso en prisión. La medida, según consta en la requisitoria expuesta en el tablón de anuncios de la sala, fue concretamente adoptada y activada este pasado miércoles.

Delincuente con antecedentes por tráfico de drogas y robos, el prófugo fue condenado en 2012 a diez años y tres meses de cárcel por este secuestro ocurrido en noviembre de 2009. La sentencia contra este hombre por los delitos de detención ilegal, lesiones y robo fue confirmada en enero de 2013 por el Tribunal Supremo, que también ratificó las penas de casi 7 años impuestas a los otros dos acusados en el proceso, Francisco Pascual y su hijo Óscar, que habían sido durante años compañeros de trabajo de la víctima y que pertenecían a una familia socia del astillero.

El juicio por el rapto se celebró en abril de 2012 en la Sección Quinta. A Carlos Sánchez fue al que la víctima identificó como el secuestrador "más agresivo" y al que la Fiscalía atribuyó un papel más activo en aquel rapto: fue el que amenazó con una jeringuilla y con una pistola a la mujer y el que la golpeó. En la vista oral fue el más escueto en sus declaraciones, contestando sólo a su abogado y especificando ser "drogadicto". Recibió la pena más alta de los tres acusados ya que a él, además de por la retención de la víctima y por las lesiones que sufrió, se le sentenció también por robar las joyas que llevaba la mujer e intentar venderlas por internet.

Saray Seoane vivió 24 horas de auténtico terror. Los hechos ocurrieron el 26 de noviembre de 2009. La sentencia estableció que los tres condenados, encapuchados, raptaron a la ejecutiva a las puertas del astillero, arrastrándola al interior de una furgoneta con cristales oscuros. "Esto es un secuestro y si su padre paga no va a haber ningún problema", le diría entonces Carlos Sánchez. Los captores ataron a la mujer de manos y pies con cinta americana y le taparon la cara con un pañuelo que llevaba ella, tirándola al suelo del vehículo.

Desde Vigo la trasladaron a un galpón de la familia Pascual en O Grove, donde la retuvieron bajo amenazas, tanto con una jeringuilla con la que decían que iban a infectarla con el virus del sida, como con una pistola que le llegaron a meter en la boca intimidándola con que la matarían si su progenitor no abonaba el rescate, que rebajaron de los dos millones de euros iniciales a 80.000. Finalmente la soltaron en la cuneta de la vía rápida de O Salnés sin esperar a cobrar cantidad alguna. Algunas de las pruebas contra Sánchez Amoedo fue su ADN que apareció mezclado con el de Saray en las bridas que la maniataban, la prueba de voz que le señaló como autor de la petición del rescate, o datos hallados en su ordenador que evidenciaban que había estado buscando información sobre raptos.