Simular estar muerta le salvó la vida a una joven a la que su novio de 24 años acuchilló una y otra vez en la garganta, el cuello y la cabeza. La víctima declaró que hasta ese día su pareja nunca le había hecho daño. De hecho, en el auto que cierra la instrucción del caso el juez concluye que el procesado, que está asistido por el penalista Diego Reboredo, sufrió un brote psicótico durante la madrugada del 20 de junio de 2015, cuando se disponía a dormir junto a su novia. Entonces, le dijo que bajaba a la cocina de la casa que compartían en Boqueixón (A Coruña) para fumar un pitillo. La chica, con la que salía desde enero de 2012, escuchó que removía el cajón de los cuchillos y, al poco tiempo, regresó al dormitorio.

El imputado por un delito de asesinato en grado de tentativa escondió el arma y esperó a que se durmiese. En cuanto tuvo la certeza de que la joven descansaba, le clavó un arma blanca en el cuello, al tiempo que le tapaba la nariz y la boca para impedir que gritase. Después, la agarró del pelo y la llevó arrastras hasta la cocina, donde le incrustó unas tijeras en el cuello, la garganta y la cabeza. La chica intentó huir. Corrió hacia el patio de la casa ensangrentada, pero la persiguió, la agarró por el pelo y las muñecas y tiró de ella hacia la cocina, donde continuó agrediéndola con el arma blanca. En una ocasión, cuando estaba "totalmente indefensa tumbada en el suelo", le clavó la tijera en la nuca y le dio golpes con el pie para conseguir que la incisión fuese más profunda. Solo cuando la joven fingió estar muerta dejó de acuchillarla, cerró la puerta de la cocina y se fue al dormitorio.

"La mera descripción de tal lesión, el alcance y la gravedad, así como la persistencia y ensañamiento desplegado por el agresor, nos permiten racionalmente inferir que su intención no era solo la de lesionar, sino la de acabar con la vida de la víctima. De hecho, solo cuando simula haber perdido la vida cesa en su agresión", subraya el titular del Juzgado de Instrucción número 3 de Santiago en el auto con el que concluye la investigación y traslada el sumario del caso a la Audiencia Provincial, donde se celebrará el juicio.

Cuando la chica se quedó sola fue incapaz de extraer la tijera que le había clavado en la nuca ayudándose de un pie. La joven sufrió graves lesiones, de las que tardó en curar 101 días. Le quedaron secuelas físicas, entre ellas cefaleas, y numerosas cicatrices que le ocasionan, según los informes, "un perjuicio estético considerable". La chica también sufre un trastorno por estrés postraumático.

Inimputable

El imputado por el intento de asesinato no será condenado a penas de prisión. Al menos así se desprende del auto, en el que consta que cuando cometió los hechos, el 20 de junio de 2015, sufrió un brote psicótico. "Se hallaba bajo los efectos de un trastorno psicótico que condicionaba su capacidad para conocer la realidad y obrar según dicho conocimiento, por lo que sus facultades intelectivas y volitivas estaban anuladas", arguye el juez. El sospechoso, asistido por el letrado coruñés Diego Reboredo, es inimputable, es decir, no responderá del delito con penas de prisión porque no estaba en condiciones de comprender las consecuencias de sus actos. Por tanto, la acusación tendrá en cuenta la eximente completa de alteración psíquica y demandará que sea sentenciado a cumplir determinadas medidas de seguridad, como el ingreso en un centro psiquiátrico. El procesado declaró ante el juez que no recuerda nada de lo sucedido, que está "muy arrepentido" y que depositará los 20.000 euros que le requiere para hacer frente al pago de la indemnización que se fije en la sentencia.